En abigarrada columna, los ciclistas peregrinos, escoltados por un grupo numeroso de motociclistas, comenzaron el recorrido de 25 kilómetros a las 8.15 y la primera parada fue en veinte minutos después en la parroquia La Piedad, ubicada en el barrio Sarmiento, en donde los peregrinos oraron y entonaron cánticos religiosos.
Luego siguieron hacia el templo de San José de Belgrano y hasta la parroquia de Mailín.
Por avenida Solís, los fieles fueron hasta la capilla de Don Bosco y luego hasta el templo de Fátima.
Pasadas las 10, la columna, que abarcaba más de seis cuadras, arribó al santuario de Santa Rosa de Lima, en Viano y Buenos Aires, barrio 8 de Abril.
El recorrido continuó por avenida Roca hasta la iglesia San Francisco, para dirigirse luego a la Catedral Basílica por calle Avellaneda.
Luego, los hombres, mujeres y niños montados en bicicletas se dirigieron por calle Libertad hasta la parroquia San Roque, continuando posteriormente hasta el templo de la Virgen del Valle y al Santuario de Santa Rita.
La penúltima parada fue en la capilla de Luján, mientras que la última detención se realizó en la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, retornando a la parroquia Nuestra Señora de Sumampa en donde finalizó el vigésimo quinto Vía Crucis en bicicleta.
Testimonios
“La gente necesita creer en algo y la única opción es Dios para salvarnos”, testimonió a EL LIBERAL Oscar Díaz, coordinador de la peregrinación en dos ruedas.
Señaló que “cada año vienen más peregrinos porque consideran que la fe en Cristo es la única salida en tiempos de crisis”.
Añadió: “Los santiagueños son muy devotos y esto queda demostrado en la cantidad de hombres, mujeres y niños que participan con entusiasmo y alegría en este peregrinaje por las iglesias”.
Por su parte, Aurelio Méndez, un santiagueño de 80 años de edad, con la mirada absorta en la cruz que presidía la peregrinación, confesó que participa en la peregrinación desde hace más de 20 años, “y ahora vine porque quiero agradecer a nuestro Señor Jesús todo el tiempo que he tenido en esta vida, pese a los padecimientos que tuve que afrontar”.
Cerca de don Méndez, Raúl Ledesma, de 37 años, acompañado por su hijo Nicolás, de 15, contó que recorren el Vía Crucis en bicicleta desde hace cuatro años, movilizados por la fe.
Fuente: elliberal.com.ar
