Es así que convocado por los vecinos, el secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano Octavio Gutiérrez participó de varias reuniones donde tomó conocimiento de la histórica marginación que vivieron las familias a quienes se sumaron otras que también buscaban tener una mejor calidad de vida. Las gestiones se pusieron en marcha, la necesidad de contar con un terreno fue asistida por el Estado Provincial, que cedió terrenos fiscales en una zona conocida como “La Planchada” a cada una de las 15 familias donde la cartera a cargo de Gutiérrez construye día a día la esperanza de una nueva forma de vida para ellos. Por estos días 6 de las viviendas presentan un avance de obras de 70% con estructuras de hormigón armado, mamposterías, lozas de hormigón armado, revoques grueso y fino, aberturas e instalaciones de agua, luz y cloacas parciales, mientras que las restantes 9 avanzan con estructuras de hormigón armado, mamposterías y lozas de hormigón armado completas al 100%, lo que fue supervisado por el titular de Vivienda, Octavio Gutiérrez, en una de sus recorridas de obra durante la semana pasada.
Dos generaciones
Durante el trabajo de relevamiento social realizado se constató que las familias que vivían en la Escuela Agrotécnica son de escasos recursos y poseen ingresos mínimos. “Nos llamó la atención que pasaron tantos años sin que los gobierno anteriores no vieran esta situación, encontramos familias que ya llevaban dos generaciones viviendo en la escuela: algunas madres habían criaron a sus hijos en la escuela y a la vez ya eran abuelas”, afirmó la profesional a cargo de los casos.
“El estado de conservación del añejo edificio no era apto y aunque el frio hacía sentir su bravura la gente nos estaba esperando, estaban ansiosos y contentos sabiendo que el gobierno llegaría a darles una solución”, recordó la asistente social Edith Cisneros, a cargo del relevamiento social de las familias chacareras, quien también comentó sorprendida que las familias “habían hecho de las aulas sus hogares pero estaban totalmente hacinados: los espacios eran muy reducidos y tenían todo tipo de muebles por lo que se debía acceder de costado en muchos casos”, contó la profesional sin olvidarse de que algunos que pudieron tener acceso a materiales de construcción edificaron subdivisiones dentro de las mismas aulas y construyeron sus baños propios, pero el resto de ellas compartían los baños de la escuela. También, y para una vida as privada, las familias adaptaron espacios dentro de las aulas para improvisar cocinas a gas aunque se proveían del agua que sacaban de los baños comunitarios de la escuela. Así, en poco tiempo más, la vida del conglomerado cambiará. Cada una de las familias contará con una vivienda Solhábitat propia que cuenta con dos dormitorios, cocina comedor, baño y lavadero exterior, enseñándoles, en el caso de los más pequeños de cada una de las familias, que todo ser humano tiene derecho a vivir dignamente.