Sólo en la última semana tuvieron más de 400 consultas y ya presentaron una carta simbólica con 1.100 firmas que adhieren a rechazar el cristianismo. Además el grupo, en Facebook, presenta 2.680 seguidores. Para apostatar sólo hace falta mandar una carta a la Iglesia donde se realizó el bautismo y decir que se quiere renunciar.
“Con la postura frente al matrimonio gay, mucha gente se sintió indignada por la intromisión de la Iglesia en asuntos civiles. Se estaba discutiendo una modificación del Código Civil, y entendemos que la Iglesia no tiene intromisión en la vida civil. Mucha gente entendió eso, los que pertenecen a la comunidad homosexual y muchos que no tienen ninguna filiación. Se han sentido ofendidos por esta presión de la Iglesia”, asegura Paola Reffetta, profesora en estudios orientales, que fue echada de su trabajo en la Universidad del Salvador, cuando los directivos se enteraron de que realizó el trámite para apostatar, lo que para ella constituye un acto de discriminación.
Andrés Miñones, titular de la Asociación Civil de Ateos en Argentina (Argatea) afirma que la Iglesia basa su poder en la cantidad de fieles, que cuentan a partir de los bautismos. “Repudio las políticas de la Iglesia, el manejo que tiene, haciendo presión sobre cuestiones cotidianas”, indica.
Paula Torrichela también renunció a la fe cristiana “no por una cuestión de fe, sino como un acto de protesta contra una institución que intenta interrumpir procesos democráticos”, señala la joven que milita en el feminismo. María Eugenia Bengolea apostató hace un año y cree que “con lo del matrimonio gay quedó de manifiesto el efecto nefasto de las religiones en el mundo, con eso de la guerra de Dios. Es la Iglesia la que siembra discordia”.
La campaña Apostasía Colectiva realizará el próximo 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos, una renuncia masiva a la fé católica. La agrupación también concuerda con el pedido para que el Estado deje de financiar con los impuestos a la Iglesia.
Fuente: Perfil.com