Liv Ullman era joven cuando conoció al sueco. Compartieron años en Faro, tuvieron una hija, se pelearon, se quisieron, se separaron; jamás dejaron de saber uno del otro. Bergman viajó a Nueva York para ver debutar a su amiga en la versión teatral de una obra de Ibsen. Ella intuyó cuando el director de Cara a cara murió.
Cuando la actriz recuerda sus días de rosas, no puede dejar de nombrar su soledad. "Acaso nos conocimos porque no soportamos estar solos". Por la ventana de la casa que compartieron, cae el sol del verano. Nada es triste, todo es triste.
Liv Ullman fue la protagonista de Persona, La hora del lobo, Gritos y susurros, Escenas de la vida conyugal, Cara a cara, Sonata otoñal, El huevo de la serpiente y Saraband, la última película de Bergman: en cada una, entrelíneas, pueden leerse aspectos de su convivencia pero así como La hora del lobo resulta escalofriante, Saraband es un extraordinario testamento que un par de amigos le han regalado a un mundo que desconfía de lo que no sea exhibición.
Detrás de un vidrio oscuro una mujer digna de su autonomía y de su historia dice que Faro no es la misma sin Bergman: menos oscura, más cálida y amable, menos hostil; a tanto puede llegar la idea de que la soledad de uno, o de dos, es capaz de dar forma a un clima, un estado de ánimo, alegría y muerte y tristeza atravesadas sin el pánico que le va tomando, día a día, la sopa a los cobardes.
Fuente: Télam