Catamarca
Jueves 25 de Abril de 2024
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El peronismo no existe más. Lo que existe son peronistas

"Esto es lo que mi época hizo de mí", dice Germán Baraja en un tono de confesión que rápidamente degenera en una especie de justificación o falsa coartada para iniciar lo que podría ser la brutal agonía existencial de un joven que estuvo muy cerca de pensar la política como una convicción destinada a cambiar el mundo -o al menos intentarlo-, hasta que algo sucedió; porque algo le hicieron o hizo Germán Baraja para que a sus treinta y cuatro años ya no crea en la política ni en un proyecto personal de vida.
Corrosiva e irónica, brutal y honesta hasta la incomodidad es Que todo se detenga, la nueva novela de Gonzalo Unamuno que, junto a La piel de Juan Terranova, inauguran la colección de narrativa contemporánea que en estos meses está lanzando la editorial Galerna dirigida por Gonzalo Garcés. "Que todo se detenga surgió de una necesidad que siempre tuve; construir un personaje inimputable y descompresor al que endilgarle mi capacidad de desprecio", afirma el escritor Gonzalo Unamuno durante la entrevista a Télam.

"Yo vengo de la poesía; pero me sirvo de la narrativa para acusar, para golpear con fiereza" Bajo esta impronta Gonzalo Unamuno escribe una novela sin concesiones para abrir el debate sobre las consecuencias de educar a toda una generación bajo un discurso dominante esencialmente cínico y frívolo como fueron los años noventa.

De modo crítico y hasta satírico la novela plantea todo lo contrario de lo que debiera ser un militante político.
Yo diría que la política no deja de ser una cuestión menor en la novela. Él es lo contrario a lo que debiera ser un militante político como el de hoy, o como el de los años 70 para abajo. No reúne ningún requisito para ser lo que hoy entendemos por "militante" porque no te olvides de que Baraja es un producto de los 90. Y los años 90 hirieron de muerte a una generación. Parieron una generación de escépticos y de descreídos, por ende, de cagones, de temerosos.

"El peronismo no existe más", dice Baraja en un momento. ¿Vos dirías lo mismo?
Por supuesto. Sólo un zonzo puede creer que el peronismo tal como lo conocimos o estudiamos existe. Y no existe por lo siguiente: se cayeron los grandes relatos de totalidad que lo sustentaban. La sociedad cambió. Antes ser peronista te decía mucho. El peronista tenía una fisonomía, una manera de vincularse al mundo del trabajo característica, al mundo estatal, al recurso político. Hoy ser no tiene pregnancia. Cuando preguntabas a quién vas a votar con decir: soy peronista, alcanzaba. Ontológicamente estabas involucrado. Hoy ya no, cualquiera dice: soy peronista. Y nadie puede decirle que no lo es.

Esto ocurre porque las ideologías, los relatos históricos, cayeron, y lo que tenemos son sociedades menos colectivas, individualistas, con un severo aflojamiento de los lazos hacia el trabajo, el mundo de la producción y hacia las relaciones sociales. ¡Andá a decirle hoy a un pibe que no estudie diseño, como quiere, y que se ponga a laburar en las máquinas de la fábrica porque el país necesita industrializarse! Imposible, o casi. En cambio, el primer peronismo daba aguinaldo, salario familiar y tantos otros elementos vinculados al mundo familiar porque lo más estable que podía existir era el mundo del trabajo, el mundo de la familia y la "Nación" como colectivo. Las clases medias se casaban para no separarse igual que los sectores populares y cuando llegabas a un trabajo era para quedarte toda la vida. Hoy la sociedad cambia de trabajo de forma permanente y ni siquiera la genitalidad define tu sexo. Sos lo que creés que sos o lo que creés que debieras ser.


Fuente: Télam

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