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PANORAMA ECONÓMICO: EL COSTO DE LAS MENTIRAS

Destruir el INDEC devaluó la palabra oficial y condujo a errores de gestión

La recesión de 2009 fue borrada de la estadística y costará –como mínimo– u$s300 millones más en pago de deuda por el cupón PBI. Para el matrimonio presidencial los informes de Guillermo Moreno y Canal 7 son "verdades necesarias".

(DIARIOC, 10/04/2010) Desde 2007 el INDEC dibuja los índices de inflación. Al subestimar el aumento de los precios, también minimiza groseramente los niveles de pobreza e indigencia, a la vez que difunde datos falsos sobre la distribución del ingreso.

Según el INDEC, en el segundo semestre del 2009 la indigencia era del 3,5%, un nivel equiparable a 1974, antes de que la dictadura moldeara a fuego el país de la “miseria planificada”. No es consistente con otros índices: antes del Rodrigazo, desempleo y desigualdad eran un tercio de los niveles actuales; el trabajo en negro menos de la mitad; y según el profesor Javier Lindemboim los asalariados se apropiaban casi del 50% de la torta del ingreso contra el 34% en estos años.

Si aún antes de lanzarse el subsidio a la niñez, la indigencia alcanzaba verdaderamente solo al 3,5% de la población ¿para qué se anunció entonces ese plan en diciembre? La asignación por hijo es una medida imprescindible justamente porque la realidad es muy diferente a la que describe la estadística oficial: el 10% de la población (4 millones de personas) vivía en diciembre último bajo la línea de indigencia.

El INDEC dice también que la pobreza descendió al 13,2% de la población frente al 30% –12 millones de personas— que estiman respetados académicos de la UBA y hasta consultores K que viven de los contratos del Estado.

Para los expertos, desde fines de 2007 por la inflación –y el año pasado también a causa de la recesión—la pobreza y la indigencia aumentan, revirtiendo parte de las mejoras sociales logradas entre 2003 y 2006. En el relato oficial, en cambio, la inflación anual nunca superó el dígito y, por lo tanto, pobreza e indigencia continuaron retrocediendo en los últimos tres años.

La destrucción del termómetro del INDEC devaluó la palabra oficial ante la sociedad. Pero además condujo a graves errores de gestión, como fue desmontar los planes sociales confiando en que el crecimiento y el mercado de trabajo por sí solos terminarían con la exclusión social.

Según un estudio de Gisell Cogliandro, de la Fundación Siena, en 2008 y 2009, los programas sociales focalizados representaron apenas el 1,8% y 1,9%, respectivamente, del gasto público total, frente al 6,6% que acaparaban en 2003; el 5,4% en 2004; y el 3,5% en 2005. Recién en 2010, gracias a la asignación por hijo, los planes sociales recobrarán peso: el 4,9% del gasto presupuestado.

La repetición mes a mes de la mentira del INDEC es algo inexplicable para periodistas que militan en la causa kirchnerista, Hugo Moyano, desconcertados funcionarios, el presidente provisional del Senado, José Pampuro, y ex ministros como Lousteau, Peirano, Massa, y Alberto Fernández, entre otros.

Cuenta el ex ministro de Economía Miguel Peirano que a fines de 2007, en una tensa reunión con Néstor, Cristina y Moreno, pidió cesar con las persecuciones en el INDEC. Propuso recuperar la reputación del organismo, trasparentando los métodos de medición, y nombrando a un prestigioso economista como director. Sugirió a Mercedes Marcó del Pont y a Aldo Ferrer, insospechados de opositores por razones obvias. Pero Néstor dijo no.

Para el matrimonio presidencial los datos del INDEC son verdades necesarias para contrarrestar las falsedades de los medios privados. Esas verdades solo pueden ser custodiadas por alguien de extrema confianza, un soldado como Moreno.

Como suele decir un ex Jefe de Gabinete, desde que empezó la guerra con Clarín, el Grupo solo ve días lluviosos. Néstor, al revés, quiere todos días brillantes, soleados, como los informes económicos que publican el INDEC y Canal 7, todavía con menos sutiliza en la pantalla que los garabatos de Moreno en el papel.

Al mismo tiempo que subestima la inflación el INDEC también sobreestima los datos del producto bruto interno, la riqueza que crean todos los años los argentinos.

En 2009 el derrumbe del nivel de actividad sobrepasó todos los pronósticos. Según Miguel Bein, por estos días el consultor favorito de los comunicadores K, en 2009 el PBI se contrajo -2%. Para Buenos Aires City, el centro de estudios de la UBA donde se refugiaron los técnicos desplazados por Moreno, la caida fue del -3%. Otros economistas, como Roberto Frenkel, estiman el ajuste en -4%.

Para una economía que en el 2008 todavía crecía arriba del 7%, la recesión significó –punta a punta—una contracción del producto de casi 10 puntos, equivalente a la recesión del efecto tequila.

La inversión se desmoronó -12,7; las exportaciones, -20,4%; el consumo

-0,5%; la producción industrial, -5,9%; la producción automotriz -14,1% (con un derrumbe en el primer semestre superior al -30%); la producción de cemento, -3,6%; la producción de acero, -27,6%, etc, etc.

El INDEC reconoce el año pasado la destrucción de 100.000 puestos de trabajo. Pero esa cifra no cierra con los registros de aportes previsionales de las empresas en Afip, ni con las mediciones sectoriales de empleo. Según el CENDA, un centro de investigaciones económicas afín al kirchnerismo, se perdieron en realidad 350.000 empleos, principalmente en la construcción (80.000 puestos menos), la industria (- 56.000 empleos), bancos y otros servicios.

Desde noviembre último varios sectores empezaron a recuperarse desde el pozo, tendencia que se consolidó en el primer trimestre de este año. Como en tantos otros temas la historia no puede borrarse. Es el nuevo punto de partida. Por eso, pese a la reactivación, en la mayoría de los sectores industriales la producción todavía es inferior a la de dos años atrás, durante el primer trimestre de 2008, previo a la recesión.

Sin embargo, el INDEC reescribió la historia sin recesión: en 2009, el PBI creció 0,9 por ciento. Y la pantalla de Canal 7 se encarga de reproducir hasta el infinito esa “realidad”. En vertiginosa edición, borran casi un año de la historia, saltean los indicadores de la recesión y destacaron solo los días soleados, las cifras de la reactivación del consumo del verano, o el éxodo turístico de Semana Santa.

La última picardía de Moreno también tendrá su costo. El 15 de diciembre de 2011, cinco días después de su asunción, el próximo Gobierno deberá afrontar el vencimiento del llamado “cupón PBI”, cuyos pagos están atados al crecimiento de la economía en los años previos. Por haber dibujado los números del producto de 2009 el Estado deberá pagar, como mínimo, unos U$S 300 millones adicionales en 2011. Así, por ejemplo, si en 2010 se creciera al 5%, se deberán pagar U$S 1545 millones, en lugar de los U$S 1236 millones que corresponderían si el INDEC no hubiera truchado las estadísticas del año pasado. En realidad el monto sería mayor porque con el canje de deuda se ofrecerán más bonos ligados al PBI, y es probable que el INDEC estire este año el crecimiento hasta el 7 por ciento.

Será otro de los costos legados por el IndeK. Pero esta vez habrá razones contantes y sonantes para que los acreedores le agradezcan a Moreno.

Fuente: criticadigital.com.ar


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