Catamarca
Viernes 19 de Abril de 2024
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Análisis por Rafael Marín Marín (México)

Crisis en Latinoamérica

La crisis política y económica que muchos países del mundo están viviendo no es ajena a la globalización reinante. Es una especie de barbarie civilizada que "resistimos tolerando". Un ejemplo de esto es la situación de los campesinos sumidos en una situación de pobreza general y de hartazgo, lanzándose a invadir las ciudades, no como ocurrió al inicio de la Revolución Industrial de los siglos XVI y XVII cuando casi eran obligados a abandonar sus tierras para incorporarse a las filas del proletariado, ahora lo hacen ante la desesperación por no tener fuentes de empleo lo que asegura la pobreza, el hambre, la violencia y la muerte.

La crisis política y económica que muchos países del mundo están viviendo no es ajena a la globalización reinante. Es una especie de barbarie civilizada que "resistimos tolerando". Un ejemplo de esto es la situación de los campesinos sumidos en una situación de pobreza general y de hartazgo, lanzándose a invadir las ciudades, no como ocurrió al inicio de la Revolución Industrial de los siglos XVI y XVII cuando casi eran obligados a abandonar sus tierras para incorporarse a las filas del proletariado, ahora lo hacen ante la desesperación por no tener fuentes de empleo lo que asegura la pobreza, el hambre, la violencia y la muerte.
Sin duda alguna junto con el hambre y las enfermedades en general, el desempleo creciente es el mayor drama humano del planeta, ya que en los últimos dos años se han perdido nada menos y nada más que 24 millones de empleos en el mundo, sin contar que en el próximo decenio ingresarán al mercado de trabajo 500 millones de jóvenes solicitantes, primordialmente de naciones pobres, contra probablemente la creación de 100 millones de nuevos empleos. Tan sólo en América Latina en los últimos 30 años tenemos la tasa de desocupación más grande de todos los tiempos donde la mitad de personas, 250 millones, viven por debajo de los límites de la pobreza casi rayando en la indigencia, el caso de Argentina es el mejor ejemplo de lo que pasa en la región donde la clase media desapareció gracias a la corrupción de sus gobiernos y las políticas públicas económicas y privatizadoras que se aplicaron y quienes las aplicaron todavía quieren regresar al poder. Que cinismo.
De esta forma la globalización imperial hizo una oferta que no se ha cumplido resultando difícil ponerle un nombre a los hacedores del modelo económico que no ha sido capaz de generar empleos decentes, definidos así por la OIT, ni elevar el nivel de vida de los humanos. Sin embargo en América Latina y el mundo los identificamos como "nomenklaturas criminales" de pueblos enteros disfrazados o escondidos en el Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional( FMI), Tratado de Libre Comercio de América del Norte(TLCAN), Organización Mundial del Comercio (OMC) y pronto si lo dejamos el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Estos son los verdaderos jinetes del Apocalipsis y fueron creados por los ricos del mundo para mantener sus privilegios y la concentración de las riquezas nacionales a costa de la pérdida de soberanía de las naciones y la matanza en masa de personas por el hambre y la pobreza. En efecto, la riqueza extrema en unos cuantos allegada por la ilegalidad y la impunidad, es un bumerang de consecuencias fatales, que sólo genera vagabundos que asedian las fortalezas primermundistas y toman por asalto las ciudades, porque la miseria y la desorganización social son intolerables consecuencias de una globalización que nos envuelve a todos en una misma dinámica catastrófica.

Urge por tanto girar completamente los rumbos de la políticas mundiales que no son una utopía, como fue en su momento terminar con las dictaduras latinoamericanas que fueron consideradas utopía también. En este sentido el triunfo de Lula en Brasil y la resistencia cubana junto con la venezolana para no permitir la ingerencia del imperialismo transnacional en sus políticas públicas, serán en el año que comienza lecturas ideológicas obligadas que nos lleve a toda Latinoamérica, virar el rumbo político y económico nacionales sin caer de nuevo en los excesos y los protagonismos llamados caudillismos. Pero no es suficiente generar proyectos surgidos del avance regional por buenos que sean, hace falta la participación de las sociedad y las dignidades de las personas para rescatar lo mejor de si mismas y volcarlas en el beneficio colectivo, con pleno respeto a la libertad ideológica de cada cual, sin perder de vista que pertenecemos a un todo necesario y vital.
El año que terminó deja una gran lección para todos. La pobreza sigue su paso galopante hacia una meta incierta y sin luz, nos lleva hacia un abismo del cual puede ser tarde escapar o de hacerlo nos puede costar muchos miles de vida nuevamente, ya sea por una guerra civil proclamada de los cientos de periferias miserables hacia el centro o alentada desde el exterior para agotar la incipiente democracia que tenemos y no hemos aprendido a defender, como sucede en Venezuela, la que ha resistido Cuba, la que defenderá Argentina con Elisa Carrió y la que orgullosamente encabeza Lula en Brasil.
Habrá que entender que las hegemonías más poderosas del mundo incluido Estados Unidos busca lo mismo de todos los países; abrir sus mercados para que sus socios o hijos comerciales los conquistes o los sometan, desplazando los productos nacionales de sus propios mercados, con el mismo resultado; desempleo, trabajo sin seguridad social, desplazamientos y migración y poco a poco entrega de soberanía nacional, sin descartar gobiernos que se digan democráticos en el ámbito nacional, estatal y municipal sin transparencia en el manejo de los recursos y rendición de cuentas.
Que decir de la lucha armada por conseguir mejores mercados internacionales y de los hombres y los países que hace la guerra a su antojo como si se tratara de un juego de niños. En ellos se centra gran parte de la confusión mundial por la que atravesamos, sin darnos cuenta que esa confusión está rindiendo sus frutos, traducida en indiferencia ante lo publico y lo vital, para privilegiar lo superfluo como puede ser el consumo a ultranza.
Así se va 2002 lleno de contrastes y de deudas para el mundo, para México y Veracruz. Vendrá el 2003 cargado de promesas pero más debe venir repleto de compromisos sociales, para revertir los grandes males que nos aquejan y que no se ven en un mundo globalizado. Así cada quién preocupándose por su vida y la de los suyos, deja de lado la vida en conjunto a la cual no somos ajenos. Tan sólo si pensáramos que por blindar nuestra casa y carro no les pasará nada a los nuestros, estaríamos equivocados, porque junto a nosotros o enfrente de nosotros probablemente una familia que no tiene nada está maquinando qué hacer para subsistir. Así sucede en el escenario internacional.
Quiero terminar esta última colaboración del año agradeciendo su hospitalidad a todo el equipo de Diario A-Z, en especial a Oscar Rodríguez, Eduardo Coronel Chiu y Bety Sánchez, pero también dejando al amable lector la siguiente reflexión. "México es un país de los inmensamente pobres y de los inmensamente ricos. Casi puede decirse que en México no hay término medio entre las dos clases sociales: la alta y la baja, la poderosa y la no poderosa; hay, sencillamente, pobres y ricos. Los primeros, los pobres, privados casi en absoluto de toda comodidad, de todo bienestar; los segundos, los ricos provistos de todo cuanto hace agradable la vida. México es el país de los contrastes. Sobre una tierra maravillosamente rica, vegeta un pueblo incomparablemente pobre. Alrededor de una aristocracia brillante, ricamente ataviada, pasea sus desnudeces la clase trabajadora. Lujosos trenes y soberbios palacios muestran el poder y la arrogancia de la clase rica, mientras los pobres se amontonan en las vecindades y pocilgas de los arrabales de las grandes ciudades. Y como para que todo sea contraste en México, al lado de una gran ilustración adquirida por algunas clases, se ofrece la negrura de la supina ignorancia de otras. La reflexión no es mía, sino de Ricardo Flores Magón dicha en 1910. El país no ha cambiado.

Actuemos.

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