16.00- Santa Misa, en la plaza 25 de Agosto (Plaza de la Estación), presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanč.
Posteriormente, se concretará la procesión con el Cuerpo Sacramentado de Jesús, cuyo trayecto comprenderá avenida Güemes y calle Sarmiento hasta la Catedral Basílica de Nuestra Señora del Valle, donde se impartirá la bendición final. Recordemos que se trata de la única procesión mandada por la Iglesia, y es más importante que cualquier otra, ya que se trata de caminar con el Cuerpo de Jesucristo, presente realmente entre nosotros.
Recordemos que la Santa Madre Iglesia centra su vida en la Eucaristía, presencia real de Cristo en su Cuerpo y Sangre, que se da como alimento de Vida Eterna.
En oración por la Patria
En ocasión de celebrarse ese mismo día el 198º aniversario de la Revolución de Mayo, se rogará especialmente por la Patria, en estos momentos en que el diálogo es fundamental para lograr consensos, en orden al bien común.
En este momento es importante recordar lo afirmado por la Conferencia Episcopal: "La experiencia nos ha enseñado que una sociedad no crece necesariamente cuando lo hace su economía, sino sobre todo cuando madura en su capacidad de diálogo y en su habilidad para gestar consensos que se traduzcan en políticas de Estado, que orienten hacia un proyecto común de Nación. Este sigue siendo un fuerte desafío para nuestra democracia".
De esta manera, se invita a los fieles en general y especialmente a las familias, a celebrar y adorar la presencia viva de Cristo en la Eucaristía; y elevar súplicas por nuestra Patria.
En la Catedral
Debido a los actos litúrgicos programados con motivo de esta importante fiesta, el domingo 25 de mayo, la única misa que se celebrará en la Catedral Basílica de Nuestra Señora del Valle será a las 21.00.
Oración por la PATRIA
Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Nos sentimos heridos y agobiados.
Precisamos tu alivio y fortaleza.
Queremos ser nación,
una nación cuya identidad
sea la pasión por la verdad|
y el compromiso por el bien común.
Danos la valentía de la libertad
de los hijos de Dios
para amar a todos sin excluir a nadie,
privilegiando a los pobres
y perdonando a los que nos ofenden,
aborreciendo el odio y construyendo la paz.
Concédenos la sabiduría del diálogo
y la alegría de la esperanza que no defrauda.
Tú nos convocas. Aquí estamos, Señor,
cercanos a María, que desde Luján nos dice:
¡Argentina! ¡Canta y camina!
Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Amén.
