Catamarca
Jueves 25 de Abril de 2024
Buscar:

Guerriero y otras realidades latinoamericanas que contar

"Una historia sencilla" da título a una crónica de Leila Guerriero que no sólo hecha luz sobre el festival de malambo más secreto y prestigioso del país, también sobre el oficio de cronista en una Latinoamérica estereotipada y sobre la soledad más íntima, la del instante previo al acto que puede doblar el rumbo de una vida.
Esta es la crónica del Festival Nacional de Malambo de Laborde y sus competidores, quienes se dan cita una vez al año en esa ciudad cordobesa para medirse en esta competencia, que en un mismo acto significa su consagración y aniquilación porque el campeón no podrá competir más en su vida.

Laborde es un pueblo de seis mil habitantes en la pampa húmeda donde se juega esta tragedia griega: Los malambistas son los atletas que durante cinco minutos deberán mantener la misma exigencia que un corredor de 100 metros llanos; y el vencedor deviene héroe que habrá dado su última batalla o será repudiado si decide volver a competir.

La crónica publicada por Anagrama lo resume como "folclore sin remix", "no efectista", "apegado a la tradición"; "la cúspide y el fin"; Y Guerriero describe: "Como los toros, como los animales de raza pura, reciben el título de campeón"; el premio es una copa sencilla firmada por un artesano local donde se llevan "todo lo que no se ve", "prestigio" y "reverencia", "consagración" y "respeto".

Laborde es además un festival que desde 1966, hace 47 años, funciona dándole la espalda a las lógicas de mercado; no quiere boleadoras ni espuelas ni velas para impresionar a una audiencia neófita; no se anuncia en los medios de comunicación; no quiere ser Cosquín ni una fiesta de doma.

Los personajes de Laborde están lejos de "los estereotipos que confirman esa mirada folclórica y antipática de europea o gringa sobre Latinoamérica", no son la señora con guanaco de fondo o el chico con una pistola en la mano em una favela, dice a Télam Guerriero.

Los personajes no se revelan más que a sí mismos, aceptan, "detrás de sus discursos hay unas capacidades muy raras de sobreponerse, de aceptación sin buscar la piedad del otro, algo muy eficaz, lejos de la resignación", resume la cronista, una de las plumas contemporáneas más destacadas del periodismo narrativo en español.

"¿Qué mundo le estamos contando a la gente? Me hacía estas preguntas sobre mi oficio cuando escribía o estaba sola con Rodolfo -el joven bailarín que siguió tres años-: Cuando lo veía abriendo su Biblia, dándome la espalda, poniéndose a rezar, sabía que era un momento de una intimidad tremenda y que mi presencia podía marcar la diferencia", grafica.

"Estaba violando claramente su espacio y sabía que estaba irrumpiendo en un rito poderoso pero muy frágil. ¿Uno debe quedarse? -vuelve a preguntarse-. Sí -se responde-, porque esa mirada tan cercana es súperimportante, esos son los momentos en los que entendés, si yo no lo hubiera visto a Rodolfo en esas circunstancias no sé si hubiera podido".

Guerriero quería lograr un "metalibrito" dentro de su crónica con esas preguntas: "¿Me interesa leer historias como las de Rodolfo, donde lo pobre no tiene que ver con el margen, lo violento? ¿De verdad tenemos ganas, podemos contarlas?", repite como un mantra.

Interrogantes que más allá del oficio tuvieron que ver con la intensa solemnidad de los hechos narados: "Laborde es como un templo con mucho de ritual, una ceremonia secreta, un lugar contrito donde la gente no es mojigata pero mantiene el imaginario de ser y parecer"; a quienes pasan por ahí puede cambiarles la vida para siempre, el campeón deja de ser aprendiz para ser maestro.

Guerriero tradujo esta experiencia en el papel con una prosa parca, cortada con pocas descripciones intensas y pensadamente líricas, que son las de algunos malambos -por definición baile tradicional argentino de gauchos que se desafían con un zapateo sostenido- con la idea de replicar el sonido de esos días en la forma del texto.

"Rodolfo entra al escenario por el costado... perdido en algún lugar que no es de este mundo, apuesto y fatal, altivo como un árbol, transparente como un aire de jazmines... ruge con la astucia de un felino, se desliza con la gracia de un ciervo", él "era el zumbido de la soledad, era la furia... era lo contrario a la paz", describe sobre los pocos malambos que tradujo en palabra.

Con esto también buscó aportarle clima a un texto que no puede concebir divorciado de su contenido.

Cuando escribe "tienen veintiuno, veintidós, veintitrés años. Aspiran a tener, sobre el escenario, pero también debajo, lo atributos que suponen gauchos" y lo reitera varias veces en el libro "sirve como mantra -afirma-. Siempre pienso que sin reporteo no hay historia pero sin estilo no hay texto".

La escritora nacida en Junín, Buenos Aires, hace 46 años, autora de destacadas crónicas como "Los suicidas del fin del mundo" y la premiada "El rastro en los huesos", suma nervio y suspenso en esta nueva investigación reservándose de narrar algunos pasajes cruciales que el lector no conocerá hasta el final.

"Es como hacer uop! y que la cámara se apague, no se sabe", ríe añadiendo expectación a esta historia que tiene dos épicas, "la del hombre común -que a diario enfrenta una realidad a la que a veces debe bajarle los dientes a golpes- y la del tigre de Bengala, el tipo que frente al espejo de baño saca las garras".

Los competidores -chicos humildes, muchos del interior, que trabajan por sueldos mínimos, deben pagar de su bolsillo un entrenador, vestimenta, viáticos y estadía- y se preparan durante años con la exigencia de un atleta olímpico para medirse durante cinco minutos sobre estas tablas y ser ungidos o volver a empezar.

"Estaba convencida de que iba a contar la historia del festival y terminó siendo la de Rodolfo, en esos cuatro minutos y 52 segundos que lo vi bailar por primera vez, sin tener información sobre lo que es bueno y lo que no en el malambo, me puso los pelos de punta", repasa, y ahí es cuando comienza su historia.

Fuente: Télam

(Se ha leido 177 veces.)

Se permite la reproducción de esta noticia, citando la fuente http://www.diarioc.com.ar

Compartir en Facebook

Sitemap | Cartas al Director | Turismo Catamarca | Contacto | Tel. (03833) 15 697034 | www.diarioc.com.ar 2002-2024