Catamarca
Jueves 25 de Abril de 2024
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"El Marx economista no es insustituible"

En Sociedad y barbarie, el pensador español Ignacio Castro discute varias de las tesis de Karl Marx, al tiempo que critica la tibieza de las socialdemocracias europeas y apuesta por la reconstrucción de un espíritu más flexible y libertario como el que hoy día puede encontrarse en buena parte de América Latina.
El libro, publicado por la casa Melusina, ha provocado escozor en la Península Ibérica y acaba de llegar a la Argentina bajo el auspicio de la distribuidora Proeme.
Entre su producción teórica se encuentra "La depresión informativa del sujeto" (Grama) y "La sexualidad y su sombra" (Altamira). Profesor de Filosofía en Madrid, nació en Santiago de Compostela en 1952.
Esta es la conversación que sostuvo con Télam desde la capital española.

- Télam: ¿Es posible un "marxismo" sin Marx?
- Castro: Empleo casi siempre la palabra "marxismo" con comillas, para referirme a movimientos de resistencia de muy distinto signo y a veces con ideologías híbridas: populismos latinoamericanos que mezclan nación con metafísica y religión; movimientos autónomos europeos que mezclan radicalismo político con una especie de vieja sabiduría judeocristiana (como el grupo anarquista Tiqqun)o movimientos árabes que usan la cultura islámica para combatir el despotismo y la pobreza. Hay actualmente procesos de conflicto y tal vez en pocos está presente Marx.

"Es urgente aceptar una noción de lucha que no dependa de los encuadramientos. El estalinismo de antaño sólo es el epítome histórico de un conductismo de masas que no ha dejado de crecer".- T: ¿Cómo es eso?
- C: Bueno, quizás porque en una humanidad cristalizada por el cálculo, provocar el rubor puede ser ya una forma suficiente de violencia. El orbe digitalizado europeo necesita la provocación para que ocurra algo y surja una cierta desnudez. Resistir en una singularidad, mantenerse como existencia cual sea ya es luchar.

Es urgente aceptar una noción de lucha que no dependa de los encuadramientos. El estalinismo de antaño sólo es el epítome histórico de un conductismo de masas que no ha dejado de crecer. Tal conductismo, aunque sea "marxista", es parte del sistema, cuya economía sólo cristaliza una metafísica de lo general.

- T: Te encarnizás con Marx.
- C: Es cierto. Pero para pensarlo desde el hombre de carne y hueso. El hombre que está ahí a cada instante, alimentándose de su enigma mortal, de su "alienación" originaria.

- T: ¿Por qué está tan consolidada la idea de que el Marx analista del capital es insustituible?
- C: No creo que el Marx analista del capital sea insustituible. En algún momento digo que la crítica de la economía política sigue teniendo la forma de la economía. Es el "espejo de la producción" lo que Marx no perfora, esa teleología irreversible del tiempo histórico, guiado por una ley dialéctica que nunca rompe con la comprensión lineal de las cosas.

De hecho, no hay tal ley de la historia ni del individuo, ninguna ley que no hunda sus raíces en la contingencia. Es la creencia en esa ley la que ha convertido a la economía en una religión asfixiante y a la izquierda oficial en una alternativa que engrasa el sistema.





- T: ¿Cómo se entiende que esa creencia persista?
- C: El éxito del pensamiento de Marx se debe a una reacción defensiva contra el individualismo, esa competencia feroz que está en la base de la moderna cultura urbana. Pero algo sobre lo que hay que insistir es en la idea de que la base del pensamiento de Marx, por su naturaleza reactiva, es el individualismo moderno, una concepción de herencia liberal, una inversión aritmética de la misma concepción insular que mantiene la economía política.

Sólo a partir de esta atomización antropológica, que Marx hereda del capitalismo, es posible la máquina de guerra del "socialismo científico". Ese hombre sólo tiene el contexto "material" que lo determina, sin ningún fondo interior desde el que tomar distancia con la economía.

- T: ¿Qué ha pasado en Europa?
- C: Poco queda de espíritu libertario en nuestro continente, quizá debido al triunfo de unas socialdemocracias que siempre han jugado un papel de complemento con las políticas neoliberales. "Sociedad y barbarie" me obligó a volver atrás para ayudar a un salto que hay que dar "hacia delante".
Lo problemático de mi libro no es que señale insuficiencias en el marxismo, sino que se plantee precisamente "superar" a Marx. Y esto no se hace defendiendo un "repliegue" hacia Nietzsche y Max Stirner sino apostando por un salto hacia una concepción no "dialéctica", ni nihilista, del hombre y lo real.

-T: ¿Una reflexión sobre América latina?
-C: Que haya poderosos, aunque sean temibles, no puede dejar de ayudar a las naciones del sur americano. En tal sentido, China y las potencias emergentes no dejan de representar una oportunidad de frenar al poderoso vecino de un Norte que siempre ha entendido a Latinoamérica como su patio trasero o su jardín delantero.
No es que los chinos sean intrínsecamente mejores, pero sus intereses estratégicos pueden ser utilizados por la resistencia al imperio nivelador. Cada nación debe saber que no existen modelos. Cada una debe jugar sus propias cartas, ejercer su propia fuerza y tejer su tablero de alianzas.

Fuente: Télam

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