Catamarca
Sabado 20 de Abril de 2024
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Después de treinta años encontró a su padre en un taxi y decidió contarlo en un libro

El libro tiene el condimento de una tí­pica novela pero la historia pasó en la vida real y lo cuenta su protagonista Carolina Ortega en Taxi. Cómo encontré a mi papá después de 30 años, donde relata el reencuentro -que tuvo lugar en una locación tan fortuita como un auto- con el hombre que abandonó a su familia cuando ella era una nena.
"Es una especie de diario desde el momento en que mi papá se fue de casa hasta el reencuentro", explica en una entrevista con Télam la protagonista de la historia que salió a la luz luego de comentar a través del Twitter lo que pasó aquella noche.

"Soy una chica como cualquier otra, pero muchos me conocieron porque me convertí­ en una suerte de leyenda urbana" comenta la escritora en el texto editado por Reservoir Books.

La infancia de esta escritora nacida en 1976 estuvo marcada por el infortunio: con un padre ausente y una madre obligada a repartir su tiempo entre el cuidado de los hijos y el trabajo fuera del hogar, la joven y su hermana padecieron durante años el descuido y hasta un intento de abuso sexual por parte de algunas de las niñeras y cuidadores ocasionales que transitaron por su infancia.

Con el correr de los años, trabajó como moza, telemarketer y vendedora en una inmobiliaria. Estudió Periodismo y Ciencias Polí­ticas y actualmente asesora en comunicación a polí­ticos y empresas.

"Un día estaba trabajando y mi tí­o me enví­a un mensaje: 'a tu mamá la asaltaron'", narra Ortega, quien entonces salió corriendo a la calle y tomó un taxi hacia su casa para buscar dinero y con el mismo auto -por gentileza del conductor que le aseguró conocer Temperley- se dirigió el domicilio de su madre en medio de llamados, mensajes de textos, nerviosismo, miedo y angustia por el robo sufrido.

"Pasaron unos 25 minutos -repasa en el libro-, los llamados cesaron y se me ocurrió mirar alrededor. Entonces miré hacia delante y me choqué con el rostro del taxista en el espejo retrovisor. No podí­a creerlo. Cerré los ojos y apreté fuerte los párpados, abrí­ y volví­ a mirar. Tenemos los mismos ojos. No habí­a dudas".

"Miré de nuevo hacia afuera, se me dio por observar el cielo. Respiré hondo y escribí­ un mensaje de texto a Aki, mi mejor amigo: 'No sabés lo que está pasando: el que maneja el taxi que me lleva a casa es mi viejo'", recuerda.

Esa noche escribió unos diez tweets, relató lo sucedido sin saber que su historia recorrería -literalmente- el mundo. A las pocas horas la noticia salió en los medios y de todas partes le mandaron mensajes de adhesión en los 140 caracteres que impone esa red social.

¿Qué te llevó a escribir tu experiencia? "Al principio no lo veí­a cómo un libro pero la gente a través de las redes comenzó a contarme qué le había disparado mi historia: un padre decidió retomar el ví­nculo con sus hijos, otros hijos me decían que estaban deseosos de reencontrarse con alguno de sus progenitores a los que no veí­an hací­a añares", sostiene.

En su libro, Ortega no sólo se limita a contar los entretejidos familiares autobiográficos, sino que va mechando condimentos cotidianos que llevan al lector a recordar sitios, canciones y sensaciones de una época donde la democracia comenzaba a ganar las calles y el miedo poco a poco iba quedando de lado.

"Me costó varios meses hasta que le encontré la vuelta y lo escribí­ en un mes, en una 'casita' de Colonia. Muchos de mis amigos 'escritores de verdad'-asegura- me aconsejaron madurarlo un poco más, pero yo sabí­a que ya estaba listo, salió casi sin retoques", admite orgullosa.

Ortega recuerda que durante el proceso de escritura somatizó "como le pasa a todas las personas que racionalizan mucho las cosas. El cuerpo es el que te pasa factura: tuve gastritis, dolores varios... fue duro".

¿Cuál fue el momento más difícil? "No sé si hubo un momento más duro en particular porque el libro tiene muchas situaciones de humor que hacen que los momentos duros pasen un poco más dulcemente, pero si tengo que detallar alguno, creo que fue el capí­tulo en el que hablo de la enfermedad de mi abuelo porque es el más reciente y la agoní­a fue muy larga".

¿Y tu madre qué dijo cuando le contaste del reencuentro con tu papá? "Mamá es una mujer de pocas palabras pero me afirmó que ella sabí­a que me lo iba a cruzar en la vida, pero sobre todo querí­a saber cómo estaba yo con el tema, porque sabí­a de mi dolor. Ahora está entre contenta y pudorosa porque no le contó a nadie que la que sale en la tele presentando el libro, es su hija".

¿Lo seguí­s viendo a tu papá? "Sí­, seguimos en contacto. Luego de ese primer encuentro en el taxi, nos vimos una tarde de lluvia. Llegó más tarde y me habló como si hubiésemos estado juntos hace dos dí­as".

"Ese dí­a no quise hacer un pase de factura querí­a que hable él, que me cuente de su vida -apunta-. Así me enteré que tengo hermanos a los que también abandonó a la misma edad que lo hizo conmigo y mi hermana. Yo le pregunté varias veces sobre su infancia y qué le pasó a él a los siete años, porque estoy con eso de las sincronías y quería saber si él también había sido abandonado de chico. Fue una charla intensa".

"Así­ como mi madre nunca me habló mal de él, lo que me llamó la atención es que mi papá me reafirmó muchas veces que él sabí­a que ella iba a ser una buena madre, como si eso cambiara la cosas", apunta.

"Fue una especie de sanación escribirlo y hasta una redención contar esa parte de mi historia y me di cuenta que podí­a llegar a hacerle un click a alguien", sostiene Ortega.

Fuente: Télam

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