Catamarca
Viernes 19 de Abril de 2024
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Historias de víctimas de trata que acusaron a sus explotadores

La trata en primera persona recorre de principio a fin "Vivir para juzgarlos", una investigación estremecedora de Fernanda Balatti quien a través de expedientes judiciales acerca casos de mujeres, varones y niños víctimas de este aberrante delito, que ya tuvieron veredicto en los máximos tribunales, aunque eso no alcance para mitigar el dolor.
"Vivir para juzgarlos. La trata de personas en primera persona" (Planeta) es el primer libro que narra casos de víctimas de trata -ya sea con fines de explotación sexual, laboral, tráfico de órganos, mendicidad- a través de fuentes judiciales, que al estar sometidas bajo la lupa jurídica suponen la verificación en diferentes dimensiones de los hechos sucedidos.

Lo que los une en esta publicación, además de la urgencia de su visibilización, es que todo ellos comprenden desde la captación hasta el veredicto final y tienen una particularidad: son relatos de víctimas que se sometieron a acusar a sus victimarios, en contextos de interrogatorios hostiles como lo es una sala de audiencia.

En diálogo con Télam, Fernanda Balatti, periodista con una vasta trayectoria judicial y asesora en estos temas en la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, explica: "La trata es captación, traslado y recepción: captar a la víctima, desarraigarla, sacarla de su proyecto de vida, tomarla como un objeto para comercializarla y llevarla en manos de sus explotadores".

A la trata la acompaña una segunda parte en el proceso del delito y es "cuando la persona convertida en objeto queda en manos de quienes la van a explotar. Esta la trata y lo que es la explotación de esa persona", completa la autora de este libro que ofrece una mirada panorámica -siempre anclada en el corpus jurídico- de la problemática a nivel mundial, regional y local.

Aunque no es posible detectar cifras de personas esclavizadas por redes de trata, la Organización Internacional del Trabajo estima que hay 20 millones de víctimas en todo el mundo, una cifra que cambia de acuerdo a las diferentes estadísticas pero que sin dudas alcanza números escalofriantes, de urgente solución.

"El miedo es un gran aliado de los tratantes y explotadores", dispara Balatti para contar que hay "todo un manejo psicológico. de manipulación que se hace sobre la persona, infundiéndole miedo, que también es lo que opera con la gente para que no denuncie".

Pero también hay otro rasgo que ayuda a desanudar un poco más este aberrante delito y es la emergencia de la vulnerabilidad: "Casi todos, hay excepciones, tenían vulnerados sus derechos económicos, sociales y educativos antes de ser víctimas. Los tratantes de personas trabajan con esto de la falta de recursos".

"No cualquier persona es víctima de trata, sin embargo todos podemos serlo porque en algún momento de la vida formamos parte del grupo de los vulnerables" y es aquí donde se torna impostergable la "responsabilidad de los estados", asegura la periodista.

Balatti deshoja en este libro relatos de experiencias de víctimas de trata, casi todas ellas sobrevivientes que llegaron a los estrados judiciales de Argentina y del mundo y enfrentaron a sus victimarios, dejando en claro que "esto es real, pasa y de esta manera".

Niños víctimas de explotación por mendicidad, mujeres esclavizadas sexualmente, varones sometidos a abusos laborales en condiciones deplorables se hilan en los once casos de este libro de historias en primera persona, que no dejan afuera al más emblemático de nuestro país, "la ausencia perturbadora" de Marita Verón, la joven tucumana secuestrada por una red de trata en 2002.

Desde que se sancionó la Ley de Trata en 2008 hasta agosto de 2013 hubo 78 condenas con 137 personas condenadas, de las cuales 65 fueron por trata con fines de explotación sexual, refleja Balatti sobre esta modalidad y explica: "Argentina es un país que cumple con la captación, el traslado y la explotación, y es también un territorio de paso hacia Europa".

Capítulo aparte merece el lavado de dinero en el negocio de la trata de personas, que Balatti conoce bien por haber integrado el equipo del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI).

"Es difícil perseguir la cadena del dinero para frenarlo porque se da mucho el manejo de efectivo, pequeñas sumas. Esta gente que gana mucha plata hace lo mismo que cualquiera, compra una casa, un auto", dice.

"Vivir para juzgarlos" es no sólo el retrato real de víctimas de trata en diferentes modalidades si no que es un homenaje: "Hay que tener muchos recursos para ser un sujeto procesal, salir de estas situaciones traumáticas para que te atrape la maquinaria del sistema judicial, volver a verle la cara a los victimarios, acusarlos y además soportar a los abogados defensores", desliza.

En este sentido, la autora sentencia: "Cuando acusan a las víctimas por su vida anterior hay que saber que esa condición es totalmente ajena a la forma en que se concreta un delito y a la responsabilidad de quien lo comete. Quién sea esa persona, si era prostituta o no, son datos que no tienen ninguna importancia, se juzga la conducta de quien comete el delito".

Para la periodista nuestras prácticas culturales como sociedad "son un gran factor que sostiene la maquinaria de la trata". Por ello, un primer paso es empezar a desnaturalizar y actuar: "Hay que desnaturalizar que solamente el Estado tiene alguna responsabilidad en la violación de los derechos humanos".

Pero fundamentalmente desnaturalizar que "uno puede tratar al otro como si fuera un objeto. Cuando uno se da cuenta de eso, se da cuenta también que no puede alquilar a una persona para tener sexo como si fuese lo mismo que alquilar una bicicleta, porque ahí la relación con la otra persona es de propiedad y poder", argumenta.

En estos días en los que desde el gobierno nacional se promete una ley para penalizar el consumo de prostitución, temas como éste invitan a la reflexión y a ser parte de pequeñas acciones humanas, las mismas que permitieron que muchas de las víctimas que lograron escapar de las redes de trata puedan estar hoy acusando en los máximos tribunales a sus victimarios, aún cuando las resoluciones no sean las esperadas.

Fuente: Télam

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