Catamarca
Sabado 20 de Abril de 2024
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El familiar ajeno y lo siniestro en los cuentos de Guillermo Martínez

Una felicidad repulsiva recupera desde la mirada de Guillermo Martínez lo mejor de la cuentística argentina, esa que puede remontarse a Eduardo Holmberg (en el siglo XIX) y continúa en Julio Cortázar, Abelardo Castillo y Jorge Luis Borges.
El cuento como género, cristalizado en los relatos de Poe (y que en la literatura argentina nace de alguna manera particular con "El Matadero"), es desplazado por la novela en el mundo editorial actual, a pesar de que los autores canónicos de nuestra literatura se destacaron más por la perfección de los primeros que por sus narraciones más extensas.

Martínez (1962) apuesta a este género y en una conversación con Télam explica que casi todas sus historias se le "aparecen bajo la forma de cuentos. En general, ese vislumbre inicial ya incluye el final", puesto que "siempre me interesa alguna clase de revelación que sea inesperada para el lector". Y agrega: "Esto no significa necesariamente un final sorpresivo, pero sí un nuevo sentido que sólo se alcanza al llegar al final, por eso me interesa también el suspenso como elemento narrativo, la acumulación en atmósfera y tensión."

Una felicidad repulsiva (Planeta) es su segundo libro de cuentos y si bien en Infierno grande (1993) -su anterior volumen de relatos- "había una clara intención política que emergía al final, sólo hay aquí un cuento que toca de costado lo político. Se llama "El peluquero vendrá", indica Martínez.

Es evidente para el lector que avanza por los once relatos que los personajes se desenvuelven dentro de un contexto familiar y burgués, recordando a los mejores cuentos fantásticos de la literatura argentina del siglo XX, espacio donde Cortázar se destaca, pero donde también figuran Silvina Ocampo, José Bianco y Adolfo Bioy Casares, entre otros.

Este ambiente aparece desarrollado largamente en el cuento que da título al volumen, donde emerge de forma natural, desde lo cotidiano, la vacilación entre lo extraño y lo maravilloso, característica central de lo fantástico.

En este cuento (que puede ubicarse también dentro del escurridizo territorio del gótico contemporáneo), "lo familiar" encierra lo ominoso, tema del que Freud se ocupara con detenimiento en "Das Unheimlich", es decir: eso que nos resulta cercano y propio, pero que en un momento se enajena y se convierte en siniestro.

"El Cuento «Una felicidad repulsiva» tiene algo del arco de cualquier vida: el paso del tiempo con sus derrumbes sucesivos y la mirada sobre la felicidad de los otros"Guillermo Martínez


En el texto, la vida rutinaria de una familia cuyos integrantes masculinos cumplen con el ritual de jugar al tenis, lo ominoso aparece en la mirada a esa otra familia que -aparente felicidad completa- guarda un secreto, causa de angustia monstruosa para el narrador.

"Este cuento -sintetiza su autor- tiene algo del arco de cualquier vida: el paso del tiempo con sus derrumbes sucesivos y la mirada sobre la felicidad de los otros."

Martínez explica el desplazamiento hacia la zona de lo fantástico: "creo son todas diferentes expresiones de la forma más lábil que tienen las conjeturas en lo literario, lo que yo llamo la lógica de la ficción, o la existencia «débil» pero no menos determinante de las conjeturas".

Es decir, "trato de tomar de Henry James la lección de que en una narración no sólo importan los hechos (que pueden ser muy pocos y hasta anodinos) sino que también pueden convertirse en materia narrativa las conjeturas sobre esos hechos, la acumulación de pensamiento antes de cada acto, lo que lleva en la mente cada personaje y que termina de dispararse en el encuentro con lo real «estricto»."

Así como ese cuento se sostiene en un fantástico, en "Déjà vu o los reinos de la posición horizontal", Martínez explora el límite de la geografía entre erotismo y muerte, tema que la cultura francesa ha condensado en el orgasmo al denominarlo "la petite mort" (la pequeña muerte) y que George Battaile lo ha expuesto en lo mejor de su ficción. Acá, la saga familiar se presenta nuevamente "como derrumbe" y es el personaje de "la abuela" quien articula ambos cuentos.

Estos "reinos de la posición horizontal" no son otros que aquellos que Hesíodo describiera en la Teogonía: Eros, Muerte, Sueño, explorados en tono de angustia en el "I Ching y el hombre de los papeles".

En este cuento, la recionalidad del personaje se resiste a creer en el milagro, pensando que lo sucedido pertenece a la lógica del azar, mientras la madre busca en el I Ching el mensaje para que no se reitere la historia de aquel primer hijo muerto.

Este tema se repite de una manera más conflictiva, oponiendo fe y ciencia para explicar el "momento cero de la Creación" en "El sumidero de Dios": la porosidad por donde entra lo fantástico es la que abre la ciencia y la religión, territorio explotado en muchos de sus cuentos por Borges.


Fuente: Télam

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