El estudio, que fue dirigido por Androniki Naska de la Escuelade Medicina de la Universidad de Atenas fue realizado durante más de seis años a 23.681 individuos griegos que, al comienzo de la investigación, no padecían ningún problema coronario.
Entre otros hábitos, como la alimentación o el nivel de ejercicio físico, se evaluó la costumbre de tomar una siesta, definida como un periodo de sueño a mediodía de 30 minutos que se realiza al menos tres veces por semana. Durante el seguimiento, se produjeron 792 muertes, 133 de ellas debidas a una enfermedad cardiovascular.
Los resultados del estudio demostraron que aquellos que regularmente dormían tras el almuerzo presentaban una tasa de mortalidad coronaria un 37% más baja que aquellos que se mantenían despiertos durante toda la jornada. Los individuos que sólo dormían la siesta ocasionalmente o durante los fines de semana presentaban una reducción de la tasa de mortalidad de un 12%.
Además, el trabajo también puso de manifiesto que la siesta era especialmente beneficiosa en los hombres activos laboralmente. En cambio, el efecto protector disminuía en hombres ya retirados.
Esto se debería al efecto relajante de la siesta, que actúa contra el estrés, un factor de riesgo cardiovascular ya demostrado. Los hombres trabajadores se beneficiarían más de la siesta debido a que acumularían mayores niveles de estrés que los jubilados.
Fuente: minutouno.com.ar