Ayer, un equipo periodístico de EL LIBERAL compartió las penurias de las familias que están evacuadas en Santos Lugares, localidad del departamento Alberdi que se convirtió en punto de referencia para pobladores y socorristas de la zona en la lucha desigual contra crecida de este río, provocada por las copiosas lluvias en las cuencas alta e intermedia, en Salta, desde donde se derivan más de 350 metros cúbicos de agua por segundo.
En este pueblo ubicado sobre la ruta 2 se montó a principios de febrero el primer centro de evacuados, en un complejo perteneciente a la parroquia del lugar, donde hasta anoche había un centenar de evacuados que había aceptado a duras penas abandonar sus ranchos y sus animales.
Manuel Barrera y su familia fueron los primeros evacuados. Hace un mes aproximadamente, cuando llegó la crecida, el agua lo sorprendió alrededor de su casa, en el paraje San Juan, donde quedó su vida –según afirma- y a donde supone “ya no queda nada”.
“Estábamos rodeados por casi 5 kilómetros de agua. Allá ha quedado mi casita y mis animales, que no sé si están vivos, porque todos quedaron en el monte que está lleno de agua”, se lamentó.
Es la tercera vez que Manuel con su esposa e hijos -en total ocho personas- huyen a causa de los desbordes del Salado, pero aseguran que “ésta es la peor de todas”, porque el agua llegó hasta donde nunca antes lo había hecho. “Cuando todo pase, seguramente vamos a buscar otro lugar para vivir, porque ya no queremos seguir escapando de las inundaciones. Cada vez que esto pasa perdemos todo y tenemos que empezar de nuevo”, dijo mirando el suelo, sentado en una vieja silla, en el patio del centro de evacuados.
Francisco Farías es uno de los “nuevos” en el albergue. Llegó ayer, rescatado por los efectivos del Grupo Especial de Rescate y el personal de Defensa Civil, que todas las mañanas salen a monitorear la zona y a seguir con un incansable trabajo de persuasión para que la gente huya de la crecida.
Peligros
“Nadie se quiere ir de su casa, señor. Pero nosotros salimos por los chicos, porque cuando se inunda el monte los bichos (víboras y arañas) salen y es peligroso. Además, ya no había mucho para esperar, teníamos el agua encima”, dijo con resignación el hombre de Laguna Blanca que cargó su orgullo en el bote del GER, junto con sus hijas, nietos y su esposa, para recorrer 15 kilómetros hasta Santos Lugares, donde seguramente permanecerá durante los próximos dos o tres meses.
Santos Lugres resume de alguna forma toda la tragedia de la inundación. Las familias destacan y valoran la “muy buena atención” que recibe en el albergue, pero su pesar se nota en sus rostros grises, desanimados por las noticias que traen sus vecinos y familiares que día a día van llenando el centro de evacuación, con capacidad para unas 200 personas, y que evidencian que la peor crecida de la historia del Salado seguirá reclamando terreno y expulsado a la gente sus hogares.