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Jueves 18 de Abril de 2024
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De bengalas y vidas perdidas

Otra muerte absurda y evitable enluta al rock. Y reabre un debate en el que se dirán miles de palabras, se publicarán ríos de tinta, se poblarán mesas con gestos adustos y frases de ocasión. Mientras la justicia ya hizo una inspección ocular en el lugar de la tragedia, Miguel Ramírez ya es uno más en la infame lista de muertos.
(DIARIOC, 10/05/2011) Y uno menos entre los suyos y "Los mismos de siempre" . Y por lo mismo de siempre.

“Adentro queda un cuerpo, la bengala perdida se le posó allí donde se dice gol. Dejaron todo bajo el vendaval, y huyendo en el lodo no se supo más. Bajo la lluvia el chasis se pudrió, y así también la criatura de dios”. Luis Alberto Spinetta.

El tema "La bengala perdida" se inspiró en la muerte accidental de un hincha de Racing en la cancha de Boca en 1983 cuando una bengala cruzó la vieja Bombonera y se incrustó en la carótida de Roberto Basile.

Entonces, la letra del Flaco Spinetta bien podría obrar como fe de erratas. Y donde decía "la bengala perdida se le posó allí donde se dice gol" debe decirse Rock.

Porque Miguel Ramírez, de 32 años, padre de dos hijas y uno por venir, había ido a un recital de rock, a llenarse la garganta de rock, el pecho de rock, a que se le ponga la piel de gallina por el rock. Pero no. “Adentro queda un cuerpo” y adentro de ese cuerpo frenó su rauda marcha esa bengala de ultramar que nada tenía que hacer en el marco del Autódromo de La Plata donde al parecer se sintió muy a gusto. “Me pasó a cinco metros. Era un bólido rojo que se nos venía encima” graficó Anabel Corpacci, una de las 50 mil asistentes, una de las que debió soportar cinco cacheos previos. “Tuve que correr de una manotazo a una chica que estaba al lado mío porque se la llevaba puesta” amplió Claudia Kaminsky quien junto a su esposo Hernán y otros amigos vieron sin poder creerlo como el magma incandescente seguía su loca marcha que acabaría en el cuello de Ramírez donde ahora "adentro queda cuerpo". Adentro de un cajón por culpa de otro maldito bengalero.

Malditos bengaleros. Porque la bengala es un artefacto. Ni bendita ni maldita. Un objeto que utilizado en su marco acorde, para el que fue creado, una bengala naval, guía barcos, señal en ultramar. Nada tenía que hacer en el marco de un recital del rock con el recuerdo siempre presente de República Cromañón ya sea porque el rock todo - más allá del barrial, chabón, cabeza o como quieran llamarlo - carga con ese lastre. O por el accionar de la Justicia, que viene dando sobradas muestras su inacción, desidia e inoperancia. Los consecuentes cambios de carátulas, de monto de penas y de tipos que ayer son absueltos, hoy culpables, mañana quién sabe, y siempre en libertad así lo demuestra.

Entonces, proponer que se prohíba su venta, como sugiriera Indio Solari antes de que donde había un cuerpo hoy haya un cadáver, en un país que hace de la anomia – no respetar las leyes, eludirlas, evadirlas – su modo de vida que troca en formas de muerte, suena tan ingenuo, como engorroso e idealista. Además si se sucedieran por ejemplo, casos de violencia doméstica con el uso indebido de cuchillos de cocina. ¿La solución sería dejar de fabricarlos?.

Quien firma debe además hacer su mea culpa ya que en 2008 en ocasión de un recital del Indio en Tandil, justificó el uso de las bengalas al aire libre. “(...) Así entre la tormenta que quedó en amagues, la niebla y las bengalas que al aire libre pierden el aura maldita, se gestó un preludio épico... (…). Y se equivocó porque "el aura maldita" se hizo presente. Y con toda su maléfica carga.

Previo a la muerte de Ramírez, “La Renga” emitió un comunicado y decidió cancelar el show del Chaco previsto para el pasado sábado. Dos días después Ramírez dejaba esta tierra y a una banda, que nada puede hacer al respecto, en un paréntesis quizá con respecto a su gira que tras el frustrado recital en Resistencia iba a hacer escala en Montevideo con la presentación de su último trabajo.”Algún Rayo”.

Todo por culpa de algún bengalero. Como si la tragedia impune de Cromañón no se hubiera llevado 194 vidas inocentes. Bengalero furtivo, porque de él jamás sabremos, al igual que el del boliche de Once. Porque seguramente como dice la letra del Flaco en una noche lluviosa, "huyendo en el lodo no se supo más". Dejando todo, a Ramírez mismo agonizando, bajo el vendaval.

Todo por culpa de algún bengalero. Y de alguna de bengala.

A 28 años de que un estadio una tronchara la vida de un hincha. A casi siete de Cromañón y sus 194 víctimas.

Alguna bengala que se posó en Ramírez allí donde decía, cantaba, gritaba y sentía Rock. Bengalas que se cargaron ya a 195 inocentes rockeros. A "otra criatura de dios".

Uno más por otro maldito bengalero. Uno menos. Uno más y nos nos jodan más.

Por Sergio Corpacci
Fuente: 26noticias.com.ar

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