Catamarca
Viernes 19 de Abril de 2024
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Cultura disco, último aliento integracionista en Estados Unidos

Leticia Pogoriles

Detrás de la frivolidad de las celebridades que bailaban al ritmo de la música disco, el periodista Peter Shapiro revela en un libro la historia pocas veces contada de este género nacido de la convergencia de las culturas marginales de homosexuales, afroamericanos e inmigrantes latinos e italianos en los 70 en Nueva York.
"La historia secreta del disco. Sexualidad e integración racial en la pista de baile", es el nuevo ensayo editado en Argentina por Caja Negra que rastrea el origen de la cultura disco en las luchas por los derechos civiles, el Black Power, la edad dorada del soul, la revolución sexual, la psicodelia y focaliza en los instrumentos que cambiaron el paisaje de la música para siempre.

El sexo, la pista, las mezclas y la moda de la cultura disco nacieron al calor de la crisis y de la revolución sexual y racial. "El disco -esa música que ahora recuerda sobre todo a coloridas megafiestas y chicas bailando- sólo podría haber emergido de las oscuras profundidades de una sociedad al borde del colapso", escribe sobre esta colisión entre el soul y la cultura gay.

Shapiro, periodista de rock especializado en música negra, cuenta la historia del disco, que al mismo tiempo fue "la cumbre del glamour, la decadencia y la indulgencia. Aunque bien puede haber brillado con resplandor diamantino, hedía a mierda. Cualesquiera hayan sido sus barnices de elegancia y sofisticación, nació, como un gusano, de los restos putrefactos de la Gran Manzana".

Sin concesiones inicia un relato del contexto social, histórico y político de los primeros años de la década del 70 en Nueva York que era "una abreviatura para todo lo que estaba mal en los Estados Unidos. Un pozo séptico de degradación moral y espiritual, un patio de juegos para traficantes de drogas, proxenetas y policías corruptos".

El flower power estaba marchito, los rostros de la izquierda como Martin Luther King habían sido asesinados, ya nada quedaba "de los manifestantes por los derechos humanos, los cantantes de protesta, los activistas anti-guerra y la nación Woodstock, nada quedaba tampoco de su espíritu de inclusión, participación y democracia en acción", describe.

"Una cierta mentalidad paranoica reemplazó al ´gran consenso´ que había caracterizado previamente la vida americana" y surgió la inmigración flexible pero sin trabajo, las huelgas, la corrupción policial y los efectos sociales y devastadores de Vietnam. Para 1975 Nueva York tenía un déficit de tres billones de dólares.

Entonces, mientras el cadáver de la infraestructura neoyorquina se descomponía, "sus artistas y músicos producían un mar de fondo de actividad creativa que se proponía reclamar la ciudad para sí otra vez", cuenta Shapiro sobre esa idea germinal.

Algunos eran los chicos reunidos en las fiestas al aire libre en Bronx que manipulaban dos copias del mismo disco en un par de bandejas colgadas de la energía eléctrica.

También en hoteles y ex iglesias, "los gays, los negros y los latinos se entregaban a la exaltación de los condenados mientras bailaban al ritmo de un nuevo estilo de música sincrética que estaba siendo confeccionada por los DJs", dice sobre esta "bestia centelleante que se elevaría del corazón agusanado de la Gran Manzana y que fue la música disco".

El antecedente al disco se dio en la Alemania nazi con los Swing Kids, jóvenes de clase media apolíticos, "punto de emergencia de la estética disco" e influenciados por la "depravada música negra judía americana y salvaje", decían los seguidores de Hitler.

El twist y el baile social ya daban vueltas por el mundo y Nueva York pedía a gritos una contracultura, así surge el disco. "El género más populista", indica Shapiro porque "la audiencia es la verdadera estrella del espectáculo, uno de los aspectos más subversivos".

Para el autor, esta música fue la banda de sonido que acompañó la reivindicación de los derechos civiles gays. Por eso, no sólo narra la participación homosexual en el movimiento disco, sino que también historiza sus fuertes acciones activistas en esos años.

"La cultura disco se trató en totalidad de romper cadenas de la vergüenza que habían aprisionado a los gays por siglos, fue una declaración salvaje contra el principio según el cual el placer solo podía ser seguido por la culpa y el desprecio", indica.

El cambio social radical en los 70 lo introdujeron "los licenciados en química" con la píldora anticonceptiva y el disco también se encargo de catalizar esta nueva resistencia política con la intensa sexualización del baile.

Para explicar esto Shapiro recurre a pensadores como Deleuze, Hocquenghem y Guattari y retoma el concepto de "la revolución maquínica" aquello que sucede cuando "el deseo es liberado y los humanos devienen en ´máquinas deseantes´", una forma potente que toma esta cultura.

El disco, en definitiva, fue "el último aliento del integracionismo en los Estados Unidos y su estética pluralista ha actuado como un faro para los productores que hoy están reaccionando contra el apartheid musical. Se trató y se trata de inclusividad y comunidad (...), de la democracia de la pista de bailes más que de falsos ídolos del escenario".

Este libro indaga en las raíces y en el impacto de aquellos emblemáticos clubes como Studio 54, The Loft, Le Jardin o Paradise Garden y de artistas como Village People, Bee Gees, Gloria Gaynor, Donna Summer, The Supremes, Larry Devan, David Macuso y Giorgio Moroder que le dieron un "nuevo sentido a la idea de comunidad".

"La historia secreta..." es un imprescindible aporte para entender cómo se estableció, aún con los embates del conservadurismo de los ochenta, lo que hoy se conoce como cultura y música dance.

Fuente: Télam

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