Los chicos volaron hasta aquí en un Hércules, junto con la nueva dotación, para llevarse a sus padres de vuelta al continente, luego de pasar casi un año sin estar con ellos.
Los jóvenes, vestidos de uniforme naranja -como obligan las convenciones de seguridad, en vistas a las tormentas de viento blanco- revolucionaron la base antártica con su curiosidad y algarabía, recorrieron todos los rincones de la base y disfrutaron de un día espectacular con una temperatura de dos grados bajo cero y una sensación térmica de 12 grados negativos. (Télam).