Catamarca
Viernes 19 de Abril de 2024
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Flamencos y leyendas a 4.300 metros de altura en Laguna Brava

Los flamencos que tiñen con su color la costa y salpican el espejo de agua que mezcla los azules y verdes del cielo con los blancos y grises del salitre o el hielo, todo enmarcado por el rojo típico del suelo riojano, a casi 4.300 metros de altura.
Rodeada de altas montañas azules, algunas con nieves eternas en sus picos, Laguna Brava es también hábitat de vicuñas, ñandúes y patos, y presenta algunas curiosidades como géisers, restos de un avión y la tumba del "Destapadito" y su esqueleto siempre al aire, en torno a las cuales se tejieron historias o leyendas.

Con el imponente volcán Veladero (6.436 metros sobre el nivel del mar) sobresaliendo entre otras montañas que la rodean, Laguna Brava está en un inhóspito valle de la puna riojana, a 4.270 metros, sin árboles ni arbustos que den sombra o protejan de los vientos.

"La única flora acá y en casi todo el camino es el coirón y el cuerno cordillerano, que sirve para hacer fuego a la noche o en caso de emergencias, pero ninguno pasa el medio metro de alto", comentó a Télam Emanuel Luna, un guía residente en Vinchina, la ciudad más cercana, 115 kilómetros al sudeste.

El clima cordillerano es cambiante y pasa, de ser veraniego cuando hay sol, a temperaturas bajo cero si el cielo se nubla, algo que ocurre con inusitada rapidez debido a los fuertes vientos.

En esos casos, el polvo dificulta la visión, en la laguna se forman delgados remolinos blancuzcos de salitre o nieve y, si el día era hasta allí caluroso, también surgen suaves nubes al evaporarse las primeras gotas sobre las piedras, aunque éstas pronto estarán heladas si el cielo continúa cerrado.

La laguna recibió su nombre por su supuesta bravura climática en rechazo a los extraños, que según los lugareños hasta hizo caer el avión mencionado, pero en realidad las inclemencias son las típicas de la altura cordillerana, que siempre afectan más a los foráneos que a los baqueanos, en especial la falta de oxígeno en el aire.

Este atractivo turístico de singular belleza y declarado Refugio Provincial es además un sitio Ramsar, nombre que deviene de la ciudad iraní donde se firmó la convención para proteger las estaciones de aves migratorias, representadas en este caso por esos grandes zancudos que la pueblan de a miles en los meses cálidos.

En días despejados y calmos, los flamencos permanecen a pocos metros de la costa, hurgando el fondo con patas y picos, pero si el turista se aproxima se alejan lenta y casi imperceptiblemente para mantener la distancia, para seguir su rutina y quizás hasta posen para una foto sobre una pata o con sus alas abiertas al sol.

Algunos planean en la altura o atraviesan rápidos el cielo azul impecable, aunque el gran momento es cuando levantan vuelo en bandada y cubren todo de blanco y rojo, que es el plato fuerte de los amantes de la fotografía, que encuentran allí una de las postales más buscadas.

En la costa norte hay pequeños géisers inactivos, en torno a los cuales se reunen flamencos y grupos de vicuñas, aunque éstas salen al galope en cuanto ven u olfatean humanos.

Pese a los graznidos de los flamencos, el balido de las vicuñas y el ulular del viento, hay en el lugar una profunda sensación de silencio, ya que la inmensidad y quietud de los Andes parece absorber todo sonido y movimiento.

Uno de los atractivos no naturales de la zona que dieron lugar a historias populares son los restos de un avión que llevaba ocho yeguas pura sangre preñadas de Perú a Buenos Aires, en 1964, y realizó un aterrizaje forzoso en el suroeste de la laguna.

Los seis tripulantes se salvaron y solo murió una de las yeguas, cuyo cuerpo permanece momificado por el salitre junto a lo que queda del avión -que está siendo desguazado por una empresa-, en tanto otra se perdió entre las montañas.

Cuando los paisanos de los poblados más cercanos ven potros de gran porte y ágiles a la vez, aseguran que se trata de la descendencia que dejó esa yegua.

En el caso de El Destapadito, se trata de un arriero o un prófugo de la justicia, indocumentado, que murió congelado a mediados de los 50 y fue enterrado junto a un refugio, pero las piedras que lo cubren siempre se corren y dejan el esqueleto a la vista.

La tumba se convirtió en lugar de culto y muchos le rezan y le piden milagros, en forma oral o escrita, y dejan ofrendas o monedas junto al cadáver.

El Destapadito está junto a uno de los "Refugios de Sarmiento", sólidas construcciones de piedras con diseño de nido de hornero -no deja pasar el viento pero sí luz y aire- hechas en el siglo XIX para protección de los arrieros, a lo largo de la actual Ruta Nacional 76, que lleva a Chile por el paso Pircas Negras.

Fueron levantados durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, entre 1864 y 1873, y se conservan en perfecto estado y aún pueden albergar a quien deba protegerse de una tormenta o pernoctar en la zona, aunque esto último sería algo excepcional, ya que no se permite circular de noche por esta reserva natural.

Fuente: Télam

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