Catamarca
Jueves 25 de Abril de 2024
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Cómo saldar desde la ficción una deuda con lo real

Fuenzalida da título a la primera novela de la chilena Nona Fernández que llega al país, la disparatada historia de una escritora de culebrones que decide inventar su propio mito fundacional cuando se da cuenta que no tiene palabras para contarle a su pequeño hijo quien fue su padre.
En la novela editada por Mondadori, Fernández ensaya las posibles vidas de Ernesto Fuenzalida, eximio karateka, fanático de Bruce Lee y padre ausente del que la narradora sólo conserva recuerdos vagos, fotografías recortadas por su madre y la sospecha de algún hermano en otro barrio y otra casa, viviendo con otra familia.

Se trata de un texto anclado en la autobiografía pero con rasgos delirantes, lleno humor y guiños a la cultura charcha (bizarra) del Chile de la dictadura. El de la infancia y la adolescencia de su autora.

Igual que la narradora Fernández goza de cierta fama en su país como escritora de culebrones; como ella también fue hija de una mamá soltera y dejó de ver a su padre a los 12 años; y como Bruce Lee -el maestro del cine de artes marciales que encandiló a su padre- encaró esta historia, "como un juego sencillo jugado en serio".

"Efectivamente a mi papá lo dejé de ver hace mucho tiempo, siempre fue un tema irresuelto pero no me «problemaba» mayormente hasta que mi hijo me preguntó por él y no tuve respuesta. Sólo sabía que había fallecido. Entonces me propuse inventar esta historia, saldar una deuda de la realidad con la ficción", cuenta a Télam Nona Fernández.

Si tuviera que definir al libro "diría que son muchas versiones de padre, historias sin finales escritas por alguien constituido en la incertidumbre de quién fue esa persona -reflexiona-, y que decidió resolver su imagen, su historia y mitología desde sí misma, no desde él".

Actriz, dramaturga y guionista de 41 años, Paola Fernández adoptó como propio el apelativo Nona, como la llamaban en forma cariñosa desde pequeña para diferenciarla de su madre: "Cuando existe un enigma tan vital como quién es tu padre y ensayas posibilidades, finalmente descubres que puede ser todas tus fantasías, el héroe, el asesino, el miserable, el noble" y de todo eso tratan estas aventureras páginas.

Este libro, además, es reflejo de "una generación medio guacha -asume-; sin referentes, no literarios sino históricos; una generación bisagra que nació en dictadura y que en plena adolescencia recibió una democracia que pactó no hablar del pasado".

Fuenzalida posee "la acertividad de un tigre, la elegancia de una cobra y la ferocidad de un dragón", sus retadores más temibles también. Secuestradores, torturadores y ex agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional de Chile, responsables de buena parte del horror de la dictadura en ese país.

"En ese corte con el pasado -repasa Fernández- todo el relato sobre el ayer queda borrado y con él se van también los padres, los exiliados, los desaparecidos, los abandónicos", una política que se cuela en la intimidad de generaciones de chilenos.

Una decisión, una idiosincrasia y una manera de mirar cuestionada por buena parte de su generación literaria: "¿Qué hicieron con nosotros? ¿Dónde estuvieron nuestros padres? ¿Dando lucha, negados, idos?", pregunta Fernández.

"En Chile durante la dictadura veíamos todas las tardes películas de artes marciales -recuerda-, mientras afuera ocurrían las cosas más increíbles". La historia de Don Sebastián Acevedo que incluye en la novela es real y muy emblemática en Chile, un padre que se quema en una plaza pública reclamando por sus hijos detenidos.

Esta novela cruza constantemente realidad y ficción: son verdad las películas de Chuck Norris y Jackie Chan que la narradora mira con su padre de niña, así como el encuentro final con uno de sus hermanos.

"Me pasaron cosas increíbles a partir del libro -sonríe-. Sabía que mi papá tenía una familia pero nunca nadie me dijo nada, y mientras escribía no sólo mi madre me contó todo lo que pudo, para ella es un tema complicado, sino que un día una mujer se me acerca con afecto real y me dice que es mi hermana". De esto hace menos de un año.

Como en Fuenzalida, por más increíble que suene, sus hermanos siempre supieron de ella y siguieron a través de las novelas y culebrones que fue publicando y, aunque parezca extraño, todavía no hablaron de su historia ni volvieron a verse.

¿Por qué no hablaron? "La historia chilena, con una democracia que no irrumpe sino que filtra como lenta transición que pacta con los militares no hacer juicios y mirar hacia adelante, también se cuela en este libro y entre nosotros en este hábito de correr un tupido velo y olvidarnos, de pasar directamente a otra cosa".

¿Y qué significa Bruce Lee en todo esto? "Un guía pedestre, una mitología charcha de la que es el maestro. Entretenimiento barato con códigos no muy elevados. ¿Pero qué es elevado? Finalmente esto, sentirse libre, tener humor, escribir como en un juego sencillo jugado en serio", concluye Fernández.

Fuente: Télam

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