Catamarca
Jueves 25 de Abril de 2024
Buscar:

Hip y Mió

"El que da la cara soy yo. Y defiendo la posición que gané laburando. Ustedes…", arrancó Cáceres anoche. "Nosotros somos la cara", dije yo. Parado frente al espejo, él no esperaba el desafío. Quedó armando una réplica. Hace 47 años que estamos juntos, larga pulseada. Hemos ganado terreno Mió y yo. Tuvo que aflojar el control de cada paso del trabajo y ahora nos trata como pares. Hasta que supo de los informes sucios.
Columnista político de radio es Cáceres. Nosotros hacemos la producción de material para su análisis. Alertado por su obsesivo celo de jefe (o el oficio de un alcahuete), encontró informes con fallas de fábrica. Errores con olor a deliberados. ¿Yeites de aprendiz de censor? Tal vez. "¿Por qué no copiaste completa la declaración de los obispos?", encaró primero a Mió. Un cross letal. Mi socio enmudeció. No fue tan simple el trámite conmigo. Un diario denunciaba un desfalco en el gremio mercantil. Recuadro: "estaría implicado un alto dirigente". Leí el nombre: personaje con legajo trotsko-juvenil, amigote de Cáceres. En el informe lo mandé al frente con su apodo: "el Turco". Y pasó. "Se me escapó, de distraído", versié. "A conciencia lo encanaste. Y de rebote me baleás a mí", encaró. Opté por guardarme en el molde. "¡Basta de bajar línea! ¿O se sienten con impunidad de «sérvis»? A mí no me va a boicotear una yunta de mercenarios baratos", se agrandó. Mió quiso blanquear el enchastre con su discurso de siempre. Casi-medio-siglo-juntos. Cuando-empezó-en- Radio-Belgrano-éramos-el-eje-de-la-producción. Lo-ayudamos-a-conquistar-prestigio. Por-eso-nos-dejó-crecer. Es-tarde-para-descubrir-que-no-da-más-el-pinet. Cáceres estaba bien afirmado: "el pinet es un valor milico, no perdono la mala leche", disparó. Y se metió en el cuerpo a cuerpo. "Vos, Mió, sos sirviente de lo más oscurantista de la Iglesia. Me sorprende Hip. Fusila sin piedad a un tipo al que, como a su admirado Dirk Bogarde en Venecia, se le agrieta el maquillaje. Nunca se sabe qué monstruo acecha detrás de un antifaz. ¿Un seductor de menores? ¿Un cagador? ". Fui al choque. "Nadie eligió esto: ni usted, ni Mió, ni yo. Nosotros vivimos su vida. Somos el mismo hombre, somos Cáceres", renuncié al tuteo. "Estoy podrido de tu «somos», Hip", dijo. No quiso ir más a fondo.


No es ideal la relación entre Mió y yo. Me encargó que cobrara los 5.000 por preservar a los obispos y acostar al Pardo. "Yo no me vendo, este dinero va para la Mutual de Ciegos", aclaré. No habló por una semana. Nos separan cuestiones ideológicas , distintas inquietudes. Cáceres lo percibe y hurga para enfrentarnos. "Basta de ocuparnos de menudencias. Hay dos grandes temas. De los sueños se va a encargar Hip. No quiero desligarme de ese pobre que como yo, soporta a Cáceres. Hip reconstruye sueños con montaje de película. La otra veta a explorar es el zapping. La tevé ofrece viajar en una noticia o un sueño distintos cada seis segundos. Cálculo fácil: en un minuto caben diez toques de zapping", sintetizó Cáceres. Le tiré un puntazo: "pero el sueño no es suyo, lo alquila, y a las 3 de la mañana debe haber un millón de monos que chupan la teta del mismo sueño". Demoró en contestar Cáceres. "Dándole manija al control remoto sos un cartonero revolviendo basura", dijo Mió. "Esto no es una consulta. Notifico mi decisión", cortó Cáceres. Viraje a otra frecuencia y ahí me dedicó una dosis de franela. "A Hip lo oí citar a Berger, a Pessoa. Lee. Merece los sueños". Me escondí detrás de una nube. "Vos, Mió, siempre atento a un gato negro, una chapita, toda vidriera que diga «sale», todo culo erguido, encargate del zapping", decretó Cáceres. Reacio a irritar al amo, Mió no se mostró ofendido. Como bufón hizo la jugada imprevista. "Nunca me hiciste un regalo", dijo. "¿Qué regalo?". "Un silenciador, ponele". "¿La pistola con el cañito?". "Sólo el cañito".


Cáceres lo quiere más a Mió. O lo prefiere como aliado. Le puso ese nombre porque Mió es miope. Como yo tengo hipermetropía me dice Hip, pronunciando la "h" aspirada, como en inglés. Brote de riqueza imaginativa, sí. Una obsesión de Cáceres es definir en colores todo lo que vive, sucede y vegeta a su alrededor. Eso alentó celos. El iris de Mió es marrón pardusco. Para Cáceres es verde, el color de ojos más cotizado. Mi iris es celeste turquesa, pero Cáceres dice que es azulino desvaído. Su tío Milton dio una interpretación. "Como uruguayo de mate y ley, cuando hablás de la costa, hasta Atlántida, le decís mar al río. Miles de choznos de Artigas y nietos de Obdulio Varela coreamos la misma letra. No jodas más. El iris de Mió, para vos verde mar, es marrón como este mugriento río". "Lugones cantó al río color de león", dijo Cáceres. Ahí Miguel pegó sin asco: "Giribaldi, poeta lunfardo, dice qué-hacés-río-color-bosta-de-alazán". "Es marronoso", dije. Mió reaccionó. "Uno al lado de otro, los dos mirando al frente, nunca podemos vernos; ¿de dónde sacaste eso de marronoso?", toreó. "Es un narciso Cáceres", dije (supongo que habrá entendido). Pasa horas ante al espejo, yo aprovecho para mirar orejas, dientes, pelo, lo que se ve. "No me interesan otras partes", dijo Mió. "Hay una que arrea a todo Cáceres. Siempre que puedo, espío en qué anda, qué hace", fui directo. "¿Cuál?". "El del ojo en el medio de la cabeza. Con uno solo vive".

Fuente: Télam

(Se ha leido 124 veces.)

Se permite la reproducción de esta noticia, citando la fuente http://www.diarioc.com.ar

Compartir en Facebook

Sitemap | Cartas al Director | Turismo Catamarca | Contacto | Tel. (03833) 15 697034 | www.diarioc.com.ar 2002-2024