Schlaich, quien ofrecerá esta tarde en la Universidad del Cine una charla sobre su experiencia con Schroeter, fue uno de los productores de "Nuit de Chien", la última película que el director filmó antes de morir, "cuando estaba totalmente enfermo de un cáncer que le había ocupado todo el cuerpo. Fue muy difícil para él, casi no podía comer, pero cada minuto lo exprimía al máximo".
"Trabajaba muy concentrado, con mucha pasión, aunque no lo vivía como su última película porque creía que seguiría filmando", agregó Schlaich, para quien esta retrospectiva de 19 películas "es una colección fantástica, porque será la primera vez que se vea en la Argentina ´Nuit de Chien´ y porque además ofrece materiales restaurados a los que durante muchos años no se podía acceder".
En una entrevista con Télam, el productor señaló que, pese al reconocimiento internacional, Schroeter "es una materia pendiente dentro de Alemania, porque allá existe un temor a su figura y a su forma exacerbada de filmar. Eso justamente es lo que revela cómo era y cómo quería vivir, y todo lo aburrido y conservador que es el público alemán".
La retrospectiva, que lleva el título "Werner Schroeter. Superar la insoportable realidad" e incluye 19 películas, la mayoría inéditas en el país, se realizará entre mañana y el domingo 1 de setiembre en la sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (avenida Corrientes 1530) con la colaboración del Instituto Goethe de Buenos Aires.
Figura esencial pero injustamente eclipsada del llamado Nuevo Cine Alemán surgido en los años ´60, Schroeter (1945-2010) es revalorizado ahora en su justa medida, como lo prueba la retrospectiva que acaba de consagrarle el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York, o la que se llevó a cabo en el Centro Pompidou de París.
"Es una tendencia general que la gente olvidé a ciertos artistas singulares como Schroeter. Mientras viven se los trata con indiferencia, y pasan a tener relevancia sólo una vez que mueren", se lamentó Schlaich, quien el sábado presentará al público el filme "Eika Katappa" (1969) y el domingo "Nuit de chien" (2008) y "Mondo Lux" (2011), documental que sigue los pasos de Schroeter durante los últimos cuatro años de su vida.
Fue Fassbinder quien supo ver antes que nadie el valor que adquiriría el cine de Schroeter: "Cuando se lo consideraba un cineasta underground, fue el realizador más importante y valiente de Alemania. Va a ocupar sin duda un lugar importantísimo dentro de la historia del cine, sólo comparable, en literatura, con una suerte de síntesis de Láutremont, Céline y Novalis", afirmó.
Casi tan intenso y prolífico como el propio Fassbinder, Schroeter construyó en cuatro décadas un cuerpo de obra de más de 40 cortos y largometrajes, y también se hizo cargo de 80 puestas en escena de ópera, en las que abordó textos clásicos pero al igual que en su cine se nutrió de las formas del melodrama, atravesado tanto por una estética kitsch como por una cultura del gesto y del exceso.
"Sus películas se caracterizaban por tener como elemento común una gestualidad muy marcada y una tendencia al exceso. Buscaba clarificar la realidad a través de esa forma excesiva y patética. Y el público y la crítica lo etiquetaron siempre como muy operístico, pero en realidad era dueño de un estilo personalísimo", señaló Schalich.
El productor explicó que "Schroeter pensaba que había una verdad que subyacía a todo ese paroxismo y grotesco cinematográfico. Haciendo una especie de hipérbole, él creía que se podía clarificar la realidad a partir de estos recursos sin mostrar la realidad de manera excesivamente explícita".
"No podría definir su mirada del mundo porque depende de cada película en particular. Pero lo que se puede ver en ´Nuit de Chien´ es que él denostaba todas las relaciones de poder en todas sus escalas. Era un detractor del poder porque para él el amor y la libertad eran lo mejor de la vida", afirmó.
En el marco de la retrospectiva, la editorial Mardulce presentará el martes próximo, a las 19.30, en la sala Lugones el libro "Schroeter: una autobiografía", en la que aparecen las diferentes figuras que poblaron su vida y le dieron sentido, desde Rosa von Praunheim o Isabelle Huppert, hasta María Callas, Fassbinder, Wim Wenders y Michel Foucault, entre otros.
En 1983, por iniciativa de Marie-Louise Alemann, el Goethe-Institut lo invitó a la Argentina, donde Schroeter inició un taller de cine experimental con rodaje en zonas carenciadas y entrevistas a miembros de organizaciones de Derechos Humanos, pero amenazas de grupos de ultraderecha obligaron a suspender el proyecto.
Años más tarde Schroeter regresó al país y, con la ayuda de sus alumnos y amigos, concretó el filme De la Argentina (1983-1985), que paradójicamente nunca se vio en el país y en el que aborda el drama de los desaparecidos durante la última dictadura militar y la lucha de madres y abuelas de Plaza de Mayo.
Fuente: Télam
