Catamarca
Viernes 29 de Marzo de 2024
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Misa lanzamiento Tercer Año de preparación al Centenario

“Es fundamental generar y alentar un estilo de liderazgo centrado en el servicio al prójimo y al bien común”

El lunes por la mañana se ofició la Misa Solemne en el Día de la Inmaculada Concepción, en el marco de las fiestas patronales en honor a Nuestra Señora del Valle, presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanč, y concelebrada por el Obispo Emérito, Mons. Elmer Osmar Miani, y sacerdotes del clero diocesano.
(DIARIOC, 08/12/2008) Durante la Eucarística se dio inicio al Tercer Año de Preparación al Centenario de la Diócesis, que se celebrará en el 2010. De esta manera, en el 2009, se suman a esta preparación los ámbitos de la Pastoral Social, Cáritas, Pastoral Penitenciaria, Pastoral de la Salud, Pastoral del Consuelo, como también todos los sectores sociales que trabajan por el Bien Común (política, gremialismo, organizaciones intermedias, entre otros).

Durante su homilía, Mons. Urbanč expresó:

“La Lectura del Génesis proclama con claridad meridiana que la causa de todos los males del mundo es consecuencia de la primera acción desordenada realizada por el ser humano, que en lugar de reconocer y pedir perdón opta por echar la culpa a otro, es decir, no hacerse cargo de los propios errores. No obstante, Dios, Bondad infinita, no dejará librado al ser humano a una inexorable infelicidad, sino que le promete un Salvador, que será su Único y Eterno Hijo, en quien nos ha bendecido con toda clase de bienes espirituales en el cielo para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia por el amor y destinados de antemano a poner toda nuestra esperanza en Cristo. Como sabemos que nada hay imposible para Dios, animémonos a ser dóciles como la Virgen María ante el plan de Dios, diciendo: ‘Soy tu servidor, tu servidora, Señor, ¡hágase en mí según tu Palabra!

Con esta solemne celebración matinal en honor a Nuestra Madre del Valle, damos inicio al Tercer año de preparación al Centenario de nuestra Diócesis y al Bicentenario de nuestra Patria, en el que, siguiendo la carta pastoral de Mons. Miani, nos ocuparemos de configurarnos con Jesucristo Servidor en su doble dirección de: 1) ayuda a los más necesitados y la 2) iluminación y protagonismo en las cuestiones sociales, para hacer realidad la enseñanza divina en 1 Jn 3,18 “no amemos sólo de palabra, sino con obras y de verdad”. Esto nos indica que, sobre todo, Cáritas y la Pastoral Social serán las animadoras de las reflexiones y acciones de este año. El gran desafío que nos proponemos es instalar en nuestro medio las enseñanzas sociales de la Iglesia y el compromiso cristiano con lo social, magistralmente presentados en el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, de octubre de 2004, aún exiguamente conocido y, lo más grave, no tenido en cuenta a la hora de nuestro compromiso ciudadano. En él encontramos los fundamentos doctrinales y los criterios básicos para construir la sociedad que todos soñamos: humana, justa, solidaria, pacífica y fraterna.

Trabajando en serio este tema podremos recuperar el verdadero sentido de la Autoridad, tan desacreditada en las últimas décadas. Ésta sólo es real si nace del espíritu de servicio cuyo modelo lo encontramos en el Hijo de Dios, hecho hombre: Jesucristo. Por eso, prestaremos particular atención a aquellos hermanos y hermanas que tienen una especial responsabilidad en la construcción de la sociedad y el cuidado del Bien Común, a saber: los padres de familia, los educadores, los gobernantes, los legisladores, los jueces, los empresarios, los periodistas, los artistas, los trabajadores, los gremialistas, etc.

Considero oportuno recordar aquí lo que los obispos argentinos dijimos en el mensaje de nuestra última asamblea en los nnº 20 al 22: “En este tiempo necesitamos tomar conciencia de que “los cristianos, como discípulos y misioneros de Jesucristo, estamos llamados a contemplar, en los rostros sufrientes de nuestros hermanos, el rostro de Cristo que nos llama a servirlo en ellos”. Para nosotros, este es el verdadero fundamento de todo poder y de toda autoridad: servir a Cristo, sirviendo a nuestros hermanos”.

“En un cambio de época, caracterizado por la carencia de nuevos estilos de liderazgo, tanto sociales y políticos, como religiosos y culturales, es bueno tener presente esta concepción del poder como servicio. Como Iglesia, este déficit nos cuestiona. En un continente de bautizados, advertimos la notable ausencia, en el ámbito político, comunicacional y universitario, de voces e iniciativas de líderes católicos, con fuerte personalidad y abnegada vocación, que sean coherentes con sus convicciones éticas y religiosas”.

“Por eso, es fundamental generar y alentar un estilo de liderazgo centrado en el servicio al prójimo y al bien común. Todo líder, para llegar a ser un verdadero dirigente ha de ser ante todo un testigo. El testimonio personal, como expresión de coherencia y ejemplaridad hace al crecimiento de una comunidad. Necesitamos generar un liderazgo con capacidad de promover el desarrollo integral de la persona y de la sociedad. No habrá cambios profundos si no renace, en todos los ambientes y sectores, una intensa mística del servicio, que ayude a despertar nuevas vocaciones de compromiso social y político. El verdadero liderazgo supera la omnipotencia del poder y no se conforma con la mera gestión de las urgencias. Recordemos algunos valores propios de los auténticos líderes: la integridad moral, la amplitud de miras, el compromiso concreto por el bien de todos, la capacidad de escucha, el interés por proyectar más allá de lo inmediato, el respeto de la ley, el discernimiento atento de los nuevos signos de los tiempos y, sobre todo, la coherencia de vida”.

Teniendo en cuenta lo dicho, les haré ver la sintonía con ciertos artículos de nuestra Constitución Provincial, que los he tomado de la medular sección octava, cuyo capítulo primero se titula ‘Régimen Cultural y Educacional’, la cual es vinculante para todos y que no sólo debemos acatar, sino poner lo mejor de nosotros para llevarla a cabo, a saber:

{adr}Art. 263: La educación y la cultura, deben tender a la formación integral y permanente del hombre, a partir de su vocación trascendente y como ser dotado de libertad por Dios, su Creador.

La Provincia promueve una educación para el amor y para la paz mediante la transmisión de los hábitos, conductas y conocimientos que se ordenen a ellos y a la recta búsqueda de la felicidad como modo de permitir el desarrollo más pleno de las potencias y posibilidades de cada hombre, de todos los hombres y de la comunidad como conjunto.

Art. 266: El derecho y el deber de educar a los hijos corresponde a los padres.

La política educativa del Estado, en función del bien común, garantizará la efectiva vigencia de este principio, conforme con las normas de esta Constitución y de las Leyes que se dicten en consecuencia.

Art. 267: La educación tiene como fin la formación integral, armoniosa y permanente de la persona, sustentada en los valores cristianos en el marco de la libertad de conciencia y comprenderá la formación intelectual, moral, espiritual, cultural, estética, física, deportiva, artesanal y laboral, a partir del respeto de la persona humana como un ser dotado de libertad y llamado a la trascendencia.

Art. 270: La Provincia garantizará la Enseñanza Religiosa en sus centros educativos de todos los niveles según el culto de los educandos.

Art. 271: La Provincia garantiza la libertad de enseñar y aprender y deberá cumplir las obligaciones que le competen al respecto. Los centros educacionales públicos no estatales, entiéndase “gestión privada”, gozarán de libertad para su instalación, organización, funcionamiento y determinación de planes de estudios, sin otra limitación que las establecidas por la Constitución.

Estos establecimientos que reúnan las condiciones establecidas, recibirán del Estado Provincial los aportes que fijen las leyes.

Art. 274: El Estado Provincial asegura el presupuesto adecuado y necesario para la prestación del servicio educativo.

Y en el Art. 277, inciso ‘a’, se afirma que los ‘padres de familia’ participan activamente en la ejecución de la política educativa.

Si hice alusión directa a la Educación es porque ya hace más de un año que se viene debatiendo esta delicada y trascendental cuestión para el futuro de nuestra Provincia, en la que se juega la felicidad de nuestras futuras generaciones. Mis queridos hermanos, me estoy refiriendo a personas no a cosas. Cuando se trata de personas, en ello debemos invertir lo mejor de nuestros recursos, capacidades y tiempo, pues con ciudadanos bien formados y responsables de su permanente formación tendremos la seguridad de la prosperidad y la paz. Probablemente, después del descanso estival, nuestros legisladores se abocarán a debatir la Ley Provincial de Educación. Por eso, exhorto a toda la ciudadanía y, en especial, al Poder Ejecutivo y a los señores legisladores a trabajar con seriedad, fidelidad y respeto a la Constitución Provincial y a los valores y bienes raíces del acerbo cultural y religioso de la Provincia de Catamarca, ya que en ellos refulge diáfana e inequívoca la señera figura de la Virgen del Valle.

Los obispos argentinos en nuestro último mensaje del 14 de noviembre, “Hacia un bicentenario en justicia y solidaridad”, afirmamos que ‘la gran deuda de los argentinos es la deuda social’, siendo este un problema moral que nos afecta en nuestra dignidad más profunda y que requiere un mayor compromiso ciudadano teniendo en cuenta a nuestros hermanos más pobres y excluidos; y no nos quepa la menor duda que ésta va encabezada por los niños. De allí que en el nº 4 sostenemos ‘la importancia estratégica que tiene la educación’. En el nº 27 expresamos una angustia: “Es grave la situación de la educación en nuestra Patria. Constituye un bien público prioritario muy deteriorado, tanto por los magros resultados en el aspecto instructivo como en la ausencia de un horizonte trascendente de la misma. Nos hallamos ante una profunda emergencia educativa que, en caso de no revertirse con inteligencia y celeridad, gravitará negativamente en el porvenir de las jóvenes generaciones”. Y en el nº 37 proponemos como una de las metas del Bicentenario: “Afianzar la educación y el trabajo como claves del desarrollo y de la justa distribución de los bienes. Urge otorgar capital importancia a la educación como bien público prioritario, que genere inclusión social y promueva el cuidado de la vida, el amor, la solidaridad, la participación, la convivencia, el desarrollo integral y la paz. Una tenaz educación en valores y una formación para el trabajo, unidas a claras políticas activas, generadoras de trabajos dignos, será capaz de superar el asistencialismo desordenado, que termina generando dependencias dañinas y desigualdad”.

Redondeando, nos debe quedar claro que a la persona humana nunca la debemos instrumentalizar o reducir a mero engranaje de proyectos económicos, sociales o políticos.

Al final de la Misa se entregará un ejemplar de este Mensaje a un representante de los diversos estamentos sociales para que se encarguen de multiplicarlo y trabajarlo.

Con el gozo y la certeza de que la Virgen del Valle nos acompaña en todos nuestros propósitos le confiemos este tercer año de preparación saludándola con el Ave María.

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