Catamarca
Jueves 18 de Abril de 2024
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El escritor mexicano Vicente Quirarte disertará sobre la ciudad de México

El escritor Vicente Quirarte, con una parte importante de sus libros escritos alrededor del tema de la ciudad, cuyo análisis no excluye la observación callejera a cargo del artista-flaneur, integra la nutrida delegación de la ciudad de México DF, invitada de honor de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.
Nacido en el Distrito Federal mexicano en 1954, Quirarte, quien participará en distintas mesas estos días en la Feria sobre el tema de la urbe y además leerá sus poemas, es autor de los ensayos Elogio de la calle, Enseres para sobrevivir en la ciudad, Peces del aire altísimo y Los días del maestro; en tanto destacan en sus numerosos títulos de poesía: Calle nuestra, El mar del otro lado y, el último publicado, Ciudad de seda.

En diálogo con Tèlam el poeta mexicano se define con un término, "centrícola", que le adjudica a su compatriota, el escritor José Joaquín Blanco: "Vale decir: nací en el centro de la Ciudad de México, en una casona monumental. ´Estos fueron los palacios´- dice el niño Luisito en el cuento homónimo de Carlos Fuentes; ese lejano país llamado infancia, imprimió su huella en todo lo que hago".

Un poema tuyo dice: "Ciudad, cómo de noche/ eres toda de ojos y de labios" ¿Cómo ha influenciado tu poesía la ciudad?
En forma definitiva. Mi libro Ciudad de seda lleva un epígrafe de Bruno Bianco que es más que elocuente de esta relación amorosa con la urbe: "No digas mi mujer ni mi ciudad. Eres tú quien es suyo. De seda es la grupa de la yegua. De seda el cabello de otros seres que te ofrecen las alas o el abismo. Todo lo que muerde marca".

Un nombre obligado en el tema es el poeta Efraín Huerta, el autor de un libro emblemático: Los hombres del alba (1944).
Huerta presencia la evolución de sus calles; puebla amorosamente, desesperadamente, sus espacios; le urge estar en la primera fila de sus cambios; registrar los lenguajes y las mitologías mutables de una ciudad a la que quiso como se debe amar a una mujer: recorriéndola, explorando sus rincones más íntimos, develando sus dulzuras y horrores.

Antes que Huerta, hay un libro fundante de Manuel Maples Arce, poeta del grupo Estridentista; me refiero a Urbe (1924), ¿los vanguardistas se adelantaron a dar cuenta de la ciudad moderna?
Luis G. Urbina con la Elegía del retorno y Ramón López Velarde con El sueño de los guantes negros fundaron la poesía de la ciudad moderna, pero fueron los "Estridentistas", con su afán de ser nuevos por encima de todo, quienes utilizaron la ciudad como bandera de la vanguardia. Gracias a ellos, Urbina y López Velarde adquieren su calidad de modernos cantores de la urbe.

Maples Arce fue el líder del "Estridentismo", un movimiento innovador surgido en México entre los años 1921 y 1927 sobre el que te toca exponer en la Feria del Libro…
Sí. Un movimiento con elevaciones y caídas; nuestra pereza crítica y la enorme, incuestionable autoridad de la literatura mexicana que conformaba su canon, ortodoxo y monolítico, logró que -a excepción del ensayo de Luis Mario Schneider El estridentismo o una literatura de la estrategia (1970)- cundiera una serie de lugares comunes e ignorancia.

Por suerte en los últimos años hubo un repunte en sus estudios; entre ellos el libro Elevación y caída del estridentismo de Evodio Escalante, y Estridentópolis, urbanización y montaje, en el que Silvia Pappe estudia el concepto de ciudad enunciado por la vanguardia mexicana.

Además, en 2014 se editó La aventura estridentista. Historia cultural de una vanguardia, donde Elisssa J. Rashkin analiza el movimiento desde sus fuentes originales, considerando de manera integral su influencia en el arte, la sociedad y la vida cotidiana de su tiempo.

Mencionaste a Luis Mario Schneider (1931-1999), argentino afincado en 1960 en México y con un extenso trabajo ensayístico.
Schneider llamó a José Luis Martínez, decano de nuestros investigadores literarios, curador de las letras mexicanas, a su vez el ilustre jalisciense enlistó las numerosas obras en las que Schneider tuvo parte, enumeración que asombra por su fecundidad y versatilidad: de Maiakovski y Artaud a la cocina mexicana, de Valle Inclán a los espacios sagrados, de la poesía amorosa a la novela; fue un hombre de letras en el más amplio sentido del término.

Sus ediciones de autores mexicanos son herramientas de las que difícilmente un estudioso de la literatura pueda prescindir. Nos enseñó una nueva forma de leer a Xavier Villaurrutia, a Jorge Cuesta, a Gilberto Owen, preocupado por el fenómeno humano, convencido de que los escritores no son nombres sino seres de pasiones.

¿Hay escritores argentinos entre tus influencias?
Esa galaxia llamada Borges, naturalmente. También admiro, entre otros, la aparente facilidad verbal de Oliverio Girondo, el rigor inteligente y sensible de Ricardo Piglia, la forma de ser poeta en la prosa en Una sombra donde sueña Camila O´Gorman de Enrique Molina, la altísima pasión llamada Alejandra Pizarnik, las inextinguibles luces que proporciona Julio Cortázar y la altura de Olga Orozco.

Hablemos de tus temas: la ciudad, el tiempo, el eros, el viaje, la muerte, el mar, la poesía…
El primer poema que publiqué lleva por título "La calle" y en él están los elementos que inevitablemente se repiten: el amor en medio de la ciudad, la lluvia, la soledad acompañada.

Un elemento que se repite en tus libros de poesía es el de los ángeles, ¿simbolizan a los excluidos de la ciudad?
Cuando veo a un indigente mi primer pensamiento es: "Ahí va un poeta". Y en efecto: el indigente, el artista y el ángel se excluyen voluntariamente de la ciudad pero la custodian y le dan el más profundo sentido. Eliminan al tiempo y por eso lo sacralizan.

Fuente: Télam

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