Catamarca
Martes 23 de Abril de 2024
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Ese anticuado arte de escribir cartas rescata el británico Simon Garfield

En Postdata, el escritor británico Simon Garfield rescata el valor que tuvieron las cartas a lo largo del tiempo -hasta que el correo electrónico fue extinguiendo su uso- a través de una exhaustiva investigación de las correspondencias de personajes célebres como Napoleón, Enrique VIII o Emily Dickinson e ilustres desconocidos, como las misivas -intercaladas en el libro- de un soldado a su amada durante la Segunda Guerra Mundial.
Nostalgia, homenaje, historia, muchas palabras suscitan esta selección que realiza el autor desde aquellas tablillas encontradas en el año 100 d. C. -de madera de abedul, roble y aliso-, en el noroeste británico donde se hallaba una guarnición romana, y que al tener en su mayoría un carácter privado nos revelan muchas cosas ignoradas en el momento de su escritura.

Hay una misiva citada en La Ilíada y otras escritas por griegos y romanos en madera o papiro. De Cicerón hay más de 900 cartas, cien años después aparecen las enviadas por Séneca en un estilo seco y didáctico, y las que mandó Plinio el joven a Tácito donde describe aquel día aciago de la erupción del volcán Vesubio.
A éstas se suman las de Petrarca y posteriormente la voluminosa correspondencia de Madame de Sévigné, una escritura diaria que deja ver cómo se vivía en esos días.

"Precoz, hedonista, galante, ingeniosa, mordaz, protectora, ampulosa, polémica, atrevida e implacable: Madame de Sévigné escribió unas mil trescientas esplendorosas cartas a lo largo de cincuenta años. (...)".

Alternando este itinerario epistolar, Garfield despliega la historia del correo postal acompañada por gran cantidad de anécdotas que ilustran cómo llegó a constituirse en una institución vital para cualquier sociedad.

De las cartas, sobresale la enviada por Napoleón Bonaparte a su querida Josefina, eran los albores del romance y aunque no está fechada se calcula que fue escrita entre diciembre de 1795, antes del casamiento celebrado el 9 de marzo de 1796: "¿Cuál es entonces tu extraño poder, incomparable Josefina? Tu pensamiento me está envenenando la vida, partiéndome el alma".

Un tono que cambia totalmente después del divorcio de la pareja y el casamiento entre Napoleón y María Luisa de Austria en 1810. "Adiós querida. Manda unas líneas para saber que estás bien. Me cuentan que te has puesto gorda como una granjera normanda".

También hay un registro importante de las cartas de Jane Austen, y el autor considera que si la escritora hubiese publicado veinte años antes sus novelas podrían haber consistido en cartas".

"Casi todos los géneros creativos aparecieron en forma epistolar durante el siglo XVIII: el relato de viaje y el pornográfico, la controversia política, el texto filosófico...Hasta los poemas tomaban forma de carta", sugiere John Mullan.

Antes del buzón cilíndrico existieron otros con forma de caja, originados quizá en la Italia del siglo XVI. Los tamburi de la ciudad de Florencia eran unos cajones de madera que había en las iglesias, donde a través de una ranura los fieles podían introducir cartas para delatar a quienes blasfemaban o criticaban al Estado.

Así como los buzones domésticos del Reino Unido, normalmente encastrados en paredes o ventanas, que existieron desde principios del siglo XIX.

"Combinados con la expansión del ferrocarril, las grandes migraciones al oeste y la alfabetización, los progresos en comunicación vividos en la década de 1850 vieron nacer la correspondencia en Estados Unidos tal y como la entendemos hoy: un servicio estatal prepagado, organizado y fiable, que reparte cartas y paquetes de casa en casa con rapidez y muy a menudo a un costo mínimo", apunta el autor en el libro.

Emiliy Dickinson empezó a enviar cartas en 1842, cuando tenía 11 años. Y en un poema cuenta: "La manera en que leo una carta es ésta:/primero, cierro la puerta,/ y la toco con los dedos,luego,/ para de su presencia asegurarme,/ y entonces me voy al lugar más distante para resistir a los llamados/ y extraigo mi pequeña carta/ y lentamente fuerzo su cerradura".

Por su parte, Virginia Woolf definió el género epistolar como "el arte más humano, que hunde sus raíces en el amor a los amigos". Y Jack Kerouac siembra en el lector a través de sus cartas una nueva percepción de la vastedad de Estados Unidos y las oportunidades que el país ofrece.

Otra prolongada relación postal fue la de Anais Nin y Henry Miller: "Tres minutos después de que te hayas ido. No, no puedo contenerme. Te diré algo que ya sabes: te quiero. Esto es lo que destruí una y otra vez. En Dijon te escribí largas y apasionadas cartas, si te hubieras quedado en Suiza te las habría enviado. Pero ¿cómo iba a enviarlas a Louvenciennes?" se pregunta Miller, porque Nin vivía allí con su marido.

Y Nin no se queda atrás: "Dios Henry, sólo en tí he encontrado el mismo entusiasmo henchido, la sangre igualmente al galope, la plenitud, la plenitud (...)".
El libro también incluye cartas que el poeta Ted Hughes escribió a su mujer Sylvia Plath, cuando la conoció, el tiempo en que estuvieron juntos, y las posteriores al suicidio de la poeta norteamericana: "Querida Olwyn: el lunes por la mañana, sobre las 6 de la madrugada, Sylvia se suicidó asfixiándose con gas (...) Me pidió ayuda, como hacía a menudo. Yo era la única persona que podría haberla ayudado y la única tan hastiada por sus exigencias que no fue capaz de reconocer cuándo realmente necesitaba ayuda".

Casi al final, el libro tiene un capítulo "Bandeja de entrada" que deja ver los tiempos por venir y el ocaso de ese mundo de correspondencia escrita.
En abril de 2012, la Internet Society estimaba que 1.900 millones de personas utilizaban el correo electrónico y que se enviaban unos 300.000 millones de correos electrónicos al día (unos 2,8 millones por segundo, siendo el 90 por ciento spam).

Pero todavía los correos electrónicos siguen intentando parecerse a las cartas. "La iconografía de la pantalla es completamente postal: íconos con forma de sobre, bandejas de entrada, un clip que simboliza el fichero adjunto y aviones de papel representando el correo enviado. Y la basura sigue siendo una papelera", remata el británico.

Fuente: Télam

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