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Viernes 29 de Marzo de 2024
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¿Cuales son las formas dominantes del arte actual?

En Formas dominantes, el ensayista José Fernández Vega reúne una serie de entrevistas con pensadores contemporáneos que discuten sobre estética y política y que a pesar de la explícita relación que sostiene a ambas prácticas en la actualidad, parecieran ignorarse mutuamente.
El libro, publicado por Taurus, incluye diálogos con Arthur Danto, Hans Belting, Thierry de Duve, Gianni Vatimo y Slavoj Zizek, en cada caso dispuestos de la mejor manera.

Fernández Vega es irónico, cualidad casi imprescindible para moverse en circuitos intelectuales. Doctor en Filosofía y docente en la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA), es también investigador del Conicet. Publicó, entre otros libros, Las guerras de la política, Lo contrario de la felicidad, Lugar a dudas y Promesas estéticas y mutaciones políticas en el arte actual.

Esta es la conversación que sostuvo con Télam.

T : ¿Por qué razón agrupaste a este conjunto de diálogos bajo el genérico Formas dominantes?
FV : ¡Le podría haber puesto Del otro lado del río y entre los árboles! (Dicho sea de paso, Hemingway era un maestro para los títulos, un género tan difícil, ¿no?). A grandes rasgos, se puede decir que hay títulos descriptivos y otros que aspiran a una vida independiente. El mío es quizá una combinación. La parte más descriptiva, como es claro, cae necesaria y largamente sobre el subtítulo, de modo que convenía algo breve que lo precediera. Como en las distintas charlas se trata de arte y política (y con distinto peso relativo en cada una) me parecía que Formas dominantes captaba de algún modo ambos polos.

Por otro lado, y esta es una genealogía totalmente imaginaria, me gustaba la idea de inscribir el libro junto a otros dos, muchísimo más meritorios, desde luego, con los que se comparte la primera palabra del título. El primero es Formas breves, una originalísima obra de crítica literaria de Ricardo Piglia que ya tiene unos años. El otro es Formas frágiles, un excepcional ensayo sobre estética musical de Pablo Gianera, aparecido, creo, en 2011. Inventé, para mi propio consumo (y beneficio), una trilogía de las artes, donde la mayoría de las conversaciones incluidas en este libro aportaban un momento visual. Por supuesto que lo que le cuento no es nada más que un pequeño delirio privado; y uno bastante presuntuoso, como casi todos los delirios.

T : Hablás de cierta resistencia del arte contemporáneo a ser capturado conceptualmente. ¿Podés ampliar la idea? ¿Con cuál de estos teóricos esa suerte de resistencia se sintió más, por acción u omisión?
FV : En cierto modo tu planteo remite a la cuestión anterior porque se podría reformular así: ¿Cuáles son las formas dominantes en el arte actual? Creo que Arthur Danto y Thierry de Duve hacen en este libro una serie de comentarios particularmente relevantes sobre el tema. Danto, por ejemplo, explica que lo dominante es justamente la falta de una tendencia, escuela o práctica que hegemonice el panorama de las artes visuales. Lo dominante, por tanto, es el pluralismo. Y eso deja fuera de juego la idea de vanguardia, dominante en el pasado.

No creo que en ningún caso la resistencia a la que alude la pregunta caiga del lado de los críticos o los teóricos. La resistencia la ofrece la realidad del propio arte contemporáneo. Su diversidad vuelve difícil reducirlo a un concepto. La opción que sugiere Danto resulta interesante. Pero afirmar la pluralidad del campo del arte contemporáneo no agota la cuestión porque tiene otras consecuencias. Viene acompañada de una concepción poshistórica según la cual la historia del arte, tal como la conocíamos, ha terminado. Ya no podemos esperar esa típica sucesión lineal de escuelas, maneras, agrupaciones de artistas que lanzan un manifiesto y discuten con el arte que consideran hegemónico en un momento dado. Eso se terminó. El pluralismo también implica desorientación teórica. Significa un enorme desafío para quien pretenda ordenar intelectualmente el panorama.

T : Estética y política, ¿es una dupla que siempre debatió, conversó, se ignoró, o es ahora, en el momento que tanto una como otra parecen dar algunas señales de agotamiento, que esa discusión es necesaria, teniendo en cuenta las transformaciones estructurales de los museos?
FV : Recién mencionamos la noción de pluralismo la cual, por supuesto, es una noción política asociada a la democracia liberal y a la libertad de expresión de cada individuo. De manera que ese pluralismo estético tendría su correlato en el triunfo global de la democracia liberal a partir de 1989. El arte poshistórico, a su vez, se vincula a la conocida tesis sobre el fin de la historia. Como vemos, la relación entre estética y política posee plena vigencia, pero su actualidad es de un nuevo tipo, ya muy alejada de la época en que al arte se le exigía compromiso.

Paradójicamente, esa exigencia se puede haber vuelto una convención, un protocolo curatorial o museístico, en la medida en que hoy son las instituciones mismas las que suelen demandar arte comprometido, arte político, en la tranquilidad de que por radical que sea esa clase de arte, no va a pasar nada. Esta consideración surgió en un momento de la charla que mantuvimos con Thierry de Duve para el libro.

T : ¿Por qué no elegiste a algún teórico argentina, ya sea de la estética o de la política, para incluir en esta selección?
FV : Al menos en el plano de las artes visuales, contamos en la Argentina con artistas de muchísimo relieve, pero no sé si hay un heredero o heredera de esa tradición a la vez crítica y teórica que va de Luis Juan Guerrero a Oscar Masotta y pasa por Marta Traba, Jorge Romero Brest y otras figuras tan distintas entre sí. Por supuesto que hay entre nosotros eruditos de la historia del arte y grandes conocedores de la teoría estética. Pero debemos admitir que entre ambos mundos existe poca relación.

Hay, sí, una nueva generación volcada a la historia del arte más reciente. Por otro lado, quienes se inclinan por la teoría raramente se interesan en el análisis de un artista o de una obra o del campo artístico en general. Eso marca un contraste con la situación internacional que el libro, en parte, quizá logra reflejar.

Gianni Vattimo, por ejemplo, fue profesor de estética en Turín hasta su retiro. En el reportaje incluido en el libro habla con mucha desenvoltura de la hermenéutica de (Hans) Gadamer, filósofo que fue uno de sus maestros y casi de inmediato, comenta lo que vio en la Bienal de La Habana un tiempo antes de nuestro encuentro. Esa mezcla de discursos me parece una capacidad rara entre nosotros.
Hans Belting, otro de los entrevistados, ofrece también un ejemplo,distinto pero no menos eminente, de esa conexión entre erudición histórica, capacidad especulativa e interés por el presente.

Este libro no es el resultado de una planificación, sino de una serie de casualidades que me permitieron encuentros con estas personalidades. Y más tarde me di cuenta que había una serie de temas en común en estos reportajes. De hecho, creo que en mi vida no hice muchos otros reportajes, salvo un par. No soy periodista profesional, aunque algunos reportajes surgieron a partir de encargos de la revista Ñ. Otra parte del trabajo surgió por mi colaboración con la revista de arte ramona, que publicó cien números entre 2000 y 2010. Fue una experiencia estupenda.

A propósito, permitime decirte otra cosa. En filosofía, tanto como en política, se habla todo el día de diálogo. Pero se practica muy poco. Consiste casi en una recomendación para los otros, que uno mismo no tendría que seguir. Yo no creo mucho en el diálogo, sino en la polémica abierta. Pero me alegra mucho reunir estos diálogos. Mantenerlos representó un gran privilegio para mí, ojalá pueda compartirlo a través de este libro.

T : El encuentro con Slavoj i ek tiene algunos años. ¿Cómo considerar al esloveno, un pensador de la estética, la política, etcétera?
FV : El chiste habitual sobre i ek consiste en preguntar si al menos alcanzará a leer todos los libros que escribe. Se trata de un autor muy prolífico. Desde la época en que lo entrevisté publicó no sé cuántos títulos, incluyendo un estudio sobre Hegel de más de mil páginas y otro sobre Occupy Wall Street y los problemas que ese movimiento enfrenta. Además, se entrega a reportajes de todo tipo, todo el tiempo. Yo fui a hacerle una nota periodística, que empezó como tal y se fue expandiendo y adquiriendo otra dimensión. Por eso la incluí en el libro. Es sin duda el reportaje menos ligado a la estética en sentido estricto. Incluye, sin embargo, una serie de comentarios sobre la cultura comercial. Y por supuesto hablamos bastante de política y de teoría política, que es otro de los temas generales del libro. i ek es un tipo volcánico, lleno de ideas. No medía el tiempo mientras hablábamos, simplemente se apasionaba con cada pregunta, por fútil que fuera, lo que me resultaba, como imaginás, muy gratificante. Pero a la vez ofrecía respuestas muy precisas, nada retóricas. Por momentos incluso me hace micro-reportajes a mí, me preguntaba sobre Evita, sobre Gardel. Siempre es muy divertido. Quería que le contara los chistes más sucios que circulan en la Argentina. Estaba lleno de curiosidad. Se le suele recriminar que se repite. En parte es posible. Pero nadie lo puede acusar de soslayar las novedades que las coyunturas políticas le ponen enfrente, o el intento permanente de descifrar la época a través de las novedades de la cultura de masas. No se puede decir lo mismo de una cantidad de filósofos. Por otro lado, ¿por qué no lo vamos a tomar en serio? ¿Acaso porque es divertido y a la vez tiene tanto nivel y tanto interés por comprender a su tiempo histórico? Estaríamos reproduciendo el cliché habitual sobre los intelectuales.

T : Se habla de posestética, pospolítica, transiciones a no sé qué nuevo horizonte conceptual (y político).
FV : El prefijo pos prolifera, sin duda. Lo evocamos hace un momento cuando hablamos de lo que dijo Danto en la entrevista incluida en el libro en relación a la situación pos-histórica del arte del presente. Podríamos hablar mucho del asunto. Hay gente que odia la sola mención al pos-modernismo. Yo tampoco conozco qué nuevo horizonte conceptual está a punto de advenir, decís. ¿De dónde extraería una evidencia en esa dirección? ¿Quién puede imaginar ese horizonte?
No me cuento entre quienes celebran el fin del modernismo, pero tampoco me empecino en negarlo. Vattimo tiene una posición firme sobre este punto. El mundo de las certezas en el que se movían las ideas hace, digamos, medio siglo, pasó de largo. Vivimos en una época sin fundamento. Pero eso es positivo, porque disminuye la violencia asociada a las certezas, a la vigencia de una razón inmóvil, imposible de discutir. La expansión de esta visión nos hará más humanos y afectará tanto a la religión como al arte y la política, asegura Vattimo. El Dios violento del Antiguo Testamento se volverá más afectuoso, se encarnará todavía más en un ser humano. Vattimo sostiene una posición muy original. Es a la vez comunista y católico. De hecho, explica que es comunista porque es católico, y viceversa. Desde luego, podemos anteponerle el prefijo de rigor: pos-comunista y pos-católico. Desde una mirada tradicional y rígida, todo esto podría resultar confuso. Me alegraría que el libro contribuyera a difundir unas miradas clarificadoras.

Fuente: Télam

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