Catamarca
Miercoles 24 de Abril de 2024
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Estafas, estafados y ladrones

En Ladrones, el economista y periodista Matías Tombolini reconstruye algunos casos paradigmáticos de la historia criminal, y refuerza la necesidad de atención sobre los vendedores de baratijas con el objetivo casi secreto de fundar una propedéutica que resguarde tanto los bienes personales como la salud de nuestro planeta.
El libro, publicado por la editorial Planeta, relata una serie de episodios resonantes en ese campo y llega hasta el affaire Bernard Madoff, Bernie, un inversionista de Wall Street que promovió una estafa fenomenal.

Tombolini nació en 1974 en Santa Fe; graduado en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA), también es columnista televisivo.

Esta es la conversación que sostuvo con Télam.

T : Ladrones hay: pungas, de guante blanco, etcétera, ¿pero por qué titular un libro de manera tan contundente: Ladrones?
MT : En todas las sociedades, hay delitos de todo tipo, desde los más pequeños hasta los más significativos, y la víctima puede ser un individuo o todos. En el libro se relatan diferentes historias de grandes estafas realizadas por delincuentes financieros, de clase media o alta, que se valieron de planes y artimañas para cometer sus delitos. Las víctimas, los estafados, han sido desde individuos confiados y con ansias de progreso, como también corporaciones o Estados nacionales. Con sus estrategias para estafar crearon sistemas delictivos que nos afectan a todos, son literalmente ladrones de cualquier esperanza, de la confianza, del bienestar.

T : Quizá recuerdes el caso del tipo (o los tipos) que hace un par de años, en Cannes, asaltaron una joyería y se fueron caminando. Sí, son ladrones, ¿pero no son ladrones artesanales?
MT : El acto de robar, es decir de apropiarse de algo ajeno, seguramente requiere de ingenio, de osadía, de planes trazados en los que se emplean distintas formas de delinquir. Algunas han servido como argumento para muchas películas, sin embargo siguen siendo delitos. Los grandes estafadores, esos ladrones cuyas historias aparecen en el libro, han sido también grandes manipuladores que emplearon todo su ingenio para robarle el dinero y el futuro a quienes inocentemente confiaron en ellos. Para lograrlo emplearon sus artes y trabajaron la materia, meticulosa y pensadamente, para armar su escultura, es decir, la mátrix del delito.

T : ¿Habrás visto aquella película de Spike Lee donde una banda armada con ametralladoras de juguete y disfraces, se llevan una cantidad importante? ¿Se puede liquidar el asunto diciendo que eso es ficción?
MT : Los seres humanos estamos desde que nacemos, y tal vez antes, condicionados por todo lo que recibimos del afuera, por lo que vemos y escuchamos, todo se nos queda grabado a fuego, como cristalizado. Así nos vamos formando y así somos, en general, producto de lo que quisieron hacer con nosotros. Afortunadamente, y en muchos casos, en cuanto nos damos cuenta corremos a lo del psicólogo para que nos ayude a eliminar tanto mandato familiar y social, para limpiar nuestra mente y para poder protegernos de la influencia externa. Hasta que esto no ocurra toda historia o filme al que tengamos acceso nos influye, por eso, creo que no hay ficción que no pueda convertirse en una realidad cuando la mente que la consume no tiene un escudo protector contra el afuera. Todo texto, imagen o escena puede sembrar violencia o no, dependiendo de las cualidades y la permeabilidad de la mente que las recibe. Como no se puede ni se debe prohibir la ficción sea violenta o no, lo ideal sería enseñar desde chicos diversas técnicas que permitan crear barreras mentales contras estas influencias externas y poder verlas como algo foráneo condenable y nada beneficioso para todos.

T : Política: el capitalismo financiero ¿no es una máquina eyectada por exacciones y desfalcos gracias a la estructura del capital cognitivo y de la autonomía de sus operadores?
MT : Estoy convencido que los verdaderos maestros del robo están encubiertamente diseminados por el mundo, que asientan su actividad en un sistema que tiende a permitirlo, y en cierto modo, lo promueve institucionalmente al consentir que determinadas relaciones subsistan sin ningún tipo de verificación o intervención.

T : La sociedad de la información, ¿es funcional a la competencia disparatada, a la velocidad sin red, a la acumulación de bienes primarios y a las zonas liberadas en tanto no hay límite?
MT : Seguramente estamos viviendo un tiempo muy distinto, con escasa o nula regulación de los nuevos sistemas de información (como las redes sociales), donde se privilegia el pensamiento y la reflexión individual sobre cada tema; donde reina el egocentrismo porque importa más lo que yo expreso; donde la actitud solitaria le gana a la gregaria al manejar todo desde una pantalla, sin necesidad de intercambio real, ni concreto con los otros; y dónde el que publica primero gana o el que más adeptos tiene, es más ganador. Desde los medios más formales de información también se transmite cierta competencia irracional, ya que aunque se la maquille, se la ignore o se la elimine, la verdad suele ser una y al final se revela como tal. En definitiva, siempre estamos compitiendo, lástima que no con nosotros mismos porque esa sería la oportunidad de mejorar individualmente y, por consiguiente, de tener una mejor sociedad.

T : ¿Marx?, ¿Foucault?, ¿Marx y Foucault, cuidado del planeta y cuidado de sí?: ese horizonte, ¿existe?
MT : Marx dijo respecto a la dinámica expansiva del capitalismo: Todo lo estable y perteneciente a los órdenes se evapora, todo lo sagrado es profanado, y los hombres, en definitiva, se ven obligados a considerar fríamente sus relaciones mutuas, su propia posición en la vida. Así estamos funcionando, en un permanente terremoto, que nos obliga a reacomodarnos continuamente y que nos desencaja de tal manera que el entramado social varíe a partir de los cambios personales. Por su parte, Michel Foucault, en La microfísica del poder decía el poder no es un fenómeno de dominación masiva y homogénea de un individuo sobre otros, de un grupo sobre otros, de una clase sobre otras; el poder contemplado desde cerca no es algo dividido entre quienes lo poseen y los que no lo tienen y lo soportan. (…) Aplicado esto a la sociedad actual, no habría un delincuente con más poder que su víctima, aunque así lo parezca. Lo cierto es que quien resulta afectado por una estafa es porque se encontraba débil, indefenso, desprevenido o distraído mientras que el delincuente se encontraba en el otro polo, es decir, fuerte, armado, atento y bien afilado para acechar. Todo a lo que aspiremos, tanto en forma individual como social, es posible, siempre que nos preparemos para concretar esos deseos. Volvemos a tema de la conciencia, a ser personas más conscientes, con claro conocimiento de lo que somos y de nuestra influencia y compromiso con los demás, y si logramos esto, inevitablemente, nuestro entorno mejorará y seremos capaces de cuidarnos nosotros mismos y de proteger a nuestro planeta.


Fuente: Télam

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