Catamarca
Sabado 20 de Abril de 2024
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Entre la letra y la voz siempre existe una discontinuidad

En Expansiones. Literatura en el campo del arte , la investigadora y crítica cultural Irina Garbatzky escribe y arma una antología donde la idea de expansión o de contaminación entre distintos campos del arte se conecta, choca, se pone en relación, se expande, precisamente, hacia zonas inespecíficas, transformadoras de los lazos y del entorno sociocultural.
El libro, publicado por la editorial Yo soy Gilda, es una experiencia en la que un grupo de artistas trabaja con la proliferación de textualidades, articuladas en un prólogo que despliega un mapa teórico clave.

Garbatzky nació en Rosario en 1980; profesora de Letras de la Universidad Nacional de Rosario (UNR); es investigadora especializada en performances y sistemas de vanguardia.

Este es el diálogo que sostuvo con Télam.


T : ¿Cómo juegan las expansiones en el campo del arte? ¿Cuál es su singularidad?
IG : La idea de expansión, al menos la que trabajé cuando pensé en la construcción de la antología, tiene que ver con una metáfora crítica, muy recurrente en distintos aportes teóricos de los últimos años, que es la de la arquitectura en el campo expandido, de Rosalind Krauss. Allí Krauss piensa una serie de objetos que desbordan los límites usuales de su disciplina y se contaminan con sus entornos, deben pensarse en expansión, en relación, con otras formas de hacer, otras prácticas artísticas, y también con espacios no artísticos, y con esto me refiero a espacios no necesariamente urbanos, no necesariamente museísticos; incluso cuyos efectos no desemboquen exclusivamente en el arte. Esto es algo que en la crítica literaria y artística argentina vienen desarrollando Florencia Garramuño y Reinaldo Laddaga, entre otros, investigando ese tender de los artistas hacia lo inespecífico, y esas formas de las obras que son también formas de transformación de los lazos y del entorno social.

T : En todo caso, ¿creés que ésta es una de las posibilidades de la literatura contemporánea?
G : Pienso que entre la letra y la voz o en entre la letra y el cuerpo siempre existe una discontinuidad, pero que esa discontinuidad no clausura el pasaje sino todo lo contrario: reafirma la pregunta por su proximidad. Y esa proximidad también se moviliza en la crítica, porque cada vez se vuelve más necesario, para leer a un autor actual, seguir sus huellas en sus movimientos próximos, pensar en poéticas, bolas de nieve, constelaciones, las metáforas de la lectura crítica también son expandidas y privilegian la relación.

T : ¿Cómo armaste la compilación, cuál fue el criterio?
G : El punto de partida para el armado comenzó en el año 2012, es decir, hace ya tres años. Fue el haber observado que en ese momento se jugaba una renovación en la poesía joven rosarina a partir de los efectos que estaban teniendo una serie de proyectos artísticos, también jóvenes. En un lapso de tiempo muy breve, de pocos años, irrumpieron algunas editoriales llevadas adelante por artistas, como proyectos artísticos. Esto claro que tenía una tradición en el arte conceptual, la construcción de libros-objeto, y también en el hecho de incorporar la edición hacia el campo del arte. Y me interesó muchísimo encontrarme con que lo que estaba sucediendo en el campo de las artes visuales eran acciones de poesía, y un interés y un deseo de escribir y leer y publicar poesía. Virginia Negri abría una muestra que se llamaba El nombre de la muestra es este poema, Georgina Ricci me contaba que el armado artesanal de Editions du Cochon era en sí mismo su proyecto artístico, Lila Siegrist me pasaba para que lea el borrador de su novela Destrucción total, los chicos de Ivan Rosado, Ana Wandzik y Maximiliano Masuelli, cuando presentaban su colección Brillo de poesía joven decían, nosotros no venimos de las letras, pero estamos decididos a editar, a leer, a escribir. La idea de la compilación fue entonces para mí el motivo para investigar, entrevistar, ponerme en contacto y ver qué estaba sucediendo en mi ciudad, a pocas cuadras de mi casa, porque me interesaba y me sigue interesando la forma de la crítica y de la investigación que se hace preguntas por su presente y que en algún sentido, pone el cuerpo, se inmiscuye, construye métodos a partir de los encuentros con otros que la desafían y la arriesgan.

T : Las performances, ¿operan también como expansiones?
G : Las performances reactivan y escenifican una historia vinculada con la acción, en la vida y en el arte, que recorrió todo el siglo XX como un hilo invisible. A pesar de no haber ingresado, en algunos casos, en la historia de las obras/objeto del arte no por ello resultó menos eficaz o pregnante sobre el arte y la literatura. Lo que sucede en la performance es que se pone en tensión esa condición inmaterial, acontecimental que la caracteriza con la materialidad del cuerpo y de la voz. Formas de la teatralidad y formas de la voz en cuyo repertorio podemos escuchar y leer una posición respecto de la institución, de los cuerpos y de las voces hegemónicas. Ana Porrúa piensa las asonancias o las disonancias de la voz, como caligrafía crítica en relación con la tradición. Si le agregamos el cuerpo, el gesto, también podemos ver, en algunas ocasiones, los modos de contestación y parodia de algunos repertorios performáticos. Estoy pensando en las performances de los años ochenta en Argentina y Uruguay que son las que más estudié, en esas performances la vinculación de la poesía con lo escénico suponía, valga la redundancia, un nuevo escenario para la poesía, el de una política de los cuerpos, de la afectividad y la generación de socialidades singulares, no pautadas por esquemas previos de militancia. Esas performances también permitían ver lo vivo, no como oposición a las desapariciones, sino como lo recienvivo (la palabra es de Emeterio Cerro): puro proceso, puro hacer, desde la precariedad de las instituciones y sobre todo desde la precariedad, (asumida honoríficamente, con alegría), de los cuerpos.

T : Como editora de Yo soy Gilda, ¿qué novedad pensás que introduce este género en el campo estrictamente literario?
G : No soy editora de Yo soy Gilda, las editoras son Georgina Ricci y Lila Siegrist, excelentes lectoras, escritoras y editoras, además de artistas, que están elaborando un catálogo por demás singular en el cruce de sus intereses. La verdad es que la idea de expansión podría trabajarse solamente con ver los catálogos de algunas editoriales. En Rosario, por ejemplo, pienso que sería central un trabajo que analice con mucha atención catálogos como los de Yo soy Gilda y de Ivan Rosado. Creo que los editores no están pensando exactamente en un diálogo entre las artes y la literatura, porque para ellos se trata de un sistema similar, próximo. Cuando en el prólogo de Expansiones hablé del amateurismo como estrategia no me interesaba reafirmar lo que para otros casos se defendió como liviandad de las fronteras. Se trata de la posibilidad del pasaje entre una instancia y otra, aún de muy diversos órdenes, a partir de la reafirmación de valores en común. También a partir de la valoración de lanzarse, con seriedad y responsabilidad y también con un anhelo de empatía, a la investigación de lo que se desconoce, sobre lo que no se es un experto.

Fuente: Télam

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