"Este tipo de construcciones merecen un apartado especial a la hora de hablar de preservación urbana", explicó la arquitecta Miriam Bessone, directora de la investigación.
"Vivir en la casa que habitaron nuestros padres de pequeños, o en la de nuestros abuelos, implica un viaje por el tiempo. Pero no es todo: las viviendas residenciales corrientes (como las denominan los arquitectos) también hablan de la historia social y urbana de la ciudad que las vio nacer, evidencian las épocas en las que fueron construidas y constituyen nuestra memoria", apuntó Bessone. (Télam)