El pontífice argentino arremetió contra un sistema que "sigue negándoles a miles de millones de hermanos los más elementales derechos económicos, sociales y culturales".
"Cuando la avidez por el dinero tutela todo el sistema socioeconómico arruina la sociedad, condena al hombre, lo convierte en esclavo, destruye la fraternidad interhumana, enfrenta pueblo contra pueblo y, como vemos, incluso pone en riesgo esta nuestra casa común", el planeta, advirtió, retomando conceptos de su encíclica Laudato Si.
Los excluidos pueden "hacer mucho" y ser protagonistas de "los grandes procesos de cambio" nacionales, regionales y mundiales en pos de garantizar "las tres T": trabajo, techo y tierra, afirmó al instar a no resignarse a aguardar soluciones, porque "un cambio de estructuras que no viene acompañado de una sincera conversión de las actitudes y del corazón termina a la larga o a la corta por burocratizarse, corromperse y sucumbir".
El primer camino, dijo, es "poner la economía al servicio de los pueblos" a fin de crear "condiciones para que cada persona pueda gozar de una infancia sin carencias, desarrollar sus talentos durante la juventud, trabajar con plenos derechos durante los años de actividad y acceder a una digna jubilación en la ancianidad".
Esto "no es una utopía ni una fantasía. Es una perspectiva extremadamente realista. Podemos lograrlo", alentó Jorge Bergoglio y apuntó que una justa distribución de los bienes no es "filantropía", sino "un deber moral" y para los cristianos "un mandamiento".
Luego hay que unir a los pueblos, que "quieren ser artífices de su propio destino", transitar "en paz su marcha hacia la justicia" y "no quieren tutelajes ni injerencias", porque cuando privan "a los países pobres del pleno ejercicio de su soberanía" surgen "nuevas formas de colonialismo".
Ese colonialismo, cuestionó el Papa, aparece como el "poder anónimo del ídolo dinero" e impone "medidas de austeridad que siempre ajustan el cinturón de los trabajadores y de los pobres", crea "pobreza y migraciones forzadas" y una inequidad que deriva en violencia que no podrán frenar con "recursos policiales, militares o de inteligencia capaces de detener".
El pontífice dijo que los movimientos sociales "son sembradores del cambio" y los alentó a seguir en esa senda con "coraje, alegría y perseverancia", con la "certeza de que tarde o temprano van a ver los frutos" del cambio.
Y pidió a los dirigentes que "sean creativos" y construyan "sobre bases sólidas" teniendo presente "la realidad de sus hermanos", porque de esa manera "no se van a equivocar" en sus decisiones.
También invitó a "pensar juntos algunas tareas importantes para este momento histórico" en pos de un "cambio positivo", enriquecido "con el trabajo mancomunado" de gobiernos, movimientos populares y otras fuerzas sociales. "No es tan fácil definir el contenido del cambio", indicó.
"No esperen de este Papa una receta", porque "ni el papa ni la iglesia tienen el monopolio de la interpretación de la realidad social" ni "la propuesta de soluciones a problemas. Me atrevería a decir que no existe una receta", sino que esa respuesta la van construyendo las generaciones.
Fuente: Télam