Durante la homilía, el Obispo destacó el signo de la ceniza en la frente como “una muestra visible de la penitencia que debe haber en nuestro corazón”. Y explicó la fórmula que se pronuncia en ese rito: ’Conviértete y cree en el Evangelio’.
“Es una fórmula doble, tiene dos partes y hay que entenderlas bien. Conviértete en tu interior, tienes que cambiar tu corazón hacia Cristo”, dijo animadamente, agregando que “cuando decimos cree en el Evangelio, el Evangelio es Jesús mismo, estamos diciendo cree en Jesús que es el Salvador y lo que dice”.
En el Evangelio del día, Jesús nos llama personalmente, a cada uno, a dar limosna, a orar y a hacer ayuno. Estos son los pilares de la Cuaresma, cuarenta días para cambiar interiormente, para caminar por el desierto interior y convertirse.
Mons. Urbanc aclaró que las formas de hacer penitencia son muchas y diversas y desde niños deben aprender a desprenderse de algo que no los deje acercarse a Dios. “Si me cuesta ayudar con las cosas de la casa, esa puede ser una buena penitencia. Si mi vida está dada vuelta, que la penitencia sea dormir de noche y andar de día con el resto de la familia”, expresó. Otra buena forma de ayunar es “no hablar mal de los demás, que seguro cuesta mucho. Y si no pueden dejar de hablar, hablen bien de los demás”.
Luego tuvo lugar la bendición de las cenizas y la imposición en la frente. Los niños y adolescentes fueron los primeros en recibir el signo, en el año dedicado a ellos. El Obispo, con cariño de padre, les marcó la frente explicándole el compromiso que significaba.
Antes de dar la bendición final, el Pastor Diocesano recordó a los presentes que la penitencia no es solo de un día, es un camino que hay que recorrer con fe hacia Jesús.
Celebraciones penitenciales
Todos los viernes de Cuaresma, a las 19.45 (luego de la misa de 19.00) habrá celebraciones penitenciales en la Catedral Basílica. A las 20.00 se rezará el Vía Crucis y a la 21.00 la misa. Asimismo, habrá sacerdotes para administrar el Sacramento de la Reconciliación.