“Una clínica –explicó la autora- es un espacio para que los escritores puedan plantear los problemas que tienen con sus textos, ya sea de estructura, de lenguaje, de narrador, de ritmo. Por eso no trabajamos con textos terminados y publicados sino con un texto en proceso de escritura y con el que, en algún momento, nos hemos detenido por un problema”
“La idea es ofrecer una escucha, desde afuera, a esa problemática: cada uno va leyendo fragmentos de textos y entre todos vamos haciendo una devolución. Normalmente ayudo desde algún espacio teórico o bibliográfico o sugiriendo alguna lectura. Se trata tomar estas problemáticas como punto de partida para poder difundir algunos espacios teóricos que pertenecen al ámbito académico, pero que son del oficio”, agrega.
Bossi destacó la importancia de estos ámbitos para compartir y escudriñar textos propios y ajenos y valoró la mirada del otro como fundamental para quien escribe: “Es como en la vida, yo creo que el proceso de la clínica para el texto literario es como el proceso de la terapia para una persona. Es muy parecido: la mirada de alguien que te escucha desde afuera y te ayuda a ver lo que vos no podes ver en vos mismo, que lo tenés ahí y que es tu responsabilidad cambiar”, ilustra.
En ese sentido, la escritora valoró la iniciativa del Fondo Nacional de las Artes “de intercambiar escritores de unas provincias a otras para que el que viene de afuera escuche y ayude, desde una mirada que no está impregnada” de afecto ni de cualquier otro sentimiento.
Y aconsejó, más allá de las clínicas y capacitaciones que puedan tener esta dinámica, “la reunión de escritores que se encuentran a hablar de sus textos, a escucharse, a leerse”, exponiendo sus escritos a la consideración de otros.
La capacitadora destacó la heterogeneidad del grupo de autores catamarqueños que participó de la clínica y remarcó que el proceso de selección –se otorgaron becas para participar- no tuvo que ver con una valoración positiva o negativa de los textos presentados, sino más bien con la variedad de “problemáticas” que surgían para abordar durante la capacitación.
Bossi aseguró que aún el escritor más consagrado tiene problemas con sus textos y, por eso, no se aconseja jamás aislarse ni buscar en el otro la autocomplacencia, sino más bien el aporte para resolver esos problemas.
“Se suele decir que escribir es corregir y que se publica para dejar de corregir y así poder pasar a escribir otra cosa. Esto es totalmente cierto. A mí me pasa que si llego a publicar algo, trato de no leerlo más, porque si lo vuelvo a leer me doy cuenta que le estaría tachando otra cosa”, dice dando cuenta del proceso interminable que supone la producción literaria.
Fotos: Secretaría de Cultura / Ariel Pacheco
