Lourdes obtuvo el Cuadro de Honor, con un promedio de 9.88 y es portadora de la bandera nacional de la Escuela Nro. 59, Remigio Carol Conoce sus necesidades, pero la falta de un libro no le impide ser la mejor de la clase. Recibió todos los años - desde su inicio escolar - los certificados de Mejor Compañera, Aplicación al Estudio y Asistencia Perfecta.
Más de una vez la sombra de un árbol fue testigo de sus horas de estudio. Pero cuando el frío castigaba, el rancho daba abrigo. Ese gran espacio sin divisiones, adonde Lourdes, sus padres y sus dos hermanos comían por la mañana y descansaban por la noche, servía también de acogedora aula.
Pero la pobreza es sólo material. No hay libros, el guardapolvo es prestado y ni siquiera escucha hablar de computadoras. La riqueza está en el esfuerzo constante por salir adelante, a pesar de la ausencia de becas oficiales o privadas. "Lourdes nunca fue premiada por una beca. Muchas veces reciben esas ayudas aquellos que no se lo merecen, intentado incentivarlos a estudiar. Sin embargo, ella que necesita realmente un apoyo jamás recibió nada", resume Noralisa Santidrián, la maestra que la guió en el 5 año de EGB 2.
Sin embargo, la vida premia. Con esmero, responsabilidad y perseverancia. Hace dos años, el rancho que compartía con su familia fue beneficiado por el Plan Federal de Erradicación de este tipo de viviendas. Desde entonces, el viejo rancho se transformó en una linda casa con un techo a dos aguas, que cubre un par de pequeñas piezas, una galería y un baño incorporado, aquel que antes debía buscarlo a unos metros de su rancho.
Allí, en su nueva casa de la calle Santa Cruz s/n del Barrio Lomas de Zamora, a un kilómetro de la escuela, Lourdes cumple con sus tareas puntillosamente.
Elegido por las mismas cualidades humanas de la nueva soberana, fue premiado como Rey Nacional del Juguete 2008, Leonel Crescitelli, un niño mendocino de 10 años. El chico cursa quinto grado en la escuela Bernardino Rivadavia, en la comuna de Rivadavia, donde vive junto a sus padres, una pequeña villa a 60 kilómetros al Este de la ciudad de Mendoza.
Leonel encontró una abultada billetera de cuero marrón en la vereda de su escuela. La levantó y se la entregó a la maestra Juanita, la primera que encontró en su camino. La docente le pasó la billetera a una celadora para que la lleve hasta la Dirección. Fue la vicedirectora la que descubrió lo que había en el interior: 20 mil dólares, en tres fajos de billetes y algunos cheques.
El dinero pertenecía a un empresario que había ido a buscar a su hijo, que concurre a la misma escuela de Leonel. El hombre no alcanzó a darse cuenta que había perdido el dinero.
Cuando la vicedirectora María Luisa Funes revisó la billetera, encontró un carnet de conducir. Era de un padre de la escuela y pidió que fueran a buscarlo. El hombre, sorprendido todavía, estaba en la vereda cuando le explicaron que habían encontrado algo suyo.
"Tuvo suerte, la billetera la encontró Leonel", le dijo la vicedirectora al empresario. El hombre pidió que no trascendiera su nombre por cuestiones de seguridad privada. Comentó en la escuela que llevaba encima ese dinero porque se encarga de hacer operaciones comerciales para él y para terceros.
Leonel no supo cuánto dinero había en la billetera hasta el día siguiente, cuando lo esperaba todo el colegio en el patio para brindarle un aplauso por su honestidad.
Su mamá, Janina (39) está separada, es empleada municipal y alquila un departamento en el que vive con sus dos hijos, Leonel y su hermano mayor Ricardo (17).
Como recompensa, Leonel recibió una bicicleta del hombre que perdió el dinero y la promesa de una beca del Gobierno provincial para continuar sus estudios.
Tiene buenas notas y se destaca en Matemáticas. "Hice lo que mis papás me enseñaron, el dinero lo tenía que devolver", dice Leonel, mientras abraza a su bicicleta.
