(DIARIOC, 15/01/2009) Ellos, son las primeras victimas de las decisiones que tomen sus padres. Sin embargo, en los últimos tiempos se difunde la idea de que la separación o el divorcio son la solución natural a las crisis matrimoniales; también afirma que los hijos sufren menos en caso de separación neta en un clima de enfrentamiento entre los padres.
El divorcio desestabiliza a toda la familia, altera las relaciones entre los padres y al niño durante los años decisivos en que se forma su personalidad y hace perder las referencias simbólicas que ofrece un ambiente familiar. En estos casos, el niño debe volver a ubicarse en nuevas relaciones familiares, y eso causa desconocimiento e incluso sufrimientos.
Las consecuencias del divorcio en el niño son profundas, numerosas y duraderas, ya que los afectará durante años de su crecimiento. Esto puede provocar frecuentes fenómenos como: retraso escolar, tentaciones de delincuencia, uso de droga, inestabilidad personal, dificultades para relacionarse, el miedo a los compromisos, retrasos profesionales, marginación, etc. Además, los hijos de padres divorciados tiene mayor dificultad para entrar en una relación conyugal estable y suelen divorciarse con más frecuencia.