A la vera del río Salí, la historia ha comenzado a cambiar de a poco. A fines de diciembre se difundió el alto consumo de "paco" -el desecho de la cocaína- entre los jóvenes de la zona, y desde entonces las madres de adictos no han bajado los brazos en la lucha para sacar adelante a sus hijos. Muchas consiguieron internarlos fuera de la provincia y ya pusieron manos a la obra para que cuando regresen -como en el caso de Diego- encuentren fuentes laborales.
"Se formó una mesa de gestión y acordamos varios proyectos para abrir un aserradero y una herrería", explicó Dora, cuyo hijo está en tratamiento. Las madres contaron que después de haber denunciado el infierno que estaban viviendo recibieron mucha ayuda del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia.
Si bien la venta de "paco" ha disminuido en La Costanera, las madres aseguran que no desapareció. "Ahora (los vendedores) se esconden más, pero sabemos que los chicos siguen atrapados por la droga porque los vemos en la calle. Están idos, muchos tienen ocho o nueve años y ya están destruidos", detalló Mirta, también madre de un drogadicto.
Operativos
En los últimos meses, la Policía desarrolló decenas de operativos antidrogas en los 11 barrios que conforman La Costanera, tanto en los de la capital como en los de Banda del Río Salí y de Alderetes. "Esto ayudó a que disminuyera la comercialización de drogas, especialmente de cocaína y marihuana. Con el ’paco’ es distinto, porque hay casos de toda una familia que se dedica a venderlo, y al mismo tiempo, consume. La dosis es muy barata; cuesta $ 5 y los jóvenes venden lo que llevan puesto para comprar", reseñó Luisa, que tiene dos hijos en tratamiento por adicciones. "Todos los días rescatamos chicos y ayudamos a la familia para que los pueda internar", añadió.
El "paco", que es el residuo que se obtiene de los distintos procesos de fabricación del clorhidrato de cocaína, es una droga muy adictiva y altamente nociva. Según los expertos, en la mayoría de los casos, los tratamientos ambulatorios son insuficientes para los consumidores de esta sustancia.
El problema, según las mujeres, es que en Tucumán todavía no hay centros de internación para recuperar a quienes tienen un alto grado de adicción y, por lo tanto, necesitan permanecer en un centro terapéutico.
En la provincia funciona desde marzo la "Casa de Día", en el servicio de Prevención y Asistencia de las Adicciones del hospital Avellaneda. Allí se duplicó la demanda de asistencia respecto del año pasado: ahora atienden 600 casos por mes. "Después del estallido por la problemática del consumo de ’paco’, se incrementó la demanda de tratamientos. Muchas veces, los pacientes llegan primero al hospital por el gran daño que la sustancia les provocó en los pulmones o en el cerebro", explicó Luis Carbonetti, jefe de la entidad.
"La difusión de lo peligrosa que es esta sustancia avivó el temor de muchas padres de que sus hijos consuman ’paco’", dijo Daniel Ascárate, coordinador de la "Casa de Día".
El tratamiento se hace todos los días de 8 a 13. En general, los chicos ni trabajan ni estudian y están altamente comprometidos con el consumo de sustancias ilegales. Por eso participan de la primera etapa del proyecto. Por ahora hay siete pacientes, pero se apunta a contener a 25 y a extender el horario de atención hasta las 18.
"¿Dejar la droga me hará mejor persona?". La pregunta se coló durante la terapia del miércoles y dejó pensando a todos los jóvenes. Que ellos puedan expresarse es uno de los objetivos del tratamiento, para lo cual se dictan talleres de expresión artística y de gimnasia. "Cuando alguien está preso de una adicción es esclavo del silencio", afirmó Ascárate.
Fuente/ lagaceta.com.ar
