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Miercoles 24 de Abril de 2024
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Estanislao Barchrach, el gurú argentino de la neurociencia

Leticia Pogoriles

En su libro "Agilmente", el doctor en biología molecular Estanislao Bachrach propone romper con los patrones repetitivos de pensamiento y modificar la anatomía y estructura cerebral para desarrollar la creatividad con técnicas de la neurociencia.
Número uno en ventas entre los libros de no ficción, Bachrach (Buenos Aires, 1971) es una joven eminencia del estudio del cerebro humano que luego de trabajar diez años en Francia y en la Universidad de Harvard en Boston decidió, crisis de por medio, volver al país "para ver cómo contribuir", dijo a Télam.

"Fue una decisión difícil venir acá y empezar de vuelta", se sincera Estani, como lo llaman, en la Universidad Torcuato Di Tella, donde se desempeña como profesor de Liderazgo e Innovación.

Su periplo académico y mediático -jueves por medio tiene una columna en el programa "Perros de la calle" en radio Metro- confluyó en un libro donde tira pistas (con estudios validados) para desarrollar el potencial, entender los mecanismos del aprendizaje, comprender cómo se utilizan los sentidos, ampliar la memoria, focalizar, controlar las emociones negativas e incluso entender cómo el amor influye en el comportamiento.

"Esto no es autoayuda pura, sino autoayuda con base científica", dice sobre ese género "bastardeado" y aclara que "a la gente le pega mucho el hecho de que haya estudios detrás y empieza a creer que se puede cambiar, mejorar, estar un poco más contento en el laburo. Todo empieza con buena intención, no es magia".

La historia personal de Bachrach está concatenada con la prédica de su libro y de sus clases: tuvo todo lo que un científico deseaba, entró en crisis, dio vuelta el timón y reconfiguró sus saberes para compartir sus conocimientos.

"En Francia trabajé con pacientes con HIV y generamos una tecnología que interesó a Harvard. Me fui a Boston donde trabajé con pacientes con distrofia muscular de Duchenne, una enfermedad en varones que no tiene cura y mueren antes de los 15 años", dice.

En paralelo dio clases a empresarios y científicos y fue docente de la psicóloga y actriz Natalie Portman y del creador de Facebook, Mark Zuckerberg.

"Empecé a vivir otro mundo de la ciencia, siempre había estado conectado con cerebros de pacientes que fallecían", recuerda.

En el medio, una crisis profesional lo dejó un año en suspenso. Perdió el pelo, se enfermó varias veces. "Tenía todo pero no me gustaba lo que hacía" dice, y regresó para trabajar con "cerebros sanos".
En tanto, un encuentro con el Dalai Lama lo acercó a la neurociencia y a formas de entender el pensamiento y la claridad mental, marco fundamental para que surjan las ideas.

"Vi un cerebro de un meditador profundo en resonancia magnética nuclear, tenía una gran perfomance en el área de la creatividad y de la concentración. Y me puse a investigar cómo la cultura budista está cerca de la ciencia occidental", apunta.

Esa síntesis lo llevó a ser uno de los pocos biólogos en empresas. "Miro la innovación desde la creatividad y ésta empieza en la imaginación y la imaginación son neuronas. Hice un link interesante, que me hace feliz y laburo muy bien mostrando que la gente puede ser más creativa y realmente lo es".

Entre sus logros, Bachrach concentró con el plantel de River Plate para preparar a los jugadores en el aspecto mental y en el manejo de las emociones en la semana previa a la final del torneo Nacional B que definió el regreso del equipo a primera división.

"El cerebro funciona bajo tres premisas: experiencia, certeza y cultura. Son patrones que vas repitiendo y si te va bien y sos feliz, bárbaro. Pero hay gente que frente a desafíos, familiares o profesionales, siempre cae en lo mismo y no le es suficiente. Esta es una forma de verlo desde otra perspectiva", indica sobre el núcleo de "Agilmente" (Sudamericana).

El autor recorre el mundo analizando los modelos empresariales y rompiendo con escepticismos.

"La creatividad tiene que ver con el cambio, animarte a hacer algo distinto y con valor, y si se puede vender, es innovación. Para que el cerebro humano cambie, hay que pasar por riesgos, incertidumbres y ambigüedades", y para que en el ámbito profesional dé resultados, depende mucho de los jefes.

"Hubo experiencias donde se ve no sólo la productividad, sino que hay proyectos más creativos, gente más feliz y para mí -lo más importante- las personas llegan menos cansadas a sus casas. Se cansan menos porque usan mejor la cabeza durante el día", indica.

Para Bachrach, las estrategias más usadas en empresas a la hora de ser más creativos es "la diversidad en los equipos de trabajo, diferentes edades y mucha horizontalidad en el trato", subraya.

En una sociedad donde el éxito laboral es una meta fijada y difícil de alcanzar, el biólogo advierte que éstas técnicas para pensar creativamente, romper patrones y combinar de forma diferente lo ya conocido sirven para la vida porque "cuando se te ocurren a vos y lo haces por vos, es verdadera libertad".

Entre los mitos sobre el cerebro, el autor desmonta uno central: "soy grande, no puedo cambiar. Hasta los 90 -sigue- los científicos más ´grosos´ decían que no se podía cambiar, pero se descubrió que las neuronas crecen, se mueven, cambian. El cerebro puede modificarse según lo que vos le digas que haga".

¿Qué sería una buena idea? "Es algo que se te ocurrió y te sirve para pasarlo mejor en tu vida. Una de las cosas más lindas de la neurociencia es que cuando tenés una idea, mala o buena pero tuya, tu cerebro cambia, crece y mejora", concluye.

Fuente: Télam

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