Catamarca
Sabado 20 de Abril de 2024
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Cozarinsky: "Toda novela, una vez publicada, pertenece al lector"

Pablo E. Chacón

En "Dinero para fantasmas", el escritor y cineasta Edgardo Cozarinsky arma una historia en diversos fragmentos, contada por protagonistas-testigos de un `amor loco` que viaja de país en país, provocando una incertidumbre sobre la resolución que mucho se asemeja al concepto de obra abierta.
El libro, publicado por la casa Tusquets, está ambientado en una zona de frontera, fantasmal, imprecisa, donde cambian los puntos de vista según los discursos sean los de los jóvenes cineastas que intentan reconstruir la historia, y un viejo escritor perdido en la inmensidad de Buenos Aires, que los convierte en herederos de esa narración.

Cozarinsky nació en Buenos Aires en 1939; en 1974 se instaló en París y desde 1988 alterna su residencia entre la capital argentina y la francesa; cineasta, su producción está en el límite entre la ficción y el documental; su film sobre el escritor alemán Ernst Junger, es imprescindible.

Publicó, entre otros libros, "Vudú urbano", "El pase del testigo", "Museo del chisme", "Blues", "La novia de Odessa", "Tres fronteras", "El rufián moldavo", "Maniobras nocturnas", "Lejos de dónde" y "La tercera mañana".

Conversó con Télam desde una residencia para escritores cercana a Florencia.

Télam: ¿Podría decirse que "Dinero…" es una historia armada como una estructura de cajas chinas, menos por las anécdotas que por la incertidumbre que provocan las "resoluciones"? Sin embargo, todo es verosímil. ¿Cómo consiguió ese efecto?

Cozarinsky: No tengo la menor idea de cómo obtengo un ´efecto´, si ´efectos´ hay. Son cosas que van surgiendo a medida que avanzo con una novela; no diré que irracionalmente pero sí que las situaciones y los personajes me van sugiriendo desarrollos a medida que los escribo.

Después corto mucho para dejar puntas de iceberg y sugerir que nueve décimos están sumergidos. No quiero que todo esté explicado sino que, como en la vida, las personas y los hechos guarden territorios inexplorados, que podemos suponer pero no penetrar.

De allí que como autor me importe mucho, ojalá también al lector, que al final, la joven crea ver en Salta a la pareja cuyo destino solo pudieron inventar ella y su compañero. ¿Son Celeste e Ignacio? No lo sabe, ni lo sé yo, ojalá lo sean y se hayan reunido. Me gusta que quede flotando como una posibilidad.

T: En la novela hay una mirada un tanto escéptica sobre la actualidad argentina y un retorno de su fascinación por las historias ambientadas en el centro de Europa. ¿Esto es así? Si fuera así, ¿podría ampliarlo?

C: No me parece. Los personajes jóvenes de la novela, porteños de hoy, son aquellos que me inspiran más simpatía y los he alimentado con observaciones de conducta y sentimientos de mis amigos jóvenes, que son muchos y los que más frecuento. Lo europeo en la novela -Berlín y no ´mitteleuropa´- se me aparece como algo fantasmal para el personaje de Oribe.

No olvides que los primeros están en la parte de la novela narrada en tercera persona, Oribe en cambio aparece en primera persona, por lo tanto lo que se da al lector es la subjetividad del personaje, no un relato (que se pretende) objetivo como para los jóvenes.

T: Sucede también que los personajes (Oribe, los cineastas, los protagonistas, los ambientes, la historia misma) aparecen difuminados: hay pocos datos, pocas fechas, una historia oscura que quizá pueda aclararse. Esa estrategia narrativa, ¿resultó deliberada?, ¿es así?

C: Toda novela, una vez publicada, pertenece al lector. Los hay más atentos y menos sagaces, pero las intenciones del autor no importan, quedan detrás, muy lejos del texto. Lo que llamás ´estrategia narrativa´ es más bien mi manera de ver la realidad.

No me interesa abrumar con detalles una narración sino más bien disgregarla en otras: los recuerdos del portero de noche del hotel, los del profesor de la escuela de cine… La experiencia del individuo, creo, no deja de confrontarse con otras que lo interpelan, lo desafían, rara vez lo tranquilizan.

Nada vincula a la pareja de la villa con la de los estudiantes, unos son gente golpeada por la vida, los otros hijos de familias de clase media, protectoras.

Si el amor de los primeros es ´loco´ por la pasión que domina a Ignacio y asfixia a Celeste, y el de los segundos un sentimiento que va dando sus primeros pasos, tal vez se deba a que la intensidad, la fuerza de la experiencia de los primeros no está al alcance de los segundos.

T: ¿Cómo está su actual relación con el cine? ¿Hay algún nombre, argentino o extranjero, que despierte su interés?

C: "En el cine que hago estoy, después de una pausa de seis años, avanzando con una serie de obras ´de cámara´, casi íntimas, que empezó en 2010 con ´Apuntes para una biografía imaginaria´ y siguió al año siguiente con ´Nocturnos´.

Como espectador, con los años no me he hecho menos cinéfilo pero veo mucho menos cine. Siempre vuelvo a ver viejos films de Ophuls o de Lubitsch, por ejemplo. Pero del cine cercano o actual me interesa todo lo que no es ´mainstream´, lo que no es industrial: Robert Bresson y John Cassavetes y Andrei Tarkovsky, tan lejos uno del otro.

De lo más reciente me impresionó el último film de Béla Tarr, ´El caballo de Turín´.

Fuente: Télam

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