Gruss nació en Buenos Aires en 1950; coordina talleres de escritura desde 1986; y publicó, entre otros libros, La luz en la ventana, El mundo incompleto, La dicha, La pared y En el brillo de uno en el vidrio de uno.
Esta es la conversación que sostuvo con Télam.
T : Notas para una tanza, ¿es un libro de ruptura o de continuidad con tu producción anterior?
G : No creo que rompa algo en cada libro; y tampoco es continuidad porque trato de decir de otro modo que en el anterior, cosa que no se da conscientemente pero sí tengo el alerta de no repetirme. Por otro lado, no sé si lo que hace Juarroz, por ejemplo, es un continuum.
T : Como lector, la sensación de un fraseo sesgado, cuidado, no arreglado pero musical, recuerda a cierto Saer, sobre todo en el punto que marca Darío Rojo: ocultar exponiendo. ¿Qué pensás de eso?
G : Estoy de acuerdo con lo que dice Rojo de este libro. Digo y me guardo (oculto), y viceversa. El ritmo, la respiración, es algo que vengo trabajando hace tiempo. Me gusta eso. No sé si tiene que ver con Saer; puede ser, o no.
T : ¿Se puede elegir en poesía? En cualquier caso, ¿con quién perdió más la poesía, con la muerte de Leónidas Lamborghini o con la de Juan Gelman?
G : No, no creo que se pueda elegir. Cada cual tiene sus preferencias, pero la poesía gana siempre.
T : Y ¿por qué notas para una tanza siendo la tanza un objeto casi invisible pero una hermosa palabra?
G : Con la tanza vas de pesca, vas a la pesca; es casi invisible, sí pero más quisiera tener la tanza de Moby Dick, El viejo y el mar, etcétera, etcétera, para usar ese término literalmente, y/o también la de aquellos que han pescado una escritura digna de admiración y envidia.
T : ¿Cómo ves, o qué nombres en la literatura argentina pos2001?
G : En 2001 vino el corralito. Es el único nombre que ahora me viene a la cabeza.
T : ¿Existe o es una impresión personal una poesía de la banalidad (ni siquiera de la banalidad del mal) muy festejada en esta era de las redes sociales y las identidades mutantes?
G : Creo que existe gente banal. Los banales que escriben poesía, si así puedo llamarla, no me interesan.
Fuente: Télam