Un estudio del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idea) destaca un fenómeno que no deja de ser contradictorio: mientras menos parejas deciden formalizar sus relaciones, importantes derechos y obligaciones siguen reposando sobre esta institución. El matrimonio pierde adeptos año a año. No sólo menos personas se casan sino que además hay más solteros sin pareja, lo que habla de un alejamiento de todo lo que significa formalidad en las relaciones.
Los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec, que toma Idesa para su estudio, permiten medir el fenómeno en los últimos 35 años. Señala que en la Ciudad de Buenos Aires y en el conurbano bonaerense, en 1974, el 65% de las personas mayores de 20 años estaban casadas, mientras que en 2009 sólo el 41% había pasado por el Registro Civil. Al referirse a la situación de estar o no en pareja, en 1974, el 30% de los mayores de 20 años declaraba estar solo; y 35 años después la soledad se ahonda más con 40% de varones y mujeres que admite no tener novio, ni marido ni nada que se le parezca .
El concubinato es una figura que se fue haciendo cada vez más común. Hace tres décadas y media (en 1974) la decisión (o aceptación) de vivir al margen del matrimonio apenas llegaba al 5% de la población mayor de 20 años. Pero ya el año pasado las parejas en esta situación alcanzaban el 19% del universo de parejas en Buenos Aires.
En Tucumán
Según datos proporcionados por Jorge Colina, economista jefe de Idesa, en Tucumán, en el Gran Tucumán y Tafí Viejo, la mayor cantidad de personas que viven en concubinato está en la franja etaria de 31 a 40 años (23%). El mayor número de personas casadas (62%) tiene entre 51 y 60 años y el porcentaje va disminuyendo de acuerdo con la edad. Entre los más jóvenes (20 a 30 años) es común ver más chicos "juntados" que casados legalmente. Pero si se toma la totalidad, la Encuesta Permanente de Hogares de 2009 señala que el 40% de los tucumanos está casado; el 17% vive en concubinato, el 31% es soltero, el 6% es separado y el 7% es viudo.
El estudio de Idesa destacada que en la medida en que los derechos no se adecuan a la dinámica social, se producen costos sociales, conflictos e injusticias. Como ejemplo, señala que las normas previsionales otorgan el derecho a los convivientes a obtener una pensión en análogas condiciones que el cónyuge. Sin embargo, al ser una situación de informalidad, el ejercicio de ese derecho queda condicionado a la discrecionalidad del funcionario que tiene la potestad de definir la validez de las pruebas. Idesa plantea la necesidad de una urgente adaptación a la realidad social.
Fuente: La Gaceta