Desde esa realidad opresiva, la escritora de novelas como Vete de mí y Coronadas de gloria, construye una protagonista que crea un personaje ficticio al que llama "El", surgido de su imaginación y sus afinidades: un hombre que reúne la sonrisa del Che Guevara, la vestimenta de Mick Jagger y la voz y la mirada del músico Luis Alberto Spinetta, que la acompañará a lo largo del proceso de transformación que experimentan ella y su familia a partir de la irrupción de la dictadura.
En diálogo con Télam, la escritora evalúa que Las olas del mundo (Alfaguara) es "fruto de la maduración literaria", que estuvo en gestación durante más de diez años.
T: ¿Qué buscaste al escribir esta historia?
L: Mostrar lo que puede producir el miedo, y también decir cómo crear ficción te puede salvar o sepultar. En esta novela se puede ver esa época tan funesta, tan oscura que atravesamos que fue la dictadura, que dejaron las marcas del miedo y, por otro lado, cómo el motor de la creación hace que uno pueda refugiarse a través de la música, del rock, en una especie de cofradía en la clandestinidad, con canciones de músicos como Spinetta, Mick Jagger, Los Beatles, cuyas frases o expresiones identifican a la protagonista.
T: ¿Por qué llegó ahora esta novela y cuánto tiene de autobiográfico?
L: El personaje inventado sobre la figura de Spinetta fue parte de mi pubertad y adolescencia, como lo cuento en la novela. Mis hermanos también hacían eso que hace Fabián -hermano de la protagonista- en la historia: Ponían en el combinado los simples de Almendra y Manal, de Vox Dei, y nosotras, las más chicas teníamos que adivinar quién cantaba, qué canción era, a qué grupo pertenecía.
La figura de Spinetta entonces estaba presente en la fantasía, pero también en la vida cotidiana. A los 15 años dejé el colegio de monjas para entrar a estudiar Bellas Artes y ese universo fue tan fuerte, tan distinto, porque entre los compañeros había varones, de 20, 25 años, eran como los músicos que había admirado siempre, con pelo largo, 'hippones', en las aulas se podía fumar, discutir con los profesores, así que ese personaje de fantasía se fue diluyendo frente a la potencia de lo real.
Luego llegó el amor, que puso todo patas para arriba, y recién cuando tuve a mi primera hija empecé nuevamente a pensar en ese personaje.
Fuente: Télam