A la figura religiosa se le sumarán tres o cuatro obras más, que serán construidas por Marmo junto a presos italianos, las cuales se integrarán a las visitas guiadas oficiales por los Museos del Vaticano. "Es un escenario muy visible y lo trascendente es que pone en primera plana al arte popular y desmitifica la idea de lo elitista dentro del espacio", reflexiona.
Hace tiempo que el artista argentino trabajaba con Jorge Bergoglio en proyectos diversos con el objetivo de "unir las asimetrí­as y las diferencias del universo social, a través del arte como constructor de diálogo; entendiendo al arte como evangelizador con una mirada amplia y no solamente desde la religión católica", señala.
Desde que Bergoglio es papa comenzaron a desarrollar este proyecto, "La simbologí­a de la Iglesia que mira al Sur", un grupo de obras que serán instaladas en diferentes puntos de la Argentina y América Latina, "que fomentan la participación colectiva en la construcción de obras con personas que tienen dificultades de integración social", dice.
"Es el nuevo lenguaje para hablarle a Dios en el siglo XXI a través del arte y de la fe, que se construye con lo que el siglo XX desechó -opina el artista-. Fue un período que dejó fuera del sistema lo aparentemente inútil y nosotros trabajamos para ser el otro polo de la cultura actual del desecho".
Por eso, para Marmo, el protagonista de esta historia "transformadora" que recibe en el Vaticano a una obra colectiva realizada con material de residuos, no es él ni tampoco sus creaciones, es el arte popular. "Es un gesto muy fuerte. Se impone la necesidad de una Iglesia más cercana a la realidad, de calle y no de despacho", valoriza.
Pero hay más: no sólo se trata de la llegada de lo popular al Vaticano, sino que lo hace en un espacio antes vedado para los turistas, las Villas Pontificias de Castelgandolfo, los jardines de residencia de verano de los pontífices, que fueron abiertos al público por primera vez por decisión del papa Francisco.
"Ahí está la actividad diaria, la crianza de animales, la elaboración de alimentos, están todos los trabajadores", destaca Marmo, el artista que echó raí­ces en un espacio "resistente" y logró hacerse paso por esos museos y jardines de riqueza patrimonial invaluable, siempre con la bandera de que el arte incluye.
Marmo nació en 1971, en Caseros, viene del "conurbano áspero", como lo llama. "Tení­a todo pronosticado en contra para dedicarme a las artes visuales en un circuito internacional".
La integración social y cultural son las premisas en las que fundamentalmente se apoya su arte; por eso desde hace tiempo realiza talleres en fábricas, escuelas y comedores; construye sus creaciones junto a trabajadores desempleados o vulnerados, y utiliza para sus obras con materiales de descarte y desechos industriales.
Ejemplo de ello es "El Coloso" de Avellaneda, la escultura emplazada a orillas del Riachuelo, debajo del Puente Pueyrredón, y el homenaje a los veteranos de la guerra, en Pilar. La intervención en espacios públicos también delinea la impronta de su trabajo, atravesado por una simbologí­a popular, que en algunos casos, si no lo es, roza lo religioso.
La escultura de la Virgen de Luján inaugurará en noviembre próximo, de la mano del papa Francisco, este proyecto de "integración", con el mensaje de "comunicar y dejar claro que cualquier persona que tenga un mundo imaginario tormentoso lo puede resolver con el arte o se puede sepultar para siempre a una vida violenta, depende el camino que elija", resume Marmo.
Fuente: Télam