Catamarca
Viernes 19 de Abril de 2024
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El caso Brittany Maynard reavivó la discusión sobre la eutanasia como derecho

El caso de la joven estadounidense Brittany Maynard, quien anunció en las redes sociales que se quitaría la vida por tener un tumor cerebral con un pronóstico de pocos meses de vida, reavivó el debate acerca de si la eutanasia o la muerte asistida es un "derecho" que debería estar contemplado por la ley, o al menos no penalizado, y hasta qué punto se trata de un acto de autodeterminación sobre el cuerpo.
"La eutanasia y la muerte asistida ponen en juego el derecho de autodeterminación de las personas, por fuera de la religión y por fuera de una patología psíquica, y representan el derecho a quitarse la vida cuando las condiciones no responden a la noción de dignidad singular, es decir, de cada sujeto", sostuvo a Télam Gisela Farías, licenciada en psicología y Doctora en Filosofía del Derecho-Bioética.

Farías, autora del libro "Muerte Voluntaria", indicó que "desde la postura religiosa se oponen a la eutanasia a partir de decir 'la decisión última de nuestra vida la tiene Dios'", mientras que para la corriente a favor de la eutanasia "se ratifica que la autoridad última de la vida es la propia persona".

"Ninguna de las dos posiciones es mejor que la otra, el tema es que la legislación en una sociedad democrática y pluralista debería respaldar en el derecho a ambas posturas y eso no sucede. Hoy el creyente tiene sus derechos protegidos, pero quien quiere practicar eutanasia no", advirtió.

En mayo de 2012 se modificó en el país la Ley 26.529, de Derechos del Paciente, otorgándole a éste la posibilidad de aceptar o rechazar tratamientos, intervenciones e incluso soportes vitales como hidratación o alimentación con o sin argumentación, aún cuando la no aplicación de estos pueda desencadenar en el fallecimiento.

"Éste ha sido un avance y la sociedad tiene cada vez más respeto por el paciente. En este sentido existe una conciencia cada vez mayor. Incluso, por ejemplo, los Testigos de Jehová pueden desde hace tiempo rechazar transfusiones de sangre si dejaron directivas anticipadas. La pregunta entonces vuelve a ser: ¿Por qué cuando los argumentos son religiosos es posible y cuando son laicos no?", cuestionó.

La eutanasia implica la participación de un tercero en el acto de quitarse la vida, mientras que el suicidio asistido implica que la persona se suministra por sus propios medios aquello con lo que se matará.

"Nadie llega a esta decisión fácilmente. Si una persona vive en sociedad y todos sus actos son regulados por el Estado, por qué si quiere quitarse la vida por tener una enfermedad terminal tiene que hacerlo en un marco de clandestinidad, de culpa, como es un suicidio", opinó.

En este sentido, para que la eutanasia sea tal, Farías describió que "lo que es esencial es que exista una voluntad clara, expresa e incluso escrita, porque es allí donde hay un ejercicio de la autodeterminación".

Un postura contraria sostuvo el doctor Rafael Pineda, jefe del Departamento de Bioética de la Universidad Austral, quien aseguró que "un médico jamás puede estar a favor de la eutanasia porque nuestro objetivo es curar al enfermo o aliviarle sus padecimientos, siempre es por la vida".

"Cuando una persona expresa su voluntad de eutanasia lo que está haciendo es pedir ayuda. El caso de Brittany fue un pedido público, y la sociedad respondió con cientos de cartas dándole ánimo, pidiendo que revea su decisión y al parecer ella lo está haciendo", indicó Pineda.

La joven estadounidense que había fijado su voluntad de quitarse la vida mañana, subió a las redes un nuevo video en donde pone en duda esa fecha bajo el argumento de que todavía se siente bien, aunque no pone en cuestión la decisión en sí.

"Existen muchas cosas que la ciencia puede hacer por una persona en esta situación. La medicina paliativa ha presentado desarrollos extraordinarios para acompañar al paciente en sus últimos días, sin sufrimiento y en paz", aseguró Pineda.

Y detalló que "hace algunos años un hombre estaba muriendo y nadie le había explicado bien su situación. Yo recuerdo que hablé con él largas horas contándole qué tenía y cómo se iba a desarrollar la enfermedad y él me lo agradeció enormemente y se quedó mucho más tranquilo. Lo que el médico debe hacer es no abandonar al paciente aún cuando no haya más nada para hacer".

"En efecto -añadió- para lo que hoy pueda parecer que no hay más opciones, quizás la medicina ofrece algo en un mes, y por esto también es desacertado pensar en quitarse la vida".

En relación a verlo como un derecho del paciente el médico rechazó este punto de vista y afirmó que "el derecho es a la vida, a recibir el mejor tratamiento adecuado, no a la muerte" y aclaró que "si bien yo soy religioso y practicante, estas argumentaciones están dadas desde el plano laico y profesional".

No obstante, para Farías, "el paciente pudo haber recibido el mejor tratamiento paliativo, estar plenamente acompañado por su familia y por la comunidad pero aún así tomar esta decisión.

"Obviamente que primero habrá que ver si no se trata de una depresión tratable que una vez superada el paciente revierta su decisión. Pero incluso la persona puede tener una gran tristeza que no es incompatible con que entienda las consecuencias de la decisión y esto habría que respetarlo", concluyó.

Fuente: Télam

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