Catamarca
Jueves 28 de Marzo de 2024
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El mandato generacional de ser feliz

Electrónica, la reciente novela de Enzo Maqueira parte de una relación unilateral y semiobsesiva entre una profesora treintañera y su alumno de 18 años para ahondar en las claves y vivencias de una generación que tuvo su adolescencia en los 90, mientras narra un catálogo de drogas, raves y soledades que eclosionará en el dolor de haber dejado atrás parte de esa juventud para enfrentar ese extraño mandato social de "ser feliz".
Como una suerte de anverso posmoderno de Lolita de Vladi­mir Nabokov, Maqueira (Buenos Aires, 1977) escribió durante cinco años la que siente como su "mejor novela", un relato escrito en segunda persona, opresivo y zigzagueante que monitorea la vida (y el progresivo derrumbe) de la profesora, ese epítome mareado y confundido de la clase media argentina semiculta y universitaria.

Los fracasos, búsquedas y nimias conquistas de esta mujer que pendula entre el pasado y el presente es el motor para contar una foto de época, algo que se vivió y que ahora es necesario revisar en perspectiva: los 90 y esa generación bisagra en lo tecnológico, consumista, ecológico, político y, por supuesto, amoroso.

"Habla de esa Patria culo-teta que vimos en un momento y que ya no es graciosa. Quería marcar un fin de época y, al mismo tiempo, la profesora es un personaje entre medio de las dos cosas y hace lo mejor que puede con eso", dice el autor en diálogo con Télam.

En 2009, Maqueira -que escribió las novelas Ruda Macho y El impostor- hizo una primera versión, pero cambió el discurso y dio vuelta la historia. "Era sobre un profesor con una alumna. La empecé a limpiar, pero no tenía nada que ver con lo que estaba viviendo. Estaba dejando un mensaje de mierda, machista, de festejar al cuarentón que se coge a una pendeja de 17".

¿Qué momento estabas viviendo?
Me estaba dando cuenta de que era machista, no era excesivo, pero algunas amigas me marcaron cosas y di vuelta la trama: que sea una profesora más grande con un pibe. Era ir contra lo que se supone que está bien visto, algo que todavía se sigue viendo raro.

No quería aportar a la causa machista como con mi libro anterior, "Historia de putas", sino que quería escribir algo con significado literario, pero también político. Me parece que toda literatura te tiene que interpelar de algún modo, más allá del entretenimiento.


Fuente: Télam

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