"Durante más de un año y medio convivimos con la obra. Esto implicó que se fueran clausurando aulas y sectores del edificio, y de a poco nos fuimos teniendo que ubicar en cada vez menos lugares".Fernando, integrante del Centro de Estudiantes
La joven repasó que "más allá del problema por la modificación inconsulta de los planes de estudio (que impulsa el Gobierno porteño) que compartimos con todos los otros colegios, nosotros tenemos un tema edilicio que la gente comenzó a ver desde que comenzamos con la toma a pesar de los cortes de calle, abrazos al colegio y otras acciones que hicimos antes".
"Al segundo día de la toma (el ministro de Educación porteño, Esteban) Bullrich se presentó en el edificio y se comprometió de palabra a contratar a otra empresa en forma directa (sin licitación) para abreviar los tiempos en el caso de que la Justicia falle en contra de la constructora actual".
Los problemas se remontan a julio de 2011, cuando el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires contrató a la empresa constructora Ernsesto Tarnousky S.A. para realizar una remodelación y reparación del edificio de la escuela Aída Mastrazzi, ubicada en Esmeralda 285 y declarado Sitio de Interés Histórico Nacional.
El plan de obra, tal como consta en el cartel que se encuentra en el ingreso del edificio, era de 18 meses pero, según constó en denuncias realizadas ante la Justicia por el gobierno local, la empresa constructora incumplió el plan de obra e, incluso, provocó algunos daños en la estrucura.
"Durante más de un año y medio convivimos con la obra. Esto implicó que se fueran clausurando aulas y sectores del edificio, y de a poco nos fuimos teniendo que ubicar en cada vez menos lugares, hubo clases en pasillos, en el buffet, teníamos una sola aula grande", describió Fernando, también integrante del Centro de Estudiantes.
A principio de 2013 se declaró la emergencia edilicia y los estudiantes fueron trasladados al edificio de Paraguay, donde funcionaba el Patronato de la Infancia.
Las clases comenzaron recién en abril y otra vez las obras: en esta oportunidad para acondicionar el lugar a las necesidades específicas de la danza.
"Hay que reconocer que se hicieron muchos cambios, pero no fueron suficientes", describió la joven, y a modo de ejemplo mencionó: "los pisos se astillan cuando bailamos, los que están plastificados hacen que te resbales, las barras se caen de la pared si las sujetas fuerte y los espejos también se despegan".
Carolina también detalló que "los estudiantes de folklore bailan en el salón principal donde el piso es de mosaico y ellos necesitan otro piso para zapatear porque de esta manera se lastimaron las rodillas y la columna".
"Entonces -continuó- lo que hicieron para salvar esta situación fue armar una tarima donde sólo entran de a dos parejas por vez y que, además, se mueve".
De la obra que se lleva adelante en Esmeralda, los jóvenes observaron algunas irregularidades que se pueden ver a simple vista: "el baño del entrepiso de mujeres tiene sólo dos metros de altura y la única ventilación es una ventana cerca del piso que da a la cocina o hay aulas de danza a las que le pusieron un piso encima, entonces el espejo y la barra quedaron bajos".
El mismo miércoles que decidieron la toma, la comunidad educativa del Mastrazzi se reunió con las legisladoras porteñas Laura García Tuñón y María Elena Naddeo, quienes se comprometieron a llevar la temática a la comisión de educación; también brinda su apoyo el legislador Roberto ´Tito´ Nenna, quien ya desde febrero viene exigiendo a Gobierno porteño una solución de la problemática.
También la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE) acompaña el reclamo: "El Gobierno de la Ciudad había dicho que las obras se iban a terminar en diciembre de 2012, después lo pasó a mayo, luego a julio, después a agosto y todavía no hay fecha", dijo por su parte Carlos Guerrero, secretario de cultura del gremio.
Al Aída Mastrazzi asisten unos 900 estudiantes de diferentes zonas de Capital Federal y del Conurbano para hacer el secundario artístico o seguir la carrera de siete años en danzas (tanto clásica como folklore), por donde pasó, Julio Boca, entre otros bailarines.
"Los que estamos acá es porque amamos la danza. Este colegio te da una base muy buena, por ejemplo, como bailarina yo estoy aprendiendo cosas sobre mi cuerpo, sobre la historia de la danza y esto es muy importante porque bailar no se trata sólo de mover el cuerpo, sino de poner en práctica tu oído, tu cerebro", aseguró Carolina.
Fuente: Télam
