Catamarca
Jueves 25 de Abril de 2024
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NOTA PUBLICADA EL DIA 29-11-08

Crónica de un Manto Sagrado

(DIARIOC, 29/11/2008) Ovacionaban los aplausos y los gritos de “viva la Virgen del Valle”, eran sus fieles que estaban del otro lado, en los bancos de la iglesia, mirando por una pantalla como se realizaba el cambio del manto de la Madre de los Peregrinos.

En esos momentos Rina Quiroga, fiel creyente y encargada de vestirla, colocaba el manto sagrado, preparando a la Reina del Valle con la apropiada vestimenta para las festividades tan próximas, en las que será visitada por cientos de devotos que alaban su nombre y buscan su acogida de Madre.
Y estaba Ella, en medio de un cuarto, en su camarín, y unos cuantos la observamos, la mayoría periodistas, camarógrafos y fotógrafos; también estaba Monseñor Luis Urbanc,  encargado de coronar a “nuestra reina”.

Se encontraba además, el Vicario General de la Diócesis, Julio Quiroga del Pino, cantado en voz alta todas las canciones que alaban a la Madre del Valle. Pero en ese lugar, a un costado estaba el Vicario Episcopal para el Economato Diocesano y Delegado Episcopal para el Santuario de Nuestra Señora del Valle, Domingo Chávez, quien organizó todo este evento y también, porque no decirlo, quien se emociono traicionado por sus lagrimas cuando Nuestra Patrona fue coronada.
Nadie pudo escapar de la emoción, a más de uno, no tan solo a Chávez, lo quebró la emoción. Particularmente a mí se me puso “la piel de gallina”, mientras observaba como con una delicadeza única y un amor inimaginable Rina, vestía a la Virgen. Y en el momento en que todos gritaban y aplaudían, la estaban esperando del otro lado, esperando que aparezca para poder contemplar su magnífica Belleza.

Esperanza de los pobres, Madre de los Peregrinos, Madre del Señor, Virgen del Valle, o el nombre que le quieran dar. Lo cierto es que esta figura de tan solo 42 centímetros apareció en esta tierra y permaneció en el corazón de los catamarqueños desde el 1600, cuando fue vista por primera vez, en una Gruta de Choya.
Termino el evento, ya nos cada uno partía a escribir su nota. Al llegar a la puerta, después de bajar por unas largas escaleras, había una fila de mujeres, que aguardaban el momento en el que el guardia de la puerta las dejara pasar, y poder ver a su Madre.

No hay forma de explicar la Fe que cada uno siente, no hay manera alguna de describir con palabras la emoción que le causa a cada persona que cree más allá de todo lo visible. La fe mueve montañas, y lo cierto es que todos necesitamos creer en algo, y más verídico es que esta Señora, quien hoy se vistió de gala, nos dio sobradas cuentas para creer en sus milagros.


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