Catamarca
Viernes 19 de Abril de 2024
Buscar:

El hombre en las fauces del hombre

Fulgurante en sus imágenes y a la vez virulento en la suma de sus expresiones, son conceptos que le caben a la obra del poeta mexicano Eduardo Lizalde, sin duda el mayor poeta vivo de su país, que llegó a Buenos Aires a presentar su libro El tigre en la casa en el marco de la Feria Internacional del Libro.
Iniciador junto a otros poetas del "Poeticismo", movimiento de fines de los años 40 que intentó cruzar vanguardismo y política, la obra de Lizalde (1929), catedrático, ex director de Radio Universidad y a la cabeza actualmente de la Biblioteca Nacional de México, recibió entre otros galardones el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca y el Premio Nacional de Poesía de su país.

El tigre en la casa -publicado por la editorial argentina El Suri Porfiado- forma parte de una producción iniciada en 1956 con La mala hora, al que siguieron títulos como Cada cosa es Babel, La zorra enferma, Caza mayor, Odesa y Cananea, Tabernarios y eróticos, Bitácora del sedentario y Algaida y compilaciones como Todo poema está empezando.

Desde su primera edición en México, El tigre en la casa no solo ha sido reeditado en varias ocasiones, sino que resume su poética con textos ya clásicos (algunos ejemplos: "Samurai", "El ángel ciego", El tigre", "Boleros del resentido", "El cepo" -éste, sin duda un texto excepcional), en los que a través de esa figura polisémica instala, sin ambages, un territorio recorrido por ese símbolo que es a un tiempo la belleza y lo fatal.

Este felino, cuya figura ilustra ya algunas portadas de sus libros -como el que acaba de sacar El Suri Porfiado- pasó a designar su voluminosa obra reunida en 2009 en ocasión de 80 aniversario del natalicio del autor: Nueva memoria del tigre (1949-2000), que se publicó acompañada del CD Poemas en voz del autor y un DVD que incluye diversas entrevistas en las que reflexiona sobre su hacer creativo.

El mismo poeta relató en distintas ocasiones su fascinación temprana por los tigres que atravesaban la espesura de sus primeras lecturas, como las páginas de las historietas de Tarzán, de Edgar Rice Burroughs, y las novelas Sandokan. El tigre de la malasia de Emilio Salgari y El libro de las tierras vírgenes de Joseph R. Kipling,

Lizalde admite además cierta influencia de Jorge Luis Borges (quien también ha desarrollado la figura del tigre en varios de sus libros), al que ha calificado en algunas entrevistas de gran poeta y ensayista, "hombre de genio" que invento una singular narrativa.

En esta edición local de El tigre en la casa, el joven poeta mexicano Mario Bojórquez -autor del prólogo- señala que "la poesía de Lizalde ha renovado el discurso amoroso de la poesía española contemporánea", ya que surge, señala, más que del sentimiento, del re-sentimiento: "un nuevo sentir".

Agrega que esa visión del tigre viene de López Velarde y su idea de que "el soltero es el tigre que escribe ochos en el piso de la soledad", dado que allí, afirma, aparece retratada: "la fiereza del tigre de Eduardo Lizalde, su descarnada furia, que destruye porque la piedad no es un atributo de la belleza, aquí su maquinal fatalidad, su engrasada maquinaria de odio y de placer rencoroso".

Los recursos expresivos del poeta azteca quedan evidenciados en este gran libro: la potencia de sus imágenes, el modo de intercalar sus disquisiciones, su escepticismo en las redes de un lenguaje mordaz, imágenes que se ubican entre la pintura de Goya y los filmes de Luis Buñuel, el manejo del contrasentido, lo connotado como elemento esencial y temas que operan como núcleos aglutinantes de sus libros.

El primer texto del libro, denominado justamente "El tigre", dice: "Hay un tigre en la casa/ que desgarra al que lo mira./ Y sólo tiene zarpas para el que lo espía,/ y sólo puede herir por dentro, / y es enorme… Ni siquiera lo huelo/ para que no me mate.// Pero sé claramente que hay un inmenso tigre encerrado en todo esto".

Escéptico a vínculos fincados en el amor y lo fraterno, Lizalde parece subrayar en sus libros la locución de Plauto de que "el hombre es el lobo del hombre", trabajando el trazo irónico y descarnado, a ratos poniendo como motor del mundo al odio ("todo lo grande y dorado viene del odio") y al miedo: "El miedo hace existir a la tarántula… qué sería de la tarántula, pobre,/ flor zoológica y triste/ si no pudiera ser ese tremendo/ surtidor de miedo/, ese puño cortado" .

Aunque quizá esa mirada impiadosa está tratando de llamar la atención desde el lado oscuro de la existencia, los reversos, por ejemplo cuando admite el poeta que, aunque el anhelo se vaya por "el triturador de la cocina" entre ruidos de huesos quebrándose y nueces partidas entre cuchillas, "vuelve el sueño a soñarse".

De su relación con la Argentina, cuenta Lizalde que fue precisamente en una edición argentina que leyó de joven Cohetes y Mi corazón al desnudo, el diario inconcluso de Charles Baudelaire, uno de sus poetas preferidos junto a Rubén Darío, Ramón López Velarde, Juan Ramón Jiménez, Saint John Perse, Paúl Valery y Pablo Neruda, con quien tuvo oportunidad de compartir un recital en Venezuela.

También dice haber participado en una lectura de poemas con el argentino Ricardo Molinari y no escatima elogios para Julio Cortázar, otro de sus autores preferidos de Argentina a quien entrevistó en México y suele calificar de "gran escritor" por su talento como narrador, tanto por sus novelas como por sus relatos.

Fuente: Télam

(Se ha leido 276 veces.)

Se permite la reproducción de esta noticia, citando la fuente http://www.diarioc.com.ar

Compartir en Facebook

Sitemap | Cartas al Director | Turismo Catamarca | Contacto | Tel. (03833) 15 697034 | www.diarioc.com.ar 2002-2024