A los 20 años se iniciaba en el mundo de la danza, un alumno aventajado del gran Santiago Ayala “El Chúcaro”; la década del sesenta lo tenía ya como protagonista de encuentros de danza.
“Con el tiempo hizo de su amado barrio La Tablada el escenario mayor de la enseñanza y en el polvoriento patio de su hogar comenzó a moldear el futuro de los changos en su arrabal, en él encontraban al guía, al maestro, al símbolo”, se destacó en el proyecto.
Por último, el concejal Luis Fadel expresó que como catamarqueño se sientió “alagado de poder testimoniar sobre alguien que hizo mucho por la cultura”.