La situación se tornó tan violenta que los efectivos de seguridad tuvieron que intervenir y sacar al joven del boliche. Sin embargo, a las 4, cuando la música terminó, él esperaba afuera. Su ex novia salió, y el muchacho la interceptó y la obligó a subir en un auto. Luego la llevó a una casa, donde la amenazó con una pistola 9 milímetros y la lastimó con un destornillador. No conforme con eso, la forzó a desnudarse y a tener relaciones sexuales con él. Durante horas, la mujer de 22 años tuvo que cumplir con los deseos de su ex pareja, quien además filmó cada una de las vejaciones a las que la sometió.
A las 18.30 del lunes, luego de que su ex novio intentara que ella se bañara, la mujer recuperó su libertad. Una hora más tarde, radicó la denuncia. "Recibimos la declaración de la mujer e inmediatamente solicitamos la revisión médica y psicológica de la víctima. Ahora esperamos instrucciones de la Fiscalía de turno para continuar con las investigaciones del caso. Según lo declarado, el acusado sería un hombre de 26 años", indicó el comisario Luis Medina, jefe de la seccional 4ª. El joven es buscado por la Policía. "La causa está caratulada como amenaza de muerte con arma de fuego, abuso sexual con acceso carnal y lesiones. Realizamos un operativo para dar con el presunto autor del hecho, pero tuvimos un resultado negativo. A su vez, la Justicia ordenó las pericias de las pruebas y de la mujer" concluyó Medina.
Riesgos nocturnos
Las salidas de los boliches se convirtieron en un horario de riesgo para los jóvenes. El domingo por la mañana, en la localidad sureña de La Cocha, la estudiante Cecilia Elizabeth Britos, de 18 años, fue violada y asesinada al salir de un boliche en La Cocha. Su cuerpo fue hallado en una cancha de fútbol. Las investigaciones del caso señalan que la joven fue atacada cuando regresaba a casa. Y admitieron que las situaciones que se suscitan a la salida de los boliches los superan.
Estadísticas realizadas por la Cámara de Discotecas y Afines de Tucumán (Copradyatuc), a las que tuvo acceso LA GACETA, indican que los sábados por la noche, en el Gran San Miguel de Tucumán, asisten a locales bailables unas 80.000 personas, aproximadamente. Por su parte, en los bares de la capital se calcula que tienen unos 40.000 clientes entre las 22 del sábado hasta las 4 del domingo. A su vez, el mismo día, en los departamentos del interior de la provincia, circulan otras 70.000 personas.
Según las estadísticas, esta cifra se equipara con la actividad registrada los días jueves, viernes y domingos. Es decir que, para todo el fin de semana, circulan alrededor de 140.000 personas. "Los controles policiales funcionan. Pero hay que tener en cuenta que a la hora en que concluye la actividad en los boliches no hay luz del día. Además, el transporte público de pasajeros comienza a funcionar recién cerca de las 6. Sumado a esto, el servicio que brinda el Sutrappa queda saturado por la envergadura de la demanda. Estos factores confluyen para que muchos jóvenes queden expuestos a situaciones de inseguridad", dijo Rodolfo Di Pinto, presidente de la Copradyatuc.
El comisario Ramón Quinteros, jefe de la Unidad Regional Capital, indicó que se hacen procedimientos especiales en el Abasto y en zonas donde se concentra un mayor número de jóvenes. "Los operativos consisten en brindar seguridad durante el desarrollo de la actividad y a la salida misma. En ese horario, se intensifica la vigilancia. Nuestra labor es tratar que la desconcentración sea ordenada y pacífica", señaló Quinteros. Además, indicó que cada vez son más los padres que optan por buscar a sus hijos a la salida de ciertos locales bailables.
En los operativos a las salidas de los boliches interviene personal de distintas fuerzas. "Infantería, Patrullas Motorizada y Urbana y Caballería trabajan bajo las órdenes del jefe de la comisaría jurisdiccional", enumeró Quinteros. Una alta fuente policial precisó que en total son unos 400 policías los afectados al control nocturno.
En la edición del 15 de mayo de LA GACETA se publicó que por los bares y boliches de Tucumán circulan, por fin de semana, más de 140.000 personas. La situación preocupa. Los jóvenes quedan entrelazados entre decisiones oficiales y brotes de inseguridad a las que quedan expuestos.
Fuente: LA GACETA
