En el prólogo del libro, editado por el sello Proa, el autor no oculta el orgullo de haber trabajado junto a reconocidos nombres del periodismo local como Gregorio Selser, Jorge Calvetti, Oscar Hermes Villordo, Mirta Arlt y José González Carbalho.
"Trato de aparecer lo menos posible y dar prioridad a la historia personal y los juicios del entrevistado, no los míos"
El diálogo con cada personaje implica un modo de encarar el reportaje; Requeni, quien confiesa que le hubiera gustado entrevistar a Chaplin, Gandhi y a Antonio Machado, define el suyo: "Trato de aparecer lo menos posible y dar prioridad a la historia personal y los juicios del entrevistado, no los míos".
En "Temas y Personajes" las notas cobran mayor espesor cuando el autor recrea el clima de la entrevista: "Admiro los reportajes de Truman Capote en los que además de las preguntas y respuestas está la revelación del entorno, el carácter y la personalidad del entrevistado. Creo haberme aproximado a ese propósito, así como el recrear el momento y las circunstancias en que el diálogo se desarrolló".
Muchos de los textos del libro -que agrega crónicas y relatos de viaje- tienen que ver con España, debido a que Requeni, "hijo, nieto y tataranieto de valencianos", nació en Buenos Aires pero pasó los primeros años de la infancia en Valencia, por lo que se considera "hijo de la literatura española, de los poetas del Siglo de Oro y de ese otro siglo de oro moderno que fue la generación española del 27".
De sus entrevistas se desgajan anécdotas jugosas, como cuando Neruda le confesó ser el autor de Los versos del Capitán: "Lo entrevisté en 1958, cuando aún no se había revelado quién era el autor de ese libro aparecido en 1952 como de autor anónimo. Lo escribió para Matilde Urrutia, estando casado con Delia del Carril. Y en aquella entrevista, el poeta, recientemente separado, por primera vez hizo pública su autoría".
Requeni recuerda otro momento especial: "Fui el único que consiguió hacerle un reportaje a Gabriel García Márquez cuando vino a Buenos Aires en junio de 1967, invitado por Primera Plana, como jurado junto a Leopoldo Marechal y Augusto Roa Bastos del concurso de novela organizado por esa revista. Pude hacerlo gracias a los buenos oficios de una amiga común: Beatriz Guido".
Su entrevista a un Borges con visiones contrarias sobre la obra de Leopoldo Lugones, es otro pasaje interesante del libro: "Le pedí por teléfono aquella entrevista, con motivo del centenario de Lugones, y puso una condición, dijo: ´para hablar bien de Lugones´".
Borges, prosigue Requeni, "lo había criticado durante su juventud -en "El tamaño de mi esperanza" le dedica un brulote- aunque con el paso de los años se arrepintió y hasta prohibió la reedición de aquel libro".
En esa entrevista Borges brinda un dato poco difundido: "Dijo que a Lugones no le gustaban los poemas que él escribía porque consideraba imprescindibles para la poesía el metro y la rima, y en esos años Borges cultivaba el verso libre ultraísta.
Poco después abjuró del ultraísmo y se reconcilió con Lugones, en quien creía ver la cifra de toda la literatura argentina posterior".
Con otro de los personajes del libro, el escritor español Camilo José Cela, tendría Requeni "una gran decepción"; el entrevistado que decía haber sido amigo del poeta Miguel Hernández, confinado por el franquismo, años más tarde se postuló para servir a ese régimen".
"Charlamos mucho en los años 70, se dio una corriente de simpatía y me dedicó muy afectuosamente su ´Viaje a la Alcarria´. Cuando trascendió que durante la Guerra Civil se había ofrecido a Franco como espía, no lo creí, hasta que vi la carta en la que se postulaba como informante de la policía. Considero a Cela el mejor prosista español de la segunda mitad del siglo XX, pero tuvo una conducta despreciable", califica.
"Temas y Personajes" recoge, además, notas periodísticas que colocan en primer plano a personajes relegados: "Me interesa rescatar a aquellos que, aunque olvidados, forman parte de la mitología porteña como Carmencita Calderón, la última compañera de baile del ´Cachafaz´, o el organillero Héctor Manuel Salvo, quien paseó por última vez su caja musical y sus cotorritas por las calles de Buenos Aires".
En esa misma línea rescata a Samuel Glusberg, intelectual de gran valía por su obra y por haber sido un gran difusor cultural: "¿Quién lo recuerda hoy? Firmó libros de cuentos y ensayos con el seudónimo de ´Enrique Espinoza´, en su editorial Babel publicó libros de Quiroga, Storni, Martínez Estrada, Nalé Roxlo y Luis Franco entre otros muchos autores de primera línea, en una etapa argentina de gran fervor cultural".
Otro personaje rescatado por Requeni es el polaco Janus Korczac, quien prefirió la dignidad a la salvación: "Había leído un libro sobre este maestro que escapó del ghetto de Varsovia y que eligió permanecer con sus alumnos judíos y marchar con ellos hacia los hornos crematorios.
Lo recordé cuando vi el filme ´La lista de Schindler´; busqué más información y escribí la nota".
Fuente: Télam
