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Jueves 25 de Abril de 2024
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Cuando cae el sol, ellos conviven con el peligro

Quienes trabajan de noche son blanco preferido de los delincuentes, pero muchos aprenden a cuidarse y recurren a los amigos y a las rejas. La nocturnidad es socia muchas veces del delito. En distintos comercios los empleados tienen que manejar dinero y son como un imán para los asaltantes.
(DIARIOC, 28/11/2010)Poco a poco, la ciudad comienza a dormir. En las casas las luces se apagan, y el intenso tránsito va desapareciendo. Algunas cuadras parecen vacías. Otras, en cambio, conservan el movimiento del día. Y allí están ellos, los que le ponen la cara a la noche para "ganarse el pan", a pesar de estar expuestos a los asaltos. Son los playeros de estaciones de servicio, propietarios y empleados de drugstores, cibers y gomerías, que trabajan codeándose con el peligro cada vez que el sol se esconde.

En avenida Francisco de Aguirre y Muñecas hay una estación de servicio de GNC. "Hace tres años que trabajo aquí, siempre por la noche. A pesar de que estamos cerca del asentamiento que está al costado del Canal Norte, nunca nos asaltaron", contó José Palacios.

Luego de atender a un cliente, Ezequiel Juárez se sumó a la charla. "Lo que pasa es que nosotros ya los conocemos. Incluso, a veces vienen a cambiar plata. Ellos (por los ladrones) pasan y saludan", dijo. Sin embargo, reconocieron haber presenciado arrebatos y robos. "A veces paran a los ciclistas y les quitan las bicicletas", comentó Juárez.

En avenida Francisco de Aguirre al 1.500, Angel Carballo revisa una rueda de una camioneta. Hace tres años instaló su gomería allí, y aunque dijo que nunca fue víctima de un robo, reconoce que hay muchos arrebatos por la noche. "Atiendo las 24 horas y casi no se ven policías por aquí. Los móviles vienen cuando necesitan parchar una goma gratis, pero eso se acabó: no hay más colaboración. Porque cuando uno los necesita, nunca están", expresó enojado Carballo.

La estación de servicios de Ejército del Norte y Francisco de Aguirre tiene custodia permanente por las noches. Desde hace cuatro años, el agente Víctor Cisterna acompaña a los playeros en el turno nocturno. "Nunca tuvimos problemas, pero afuera sí se ven robos. Escapan por el canal o por las vías", contó Leandro Sánchez. Según comentaron, frente a la parada de la línea 19 hay una consigna de la Patrulla Motorizada durante el día. "Pero roban a una cuadra. Y cuando los motoristas cambian de lugar, los ladrones también", manifestó Cisterna.

La cicatriz de un robo

Sebastián Molina es propietario de un drugstore en avenida Bulnes al 1.500. Dos vecinos le hacen compañía hasta que sea la hora de cerrar. Molina muestra las cicatrices que le dejó en su mano derecha un intento de asalto. "Hace unos años entró un changuito que quiso asaltarme. Me apuntó al pecho con una pistola y me le abalancé. Conseguí cubrirme con la mano y la bala me cruzó la mano", contó. A pesar del dolor, redujo al ladrón, hasta que llegó la Policía.

Una cuadra más adelante, en Bulnes y Paraguay, Andrés Parrado atiende el drugstore junto a otras tres personas. Afuera, un grupito que terminó de jugar al fútbol se refresca con gaseosas. "Ahora tengo la puerta abierta porque somos varios. Pero a nosotros ya nos asaltaron tres veces a mano armada, y una vez rompieron la reja cuando el negocio estaba cerrado", dijo.

Molina y Parrado coincidieron en que rara vez se ve a la Policía por la noche. A pocas cuadras, en avenida América e Italia, Roberto Olea tiene una versión distinta. "La Policía si pasa. Hace cinco minutos pasó una camioneta. A los dueños anteriores sí los asaltaron a la noche. Yo tuve la suerte que nunca me robaron", expresó Olea. Pero no se confía. Cuando observa que personas que no conoce merodean por el local, baja las persianas y atiende por la ventana.

Vecinos solidarios

"Tuve problemas con una señora que me pagó con un billete falso. Me amenazó con que su marido me iba a matar. Llamaba a la Policía y no me atendían. Hablé a Defensa Civil y me dijeron que le avisaban a la Policía. Nunca vino nadie", contó Fernando, dueño de un quiosco en Coronel Zelaya al 1.000. "Aquí los vecinos no hacen la vista gorda. Si ven que le roban a alguien, lo persiguen al ladrón y lo reducen. Como no hay policías, tenemos que defendernos solos", dijo.

En avenida Independencia y O’Higgins hay un ciber y un drugstore, uno al lado del otro. Pertenecen a Sergio Astorga, que tuvo que utilizar sus conocimientos en artes marciales para reducir a un ladrón. "Entró al ciber y quiso robar. El no vio que yo estaba atrás. Salí y lo reventé contra el vidrio", dijo Astorga desde el drugstore. En el ciber, Hermes Gutiérrez afirmó que, después de las 22, no deja entrar a personas desconocidas. "Sólo clientes", aclaró.

"Al principio uno tiene miedo. Pero después te acostumbrás. Desde las tres vienen taxistas a lavar los autos y nos hacen compañía", dijo Rubén, playero de la estación de GNC ubicada en Alsina y Chacabuco. Dos meses después que comenzó a trabajar de noche en el estacionamiento de Córdoba y Salta, a Emilio Puig intentaron asaltarlo. "Estaba pintando la pared arriba de una escalera y por la ventana veo una mano con una pistola. Me pedía que le entregue la plata. Yo me pegué contra la pared. Quedé aterrorizado. Por suerte la policía lo atrapó", dijo.

Cuando la ciudad despierte, ellos volverán a casa a descansar. Hasta que el sol vuelva a caer detrás de los cerros y ellos, una vez más, deban enfrentar los peligros de la noche.

Fuente: lagaceta.com.ar

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